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La conspiración | Crítica

Revolución y tedio

  • La editorial Montesinos edita 'La conspiración', última obra del escritor Paul Nizan, muerto en Dunkerque en mayo del 40, donde retrata, sublima y transfigura el agitado París de la entreguerra

Imagen del escritor y ensayista francés Paul Nizan (Tours, 1905-Dunkerque, 1940)

Imagen del escritor y ensayista francés Paul Nizan (Tours, 1905-Dunkerque, 1940)

En esta edición de la novela de Nizan se incluye como epílogo una carta de Benjamin a Max Horkheimer, fechada en enero de 1939, donde el ensayista alemán analiza la intención política de La conspiración, y el resultado último que se infiere de ella, el cual no es otro que el desencanto revolucionario y la escisión de burguesía y proletariado que conduce, ineludiblemente, a la derrota... En esta árida concepción materialista, hoy acaso algo lejana, Benjamin incluye, no obstante, otras apreciaciones más perdurables y de mayor vinculación con la ejecutoria artística de Nizan, como es su relación, también revolucionaria, con el surrealismo. Y es aquí, en la enseñanza de lo surreal, y su vertiginoso extenderse por el París de entreguerras, donde cabe situar esta notable y singular novela.

'La conspiración' es una novela panóptica, inmersiva, cálida y tentacular

En la solapa se nos recuerda que Nizan abandonó el PCF tras el pacto Ribbentrop-Mólotov de agosto del 39 (La conspiración es del año 38), siendo así que Nizan morirá en la batalla de Dunkerque en mayo de 1940, a la edad de trenta y cinco años. Lo cierto, en cualquier caso, es que La conspiración no es una novela de tesis, ni un folletín gravado por la ambición real-socialista, sino el complejo retrato de una ciudad y un mundo, hecho a la manera panóptica, inmersiva, cálida y tentacular, de un acusado lirismo, que encontramos en la literatura surrealista. Recordemos, a este respecto, que el Primer Manifiesto Surrealista es del año 1924. Y ese mismo año Breton publica su fascinante Pez soluble. De modo que cuando Nizan publica su novela, la prosa surreal es ya una moneda en uso, de extraordinaria eficacia.

Son muchos los temas predilectos de la vanguardia (la noche, el deseo, el azar, la ciudad como un laberinto vivo y en marcha, la remoción del orden burgués, el escalofrío revolucionario, etc... ), son todos estos tropos vanguardistas los que Nizan emplea aquí para ofrecer una imagen perdurable de París, de la entreguerra francesa, en la que se mezclan apresuradamente y con destreza todos los órdenes de lo humano, de la política a la filosofía (la formación de Nizan es filosófica, lo cual se nota agradablemente en su escritura), y de la sexualidad a los condicionamientos sociales. En tal sentido, La conspiración es una obra total, escrita, si se puede decir así, con una profunda ligereza.

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