Rozando el pleno con claroscuros

Sólo cuatro cofradías se han quedado sin realizar la estación de penitencia · La salida del Sol supone el desembarco en la Semana Santa de un estilo singular que genera debate y división de opiniones

El paso de La Canina entra en la carrera oficial.
El paso de La Canina entra en la carrera oficial.
Carlos Navarro Antolín

04 de abril 2010 - 01:00

Se rozó nuevamente el pleno, pero conviene precisar que en cuanto al número de cofradías en la calle. Sólo cuatro (todas ellas del Lunes Santo) de un total de sesenta hermandades se quedaron sin realizar la estación de penitencia. Santa Marta y San Gonzalo ni salieron. Santa Genoveva y el Cautivo del Polígono de San Pablo se mojaron. La cruz de guía de la primera llegó a la altura de la calle Valparaíso. La segunda regresa hoy desde el Salvador. La plenitud logística casi se consigue por segundo año consecutivo. De otro tipo de plenitudes se está bastante más lejos, según los casos.

Termina una Semana Santa que cada vez revela mayor diferencia entre la jornada del Domingo de Ramos y las restantes. La crisis de identidad se evidencia con intensidad y nefastas consecuencias en el primer día de la semana. Paradójicamente, el día de mayor gozo es también el día de las mayores sombras de la Semana Santa. Por contra, la Madrugada se ha saldado sin incidentes en las calles, a lo cual ha debido favorecer en parte el descenso de público percibido en muchos lugares donde otros años la masificación era más que evidente.

El Domingo de Ramos coinciden el público cofradiero, el novelero y ese gentío al que nada importa lo que ocurre en la calle pero que decide estar en el centro por el mero hecho de estar como si se tratara de cualquier noche de sábado. El domingo se ven estampas que después son mucho más inhabituales a partir del Lunes Santo. Por desgracia se siguen apreciando conductas reprobables tanto en jóvenes como en adultos a la hora de presenciar el paso de una cofradía, claro que la Semana Santa en la calle no es ajena a los problemas que se perciben el resto de los fines de semana. Y está totalmente en desuso aquella tradición de estrenar ropa el primer día de la Semana Santa. Los atuendos vistos este año se aproximan más a un fin de semana en Matalascañas que a un Domingo de Ramos de tópico.

La falta de asientos libres en la carrera oficial ha dado lugar a una nueva modalidad: el alquiler de bajos comerciales (sin uso por la crisis económica) donde familias y grupos de amigos pasan las tardes bien pertrechados de viandas y bebidas. Se trata de comer y beber sea la hora que sea en una suerte de caseta de Feria en versión morada. Esta costumbre se aprecia tanto en la carrera oficial como en zonas del centro de notable circulación de cofradías.

Se han visto muchas calles sucias en horas punta. La Plaza del Salvador era una alfombra de basura a media tarde del domingo. Y la carrera oficial sigue siendo a última hora de cada día una vergüenza para el público que se supone más selecto de la ciudad. Las calles aparecen convertidas en un estercolero, a pesar de las bolsas de plástico que se reparten entre los abonados para la recolección de los desperdicios. La supresión de algo más de 500 sillas ha contentado a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento, que pudo así otorgar la licencia de la vía pública, pero ha enojado a bastantes abonados y tampoco ha conseguido rebajar que se haya reducido el síndrome del avispero en la plaza de la Campana.

sillitas sin discordia

Los temores por el uso masivo de las sillitas plegables no se han confirmado. Por fortuna. La Policía tenía instrucciones de mandar levantar de los asientos a sus usuarios en caso de necesidad en zonas clave, pero no se han registrado incidentes de importancia a este respecto, ni se ha apreciado que vías de evacuación hayan sido taponadas. Ha llamado la atención la cantidad de jóvenes que usan también los asientos plegables, a pesar de estar en la edad idónea para patearse el centro e ir a la búsqueda de los pasos.

En cambio, sí ha provocado problemas la orden de no ocupar los pasillos de las parcelas de sillas con carritos de bebé. El Ayuntamiento tuvo que ampliar las zonas de aparcamiento de estos carritos con la Semana Santa ya empezada. La tarde del Jueves Santo un abonado propinó un puñetazo a un guardia de seguridad que le había conminando a dejar el cochecito en las zonas especialmente habilitadas para tal fin.

