¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
T OCA españolear. A partir de este sábado a los periodistas de TVE destacados en Londres les toca españolear. Y seguir la pista a la delegación nacional. Como si les fuera la vida en ello. A uno, en su humildad, esta forma de obrar no le cabe en la cabeza en estos tiempos de multiculturalidad, también en nuestro país. Y porque salvo en las honrosísimas excepciones de los deportes de equipo, la excelencia de unos Juegos Olímpicos reside en la grandeza del ser humano. Ante la proeza del genio se desvanecen banderas y credos. Ante el prodigio de una plusmarca y de un crono que parece mucho más divino que terrenal, las nacionalidades se pulverizan y todas a una lloran sobrecogidas ante la hazaña.
Hablando en plata, aunque sería mucho más propio decir hablando en oro, teniendo ante nosotros a un Michael Phelps o a un Usain Bolt, ¿quién se atreve a dedicarle minutos de cháchara al voley playa, a si la arena estaba en condiciones o iba retrasadilla? Tanto valdría para aludir a quienes, con tantísima ilusión, han acudido a la Villa Olímpica como figurantes de esta magna cita. Teniendo a Phelps y Bolt en acción, leyenda viva, contemporáneo de oro, los demás coetáneos pasan inevitablemente a otro plano muy secundario. No digamos ya la cantidad de anécdotas con las que se han llenado las galerías de los días previos a la competición, donde todo ha valido para llenar minutos de escaleta. Pero a lo que vamos.
Toca españolear, como cantaba Luis Lucena hace 50 años. Allá por donde pase un español, español, español, estarán las cámaras y los comentaristas. Y si hubiere triunfo o conato de él, ni te cuento. Será la caraba. Pero los Juegos Olímpicos también se pueden disfrutar en La 1 y en Teledeporte con una mirada universal. Lo que no quitará para alegrarnos, y mucho, cuando lleguen esas medallas que tanto se van a sudar.
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