Copa del Rey: Logroñés-Sevilla · La crónica

Por la Copa y el derbi (0-3)

  • El Sevilla sale con la actitud adecuada para sofocar al animoso Logroñés, golea y deja en un trámite la vuelta, cuatro días antes de ir a Heliópolis. Buen tono de Luismi y Diego González.

El Sevilla viajó a La Rioja con el propósito de desbrozar su camino en la Copa del Rey y, al mismo tiempo, quitarse del calendario el molesto partido de vuelta con el Logroñés que se anuncia para el próximo martes 15 de diciembre en Nervión, justo cuatro días antes de que la escuadra de Unai Emery rinda visita al Betis en la Liga. El rotundo 0-3 que se trajeron los sevillistas sentencia que ese doble objetivo está más que cumplido, que sólo una hecatombe sin precedentes evitaría su clasificación para los octavos de final.

Otra cosecha añadida por el Sevilla en esta tierra de buen vino apunta al descanso que disfrutó el grueso del equipo que este sábado será titular ante unas de las revelaciones de la Liga, el Deportivo. Si acaso un solo jugador, Kolodziejczak, va a acumular su esfuerzo de ayer al que realice en Riazor. El resto de los actores sevillistas en el nuevo y amplio terreno de Las Gaunas -nada que ver con el anterior recinto, aquella ratonera donde el barro tanto jugó como local en estos meses invernales- van a empezar el duelo en La Coruña en el banquillo, en algunos casos, o a mil kilómetros del escenario, en otros.

Pero, en muchos, los integrantes de la circunstancial alineación que ayer dispuso Emery se sienten hoy satisfechos por su aportación. Y su técnico, bien agradecido por ello. Son los casos del central Luismi y el canterano Diego González, que suele actuar como central en el filial pero que en Logroño actuó con mucha naturalidad en la banda izquierda. Menos convincente fue el partido de Curro en la mediapunta. La propensión a recibir de espaldas obtuvo en muchos casos la contundente respuesta de los centrales locales y el chaval acabó molido a golpes.

Pero no fue el Logroñés, ahora Unión Deportiva, el típico equipo que, consciente de militar dos categorías más abajo, quiso mitigar su inferioridad técnica con brusquedades.

Ítem más, salió con menos reservas defensivas de las que solía mostrar la versión más competitiva de aquel Club Deportivo que llevó la Primera al viejo Las Gaunas. Con el mismo espíritu combativo, pero tirando la línea defensiva arriba, sin remilgos, y mandando al punta Jordan y a los tres hombres que le apoyaban desde la segunda línea, Alegre, Milla y Álvaro González, a que mordieran en la salida de balón de los sevillistas, casi siempre en corto desde atrás.

No se apuró mucho el Sevilla ante el acoso riojano. Luismi y Kolodziejczak, los centrales dispuestos ayer por Unai Emery, mostraron aplomo y criterio para la salida aseada del balón. Cada uno por el perfil que aconsejaba su mejor pierna, la derecha en el caso del canterano y la zurda en el del francés. La conexión en el mediocampo sevillista la facilitaban Iborra y sobre todo Cristóforo -muy activo durante todo el partido, incluso cuando ya no lo había con ese 0-3 concluyente- y descolgados unos metros más arriba, Reyes y Krohn-Dehli, cuya aplicación y capacidad para romper las líneas del Logroñés, incluso con sus carreras con la pelota conducida, resultaron cruciales para que el partido discurriera según los deseos previos de Unai Emery.

Lógicamente, esas andanadas de Krohn-Dehli y Reyes con la pelota, sus giros y zigzagueos hasta las inmediaciones o el mismo corazón del área, revelaban que el rival de enfrente no militaba en la Liga BBVA. Que se trataba de un buen equipo de Segunda División B, sólo eso. En cualquier caso, un digno enemigo que lo puso todo, que no cejó en su empeño de presionar lo más arriba aun con 0-3 y que quiso jugar sin recurrir a la dureza.

También ayudó mucho a que el guión fuera el previsto que pronto, a los 12 minutos, llegó el primer gol. Krohn-Dehli botó un saque de esquina por la izquierda y Coke, un jugador con mucho mejor juego aéreo de lo que delata su físico, agradeció la pasividad del guardameta Miguel para cruzar a la red desde muy cerca. Ese gol no rebajó la intensidad logroñesista, pero dio confianza al Sevilla, que en cuanto superaba esa primera línea de presión encontraba vías para progresar.

Reyes se sintió cómodo, la pidió y sacó su chistera en algunas acciones con su sello. Como en un pase mágico a Immobile, al que le faltó muy poco para llegar y sortear la salida del portero. También Krohn-Dehli se reivindicó con un gran despliegue por los pasillos interiores. En una de sus llegadas, aprovechó otra facilidad defensiva del Logroñés e hizo el 0-2. Corría el minuto 38. El Sevilla sacó de banda en la posición del extremo derecho y un despeje de la zaga riojana, despeje de Segunda B, la pelota le cayó franca al danés para ejecutar a Miguel. Lo hizo con maestría, a bote pronto.

La noche se puso para goleada, al estilo de lo que sucedió hace justo un año en Sabadell (1-5). Faltó que Immobile resolviera con más serenidad en los últimos metros. Trazó buenos desmarques, recibió en ventaja a campo abierto y trotó con potencia. Si el italiano hubiera encarado con menos ansiedad, sin esa tendencia al barullo por su obsesión por demostrar su valía en una sola jugada, quizás estaríamos hablando de un resultado aún más favorable para el Sevilla.

El napolitano, al igual que el Logroñés, no atemperó su empeño a pesar de sus pequeños fracasos. Por eso encontró el premio del gol en una jugada que define su atropellado juego. Un mal golpeo, la pelota le llega a Curro, remata, el portero desvía y la pelota le cae de nuevo al italiano, que remacha con su pierna menos buena, la izquierda.

Ese 0-3 con una hora de juego por delante convenció al Sevilla de que era suficiente. Levantó el pie y optó por evitar riesgos en choques, fricciones que sólo podían traer malas noticias en el parte de lesiones. Porque el Logroñés seguía a lo suyo, apretando lo más arriba posible. Sólo la entrada de Llorente, aplaudido por sus paisanos, podía reanimar el pleito. Pero todo estaba ya visto para sentencia. Tanto, que Emery se guardó dos cambios. Fue su gesto de aprobación al aseado trabajo de sus chicos.

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