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Comunicación

El periodismo y la venganza de los aficionados

Julio Alonso

Fundador y Director General de Weblogs. SL

Los que trabajamos en Internet solemos distinguir dos etapas en el desarrollo de Internet. La Internet del siglo pasado, en la que el paradigma dominante eran los grandes portales, que pretendían abarcar toda la oferta imaginable de contenidos y captar y retener usuarios a golpe de fuertes inversiones, en un entorno de poca madurez del medio, escasa penetración y velocidad de acceso y modelos de negocio poco maduros. A aquella etapa inicial le ha seguido la etapa de la Internet de los medios sociales. En esta etapa, la mayor penetración del acceso, la dramática caída de los costes de operar en Internet y las nuevas dinámicas de distribución del tráfico generadas por el buscador de Google, han contribuido a la emergencia de nuevas formas de publicación.

Por una parte se ha consumado la venganza de los aficionados. Aquellos que antes eran segundones con escaso acceso a su temática y ninguna relevancia, se han multiplicado y de entre ellos surgen verdaderos expertos, espoleados por una enorme pasión por su temática y sin las ataduras que supone hacer algo sólo para ganarse la vida. Los aficionados se dedican rápidamente a crear blogs; finalmente pueden compartir sus inquietudes, leer las de otros aficionados que las comparten y generar conversaciones y conocimiento en su temática preferida.

Por otra parte, la multiplicación de la oferta de contenidos disponibles en Internet ha permitido la definición por parte de cada usuario de su propia dieta informativa, compuesta por contenidos de su interés, con origen en multitud de publicaciones distintas y en la medida que estiman oportuna. En un entorno en el que podemos acceder a múltiples fuentes especializadas en los temas que más nos interesan y en el que la lectura de artículos de distintas fuentes no supone una complejidad mayor que leerlas en una sola, el modelo clásico de diario que contiene toda la oferta informativa salta en pedazos. ¿Por qué leer todas las secciones de un diario si me parece más interesante la sección de economía de este otro? ¿O si en realidad de lo que quiero leer es sobre cosas que ese periódico no cubre, o lo hace muy superficialmente?

Estos fenómenos, tomados en su conjunto, generan un entorno en el que surgen nuevos medios nativos, especializados en los más diversos asuntos y con un profundo entendimiento de cómo funcionan las dinámicas de generación de tráfico y de interés en Internet. Son medios que se especializan, que se asocian con otros que tratan su misma temática, que al enlazar mucho son muy enlazados, lo que contribuye a aumentar su difusión.

Como en otras áreas de la actividad creativa, la publicación de contenidos se democratiza y se generaliza con el surgimiento de los medios sociales. Cualquiera puede abrir un blog y escribir sobre lo que se le ocurra. Inevitablemente esto conlleva la creación de muchas páginas de baja calidad o, más precisamente, de poca relevancia para la mayor parte del público. Sin embargo, también genera un importante número de páginas muy interesantes, sobre los temas más variados y escritas por verdaderos expertos, apasionados por su temática y que, en el modelo tradicional de publicación jamás habrían salido a la luz. Los buscadores y las recomendaciones sociales, potenciadas por el efecto de filtrado social de herramientas como twitter o facebook, permiten que estas páginas de valiosa información sean constantemente descubiertas por nuevos lectores.

La creación de contenidos y la generación de audiencias en torno a ellos en medios sociales están en pleno apogeo. Los modelos de negocio no siempre existen. La creación de contenidos, en este contexto, no se concibe exclusivamente como una actividad económica. La mayor parte de los contenidos que se generan, incluso de los contenidos de calidad, es producida por amateurs, por aficionados sin ánimo de lucro. Igual que la mayor parte de los coches no son conducidos por profesionales de la conducción.

Los modelos de negocio, cuando existen, están basados en la gratuidad de los contenidos, obligatoria en un entorno de economía de la abundancia, en el que ya no existe la escasez que hacía “rey al contenido”, sino que el nuevo recurso escaso es la atención del lector. En este contexto intentar controlar el acceso o cobrar al lector son medidas tristemente anacrónicas que intentan, en una fútil huída hacia adelante, publicaciones tradicionales que no han sido capaces de descifrar los códigos del nuevo entorno ni mucho menos de adaptarse a ellos.

Las fuentes de ingresos son siempre indirectas. La más obvia la publicidad. En el rango bajo publicidad contextualizada gestionada por Google que permite ingresos desde el primer momento a cambio de una jugosa tajada. No es un modelo que permita hacerse rico, pero es suficiente para muchos aficionados. En el extremo contrario publicidad segmentada por temáticas en publicaciones especializadas de alto valor añadido. Nuevos entrantes que se permiten vender más caro que los actores tradicionales y que, gracias a su mejor comprensión del mercado y a una forma de actuar más adaptada al nuevo entorno, acompañada por una estructura de costes realmente contenidos, les permiten generar niveles de rentabilidad fuera del alcance de los medios tradicionales.

Es un nuevo entorno. Son muchos más los que crean, y hay más creación, el recurso escaso ya no es el contenido de calidad, sino la atención de los lectores. Y, por si fuera poco, muchos crean sin ánimo de lucro, por verdadero amor al arte. Y aún así, la industria cultural nunca ha tenido un futuro más brillante.

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