Freaks | Estreno en Filmin

Distopía y paternidad

Una imagen del filme de Lypovsky y Stein.

Una imagen del filme de Lypovsky y Stein.

Una de las claves del éxito (relativo) de esta película reside en su hábil escamoteo de toda explicación sobre su situación distópica de partida, que nos habla de un futuro cercano en un mundo dividido entre personas normales y freaks (o Fenómenos) con poderes sobrenaturales para alterar el tiempo y la voluntad perseguidos por la policía y proscritos de la vida cotidiana.

En ese panorama de fondo, un padre (Emile Hirsch) y una hija (estupenda Lexy Kolker) resisten atrincherados en su casa jugando al gato y al ratón entre ellos mismos y el mundo exterior sin que sepamos mucho más de lo que se cuece a su alrededor, de hecho, el otro fuerte de la cinta de Zach Lipovsky y Adam B. Stein reside en su cómo saca partida a su economía de medios sin apenas moverse de esa casa, que funcionará así como escenario cuántico para otras proyecciones y acciones paralelas (algunas espectaculares y sin concesiones) a excepción de un liberador viaje con el abuelo (Bruce Dern) que ayuda a oxigenar la trama.

Un tercer elemento completa la solvencia de este curioso experimento de género para adultos, y ese es, qué duda cabe, el oficio que demuestran sus autores a la hora de estirar con astucia y sentido de la progresión y suspense un huit-clos alucinado tal vez condenado al pronto agotamiento. A la postre, Freaks nos habla de un mundo distópico en el que la supervivencia, la identidad singular y los roles de la paternidad en relevo siguen siendo los elementos primordiales para la identificación.