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Alejandro Palomas | Escritor

"Vivir sin oírte es mucho más fácil que vivir en silencio oyendo todas tus voces"

  • El autor publica 'Un país con tu nombre', una novela escrita en pleno duelo por la muerte de su madre

El escritor Alejandro Palomas (Barcelona, 1967).

El escritor Alejandro Palomas (Barcelona, 1967). / Juan Carlos Muñoz

Un país con tu nombre (Destino) es el regreso a las librerías de Alejandro Palomas tras ganar el Premio Nadal en 2018 con Un amor, la última parte de una trilogía iniciada con Una madre y Un perro. La última novela del autor (Barcelona, 1967), escrita en un momento tan doloroso como es acompañar a una madre en sus últimos pasos por esta vida, es sin embargo, dice, es "la que se aleja más" de su "mundo real", lo que no evita que esté salpicada de "chispas" autobiográficas, desde su relación con los animales al bullying que sufrió en la infancia y, sobre todo, el miedo a la orfandad.

Curiosamente, Palomas ha recuperado como título el nombre con el que presentó Un amor al Nadal, un título que entonces creó con su madre y del que se acordó durante el proceso de escritura que le venía muy bien para jugar con el lector a crear un mundo al que es el otro el que puede poner el nombre que quiera. De no haber recuperado ese título, Un país con tu nombre se hubiera llamado simplemente Un bosque, que es el sueño que verbaliza el personaje de Edith, una septuagenaria que vive retirada en una aldea y que desde que se quedó viuda sólo mantiene relación (telefónica) con su hija Violeta –que no le perdona que le hiciera pasar su adolescencia en aquel aislado lugar– y la que entabla, al principio a regañadientes, con su vecino Jon, cuidador de elefantes en el zoo del pueblo.

La importancia de tener sueños para vivir es el leitmotiv de la novela. Palomas reconoce que buscaba preguntarse, con esta novela, "cuál es el propio sueño y qué pasa si no se sabe responder". "Es algo importantísimo ir adentro y decir ¿y yo, cuál? En el fondo es intentar recordar, porque en algún momento ha existido ese sueño. No hace falta tener un gran sueño, lo que hace falta es darse cuenta de que quizás ya lo estás viviendo. Los sueños no tienen por qué ser enormes, pueden ser muy pequeñitos pero son igual de válidos", defiende el autor.

Palomas ansía despertar esa reflexión en el lector porque considera que en el día a día "hay mucho ruido y no nos oímos". Tiene claro el barcelonés que, pese a ese aparente aislamiento de los protagonistas, "se está muchas veces más aislado en una ciudad que solo y rodeado de mucha vida, porque hay mucha vida, lo que pasa es que es otro tipo de vida que requiere otro tipo de oído y de atención". Pero sobre todo, porque es en ese alejamiento del tan acertadamente llamado mundanal ruido cuando "te oyes a ti", algo que para Palomas es fundamental. "Vivir sin oírte es mucho más fácil que vivir en el silencio y oír todas tus voces que van hablando y saber cuáles te hacen bien y cuáles mal, cuáles son voces aprendidas y cuáles más puras", subraya, pero es lo segundo lo que a su juicio enriquece de verdad.

Jon y Edith, que inicialmente se rehúyen, acaban entablando una relación clave para tomar decisiones vitales, porque el ser humano no deja de ser un animal social y ese bosque que es el sueño de Edith no es más que las personas que forman parte de su vida. "Ese bosque es la familia, una familia que cada uno crea como puede y es el soporte necesario, ese ecosistema que nos hace ser quienes somos y sin el cuál sí que estaríamos realmente solos. Ellos no están nunca solos, primero porque están rodeados de vidas que van adoptando, rescatando, acompañando... y después porque tienen muchas voces acumuladas, todas sus ausencias, sus presencias, los recuerdos, lo que se callan, tienen mucho trabajo social a su alrededor", afirma el autor.

Sabiendo el momento en el que escribió el libro, hay una reflexión sobre la vida y la muerte del personaje de Jon en la que alude al "estar sin ser" de su madre, enferma de alzhéimer, y el "ser sin estar" de su hermana, ausente físicamente pero muy presente en su vida. Reconoce que esa pervivencia de los muertos a través de su recuerdo en los vivos es algo de lo que le habían hablado "los mayores", pero que no se acababa de crear hasta que lo ha experimentado con su madre. "El recuerdo en mí la mantiene viva, con lo cual mi relación con ella también lo está. Cuando yo la recuerdo, siento que está viva y eso es muy heavy porque es que lo sientes de verdad, y te llena. Es un alivio absoluto y hasta que no te pasa no lo sabes. Siempre hay un poco de tristeza porque falta el abrazo, puedes revivirla, tener una virtualidad pero luego necesitas lo físico. La realidad es que no está pero tú la sientes y entonces hablas con ella", afirma. Una voz más del bosque de Alejandro Palomas.

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