Fútbol

Aitana Bonmatí, Balón de Oro, sigue escribiendo la historia del fútbol femenino español

Aitana Bonmatí muestra su Balón de Oro.

Aitana Bonmatí muestra su Balón de Oro. / MOHAMMED BADRA | Efe

Aitana Bonmatí Conca (Sant Pere de Ribes, 1998) ha acariciado el oro por tercera vez este año. La campeona de Europa y de Liga con el Barça, y campeona del mundo con la selección española ha recogido el testigo de su compañera Alexia Putellas, coronándose como la mejor jugadora del mundo, esta vez a nivel individual, después de conquistar el cielo futbolístico.

Aitana fue galardonada con el Balón de Oro bajo el brillo de los focos, pero un día fue de las que tuvo que pasar por la oscuridad, sufriendo insultos por jugar al fútbol siendo niña. Hoy esos insultos son un murmullo lejano y mientras firma autógrafos a miles de niñas que la miran con admiración, puede pensar en su dorada, y trabajada, trayectoria.

Un recorrido que la sitúa como la segunda mujer española, y tercera futbolista de dich nacionalidad tras Putellas y Luis Suárez, en conseguir el máximo reconocimiento individual en el mundo del fútbol.

De las que nunca lo hubiese creído si le hubieran dicho que podría dedicarse al fútbol, Bonmatí nació en un pueblo del Garraf, a unos 40 kilómetros al sur de Barcelona, hace 25 años, y allí es donde se hizo futbolista.

Quizá es por eso que Aitana mantiene un vínculo inalterable con sus orígenes, y aunque la vida la ha empujado a arraigar también en la capital catalana, no olvida que ahí es donde empezó a amar el fútbol.

Como tantas otras, empezó su incursión futbolística rodeada de niños, y tras varias temporadas dando pistas de su calidad y empeño, llamó la atención del Barça. Una joven de 14 años llegó al club con el que los niños sueñan, pero en el que no formaría parte íntegra de La Masia porque en ella las niñas sólo jugaban al fútbol, no convivían. Sin embargo, y contra viento y marea, Bonmatí se plantó en el primer equipo cuatro años después de vestir la camiseta culer por primera vez.

La centrocampista diestra, una interior que se mueve preferentemente por la banda derecha, lleva tiempo mostrando de lo que era capaz con el esférico, bailando en todas las parcelas del campo, escabulléndose, asistiendo, anotando, y ayudando a construir jugadas como el que pinta en un lienzo.

Hasta hoy, que ha pulido su arte y alimentado su convicción, y con solo 25 años, pocas cimas le quedan por conquistar.

La autoexigencia de Aitana, cuyo primer apellido es el materno y el segundo, el paterno, viene de sus orígenes. La ribetana creció en el seno de una familia inconformista, y la que hoy es la mejor futbolista no lo es por casualidad.

El espíritu luchador y la persistencia vienen de allí de donde echó raíces. Sus padres, ambos profesores de lengua catalana, le inculcaron a Bonmatí el imperativo de combatir todo obstáculo que se cruzara en su camino, y el primero fue el de la igualdad.

Aitana es esa futbolista que vive en los espacios del campo, pero que hoy hace el suyo en lo más alto. Hoy llena, de nuevo, un espacio cada vez más mayor y representativo: el de las referentes del fútbol femenino mundial y hoy, esa niña -y esas niñas-, a la que insultaban por jugar a un deporte de hombres, dormirá más tranquila que nunca.

Cinco Copas de la Reina, cuatro títulos de Liga, tres Supercopas de España, dos copas de Europa con el Barça, dos europeos en categorías inferiores y una Copa del Mundo con la Selección, además del premio a mejor jugadora del Mundial y mejor jugadora de la UEFA este último año, completan un palmarés solo a la altura de la mejor del mundo.

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