Valoraciones, comentarios y reseñas
Síndrome expresivo 91
Los nacidos en el siglo XXI pasarán a la historia por ser los protagonistas de una revolución en las formas expresivas y en los modos de relacionarse por escrito: la comunicación mediada por ordenador (CMO) o el discurso mediado por ordenador (DMO). Si nos detenemos un momento a reflexionar sobre nuestros hábitos lectores, no será difícil comprender que nuestra forma de interacción con el entorno se basa en la aplicación de las herramientas digitales a la comunicación social.
Como por arte de birlibirloque, cualquier hijo de vecino ha pasado a ocupar un lugar privilegiado en la generación de contenidos. Ahora, la opinión y los comentarios de mi tita Paqui son tan dignos y válidos como las reflexiones de un catedrático universitario con miles de horas de estudio diario. ¡Somos libres e iguales, Manoli! Alegría compartida por muchos ciudadanos y denunciada por algunos carcas y aguafiestas como Umberto Eco: “Las redes sociales dan el derecho de opinión a legiones de idiotas que antes solo hablaban en el bar, después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran rápidamente silenciados. Ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio nobel”. ¡Qué falta de sensibilidad la del italiano! ¡Mira que quitarle la razón a mi comadre Conchita!
Pues sí, docto lector: libertad, igualdad e imbecilidad. Todos somos libres para teclear lo que nos pase por la cabeza sin pensar en las consecuencias ni en el rigor de nuestras ensoñaciones húmedas. Todos somos iguales para ensalzar o denigrar lo que nos venga en gana. Nuestra neurótica subjetividad aplasta la verdad contrastada. Y claro está, este giro copernicano en el tradicional pacto comunicativo entre emisores y receptores ha sido aprovechado por las plataformas digitales para mejorar sus márgenes de beneficios. ¡Pasta gansa, bro! Nada nuevo bajo el sol: los de abajo al servicio de los de arriba a cambio de unas migajas de notoriedad o como simple y burda terapia para mitigar sus deficiencias emocionales y frustraciones varias.
Si nos damos una vuelta lectora por las plataformas más conocidas del metaverso, asistiremos perplejos a la aceptación de unos rasgos expresivos que, en muchas ocasiones, carecen de la mínima coherencia exigida. Así, multitud de reseñas, valoraciones y comentarios parecen brotar de mentes infantilizadas por la falta de lectura y la ausencia de sentido crítico. (No sé qué me pasa: he escrito “parecen”). Algunas curiosidades pueden ilustrar la afirmación anterior:
- Los de arriba nos han vendido la idea emancipadora de que cualquier mortal puede aportar “valor agregado a las virtudes del producto o servicio”. Y, cómo no, nos encontramos a mi tita Paqui puntuando con estrellas, burbujas o soles, la calidad de un alojamiento, producto o servicio. Es como uncutre, donde, desde el sofá tapizado con motivos florales, nos erigimos en jueces de lo recomendable.
- Un hecho curioso es que los usuarios preferimos las opiniones extensas (más de 150 caracteres) a los comentarios concentrados en unas pocas palabras o una frase simple. Por ejemplo, Tripadvisor subraya que el 76 % de los clientes lee las opciones extensas para elegir un alojamiento. Sin embargo, los análisis sobre las valoraciones en Amazon concluyen que el 38 % de los textos explicativos redactados por los clientes no son coherentes con la puntuación otorgada por el propio usuario y en el 33 % de los casos se comentan y valoran detalles ajenos al producto como las condiciones de envío. ¡La tita Paqui se viene arriba y se pierde! Suele pasar.
- El opinador digital escribe y opina como poseído por una fuerza libertaria. Sin embargo, ni revisa ni reflexiona sobre lo escrito para la posteridad. La consecuencia de tal desdén hacia el rigor en el uso del sistema comunicativo se concreta en las recurrentes faltas de ortografía y los errores tipográficos como los espacios en blanco fuera de lugar. En ocasiones, y como es lógico, mi tita Paqui sufre el bloqueo creativo propio de los más ilustres redactores. ¿Solución mágica? ¡Coloca varios emojis y que viva España! Pero lo hace para embellecer el mensaje, no penséis que es por sus carencias expresivas.
- El apartado del léxico y el estilo no soy capaz de explicarlo con claridad. En comunicación, la adaptación de las palabras al contexto comunicativo es una habilidad básica para cualquier emisor. Sin embargo, mi tita Paqui salpimienta sus comentarios y valoraciones con expresiones coloquiales e informales como: “El recepcionista era un borde” (parece que el pobre hombre no entendía su esmerada pronunciación macarrónica en inglés); ordena e instruye al resto de la humanidad con sentencias como: “No compren nunca más aquí. Son simplemente unos estafadores” y se luce con bromitas y juegos irónicos que, por lo general, solo le hacen reír a ella (“La ensalada parecía hecha por un daltónico… jajaja, muy apetecible…”).
Consejo final. La calidad y el rigor de los textos publicados en la red deberían ser un principio ético para cualquier ciudadano del siglo XXI. El entretenimiento asociado a la trivialidad, la libertad ligada a lo superficial y la rapidez en la redacción condicionan, cada vez más, las relaciones del ser humano con la realidad. Por este motivo, sabio lector, cuida tus opiniones sin fundamento, revisa tus textos descoordinados y no exhibas en público tu mala leche. La lectura de los clásicos te ayudará en este propósito. ¡Muac!
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