Scroll: la lectura digital infinita
Síndrome expresivo 95
Cualquier usuario del mundo digital habrá notado ciertas diferencias en la forma de leer: no es lo mismo acceder a la información impresa en un papel que deslizar los ojos en una pantalla iluminada. Hasta aquí, una afirmación digna de Perogrullo. Sin embargo, una cascada de preguntas se plantean de inmediato: ¿por qué hemos cambiado nuestros hábitos lectores?, ¿es un acto natural provocado por la evolución de la tecnología en nuestro entorno?, ¿la lectura digital aporta beneficios a la comprensión de los textos?
Si analizamos un poco la evolución del diseño de las páginas web, nos daremos cuenta de que, a partir de la llegada de los dispositivos móviles a nuestras vidas, la programación de los navegadores ha apostado por que los usuarios puedan leer el contenido de forma vertical. En nuestra era, se lee el contenido de la pantalla deslizando el dedo hacia arriba y hacia abajo en un movimiento infinito. En consecuencia, cualquier lector atento habrá notado que, en un acto inconsciente, podemos pasar casi una hora enganchados a lecturas superficiales de publicaciones, noticias o vídeos virales.
Y claro está, aquí reside el dilema de perder el tiempo o gastar el tiempo en conocimiento. La lectura digital en scroll ofrece al lector ilimitadas cantidades de contenido de forma simple y continua. Leemos y leemos en un movimiento infinito hacia un final de la página que nunca oteamos. Cuando pensamos que hemos devorado toda la información, el omnipotente algoritmo nos sirve más y más material para que nunca nos sintamos saciados. El maldito dios del metaverso conoce nuestras aficiones y debilidades. Le divierte distraernos con una genial receta veraniega, con la última tenebrosa conspiración del enemigo ideológico, con la lista de profesiones más demandadas por el mercado laboral. La curiosidad nos esclaviza… y el jefe lo sabe.
Ante tal panorama, solo nos queda plantear los riesgos de este tipo de lectura digital para que los millones de consumidores de contenidos en las pantallas, y la sociedad en general, reflexionen con un espíritu crítico. Muchos son los tonos grises en este tema. Veamos:
- Los diseñadores web han optado por la presentación de páginas cada vez más estrechas y extensas en largura. Son chicos listos. Saben que la lectura en tabletas y móviles crece sin límites. Ellos defienden que este formato favorece la experiencia de usuario: fin a los problemas de espacio, fin a los tiempos de espera para la carga de los nuevos contenidos, fin a las incómodas interrupciones.
- Todos conocemos que en el mundo digital el producto eres tú. Nadie regala nada y, como somos tan solidarios y empáticos, entregamos los datos de nuestra vida privada para que nos puedan vender los productos y servicios que siempre anhelamos. Por esta razón, la lectura digital en scroll atrapa al lector en una sucesión ilimitada de contenido. ¿Resultado? Más tiempo, más datos entregados, más posibilidades de negocio para el jefe.
- Algunos estudios demuestran que la velocidad de lectura ha aumentado con la revolución digital. No obstante, a veces confundimos el tocino con la velocidad, ya que la rapidez en la decodificación del mensaje no implica una lectura crítica y reflexiva de la información. En este punto, basta con entregar a un alumno medio de ESO un texto de una cierta longitud y complejidad en formato digital para constatar la influencia en el acceso al contenido: la lectura se cortocircuita por pequeñas interrupciones debido al desplazamiento de la imagen, lo cual conduce a una interpretación superficial de las ideas principales y la estructura básica del texto.
- La pasta es la pasta, querido amigo. Como subrayamos anteriormente, nadie regala nada y, en este negocio digital, menos aún. Por este motivo, los chicos contratados por el jefe integran en la lectura anuncios a través de titulares llamativos, imágenes sugerentes o vídeos virales. Con una naturalidad abrumadora, el usuario incorpora a la lectura del contenido una sucesión de apelaciones a la compra. Así, si unimos al tiempo dedicado a una lectura infinita en scroll una personalización de la publicidad en línea, la posibilidad de ventas se dispara.
Consejo final
Lo ideal es educar a los ciudadanos del siglo XXI en la toma de conciencia de los beneficios y los perjuicios de las nuevas formas de lectura: el dinamismo de la pantalla y la concentración inherente al texto impreso. Ahora bien, empezaría por trabajar la lectura en papel y dejar el móvil más tiempo en la oscuridad del cajón. Solo hay que darse una vuelta por el transporte público, la sala de espera de una consulta o los tiempos de descanso en el trabajo para constatar la fragilidad de las prácticas lectoras. Lo cierto es que nunca ha habido tantos lectores en la historia de la humanidad, aunque no sé si mejores. Vale.
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