Los bares en Semana Santa, muchos bares, han vuelto a tirar por la calle más fácil al suprimir las tapas, símbolos de la hostelería local, por las raciones o platos. La mayoría suprime los taburetes, lo que impide el descanso de aquellas personas mayores que no disponen de un asiento en la carrera oficial.

En cuanto a los exornos florales de los pasos, se aprecia cada año más que cunde la afición de los priostes por la creación de arbustos, combinando distintas flores, en lugar de por las alfombras exclusivas de lirios o claveles. En esto ha influido mucho el estilo del paso del Nazareno de las Tres Caídas, de San Isidoro, que fue el primero hace unos años que se atrevió a dar el paso. No a todos los pasos sienta igual de bien esta apuesta tan atrevida. En el haber debe anotarse con calificación alta el apogeo recuperado de las mantillas durante la mañana y la tarde del Jueves Santo.

el sábado del sol

La primera estación de penitencia de la Hermandad del Sol generó el interés de muchas personas por presenciar su paso por la carrera oficial. Era raro ver las parcelas de sillas tan ocupadas a primera hora. El estilo de esta cofradía, cuando menos, llama la atención, pues se sale completamente de la ortodoxia del barroco y oro. Provoca una fuerte división de opiniones que a nadie debe sorprender. Es lógico. El tiempo dirá si los rectores de la cofradía confirman este estilo inicial o van matizándolo paulatinamente. Las túnicas de ruán verde, con antifaces de caída larga y capirotes especialmente puntiagudos son realmente singulares, sobre todo si se contemplan por calles tan poco cofradieras como Doctor Pedro Castro. El Sol es una cofradía del Plantinar con la cera al cuadril, un Cristo de advocación absolutamente innovadora en la Semana Santa de la capital, un palio pintado, una Virgen que va acompañada por San Juan y la Magdalena, nazarenos con hachetas que evocan a la Semana Santa castellana, costaleros perfectamente uniformados y un andar meritoriamente pausado. Tal catálogo de detalles invita a un debate que sólo el tiempo irá enfocando con precisión. Quede anotado que llevó una cantidad alta de monaguillos -lo cual siempre es saludable- en proporción a los 180 nazarenos que oficialmente integraban el cortejo. Con el Sol ya son 60 las cofradías que acuden a la Catedral. Y todo indica que habrá nuevas incorporaciones de forma inminente. Ni la autoridad eclesiástica ni el Consejo de Cofradías imponen criterios estéticos a la hora de valorar las nuevas incorporaciones. No se atreven, o no saben cómo hacerlo. Hace tiempo que en la Semana Santa cabe de todo, por lo que echarse las manos a la cabeza -o simplemente escandalizarse- resulta una actitud desfasada y marginal. En la Semana Santa impera lo políticamente correcto, el buenismo y hasta el amabilismo. Cuando no todo es correcto y bueno. ¿Pero a quién corresponde determinarlo? ¡Ah! Ese es otro debate.

El palio de la Trinidad merecería una jornada de prime time de la Semana Santa, sobre todo cuando se le ve avanzar a los sones de Virgen de los Negritos en una tarde luminosa como la de ayer. Es otro de los pasos que tiene ese valor de compendio total de la Semana Santa. Viéndolo se puede explicar al visitante qué es un paso de palio: el estilo, los bordados, la proporción, la finura, la elegancia, etcétera.

La Soledad de San Lorenzo demoró casi cuarenta minutos la salida por un problema en el perno de la diadema que dio la cara en la primera levantá del paso. Esta adversidad provocó grandes disgustos y nervios en ese momento, pero el tiempo la convertirá en un mero detalle casi insignificante en la historia dilatada de la cofradía, un episodio de interés para los amantes de la logística de la cofradía. En los Servitas se vivieron momentos de verdadera tensión al desplomarse un nazareno en la calle Francos. Fue atendido por los servicios de emergencia en la calle Pajaritos. La ambulancia tuvo que evacuarlo sin lamentar mayores consecuencias.

Algunos abonados de los palcos, en el sector próximo al antiguo Laredo, mostraron su desacuerdo de forma breve pero intensa con el alcalde cuando Monteseirín apareció formando parte de la comitiva del Santo Entierro. El arzobispo Asenjo le dio conversación en ese momento y el público mandó callar. Termina la Semana Santa. Se rozó el pleno. Pero eso no basta o debe bastar. Queda mucho por hacer para sacar la fiesta de la decadencia en que anda sumida pese a la belleza que perdura.

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