Corría el año 1994 cuando Jean-François Chevrier participó en el seminario de la Fundación Tàpies con esta conferencia que ahora, agotada hace tiempo la primera edición, se vuelve a publicar en una versión revisada y corregida, bilingüe (castellano e inglés), y con un prólogo de Manuel Borja-Villel, actual director del Museo Reina Sofía.

Se trataba, entonces y ahora, de regresar a la antesala de Mayo del 68 para atender a las mutaciones que tanto en la creación artística como en la recepción crítica iban a marcar un cambio de paradigma; es decir, hacer acopio de las acciones y debates provocados por el paso de la obra de arte al objeto artístico y su corolario de intervenciones en el espacio público. Es ésta una historia de grietas y descentramientos, de la efervescencia de una crisis que, en el año 67, ponía en cuestión el arte y la sociedad a la que daba forma, y donde se amalgaman, no sin fricciones, los posicionamientos de vanguardia (Duchamp, Warhol, Broodthaers, Andre, Neuman, Beuys...) y las reflexiones políticas y sociológicas (Foucault, Debord, Habermas...).

En 1994 y en paralelo al ciclo de conferencias, hubo uno de cine que puede hacernos entender de golpe muchos de los aspectos que tan certeramente relaciona aquí Chevrier; películas, todas, de 1967: La Chinoise (Godard), Titicut Follies (Wiseman), Terra em transe (Rocha) y Playtime (Tati). Así, son el arte como acontecimiento, como performance, la apropiación de los medios de comunicación por parte de unos artistas que buscan un vínculo más estrecho con la realidad y el espacio urbano, o la teatralidad que se sigue de la renuncia a ese modernismo (la controversia en este caso es con Michael Fried) que aún se aferraba con fuerza a los límites del plano pictórico, algunos de los caminos que aquí desbroza el pensador, historiador, crítico y comisario francés; es decir, el efecto de remontarse en el tiempo a la aurora de otras maneras de vivir, pensar y experimentar el arte y la sociedad que, por desoídas, siguen aún vigentes y al acecho