Definición de profundidad

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De cómo el fútbol distorsiona los espacios y las dimensiones según la manera en que se interprete y cuántos actores intervengan · El ataque pasó de huérfano a inteligente

1. Kanoute mantiene un gesto extraño en la cara mientras disputa un balón en el aire con  Xabi Prieto antes de la sustitución de éste.  2. Marcelino instruye  a Coke durante un lance de la primera mitad, cuando no lograba interpretar bien el fútbol de su equipo. Luego mejoró. 3. Kanoute, autor del único gol del partido, es abrazado por Jesús Navas y Gary Medel en una imagen que muestra la alegría del grupo.
1. Kanoute mantiene un gesto extraño en la cara mientras disputa un balón en el aire con Xabi Prieto antes de la sustitución de éste. 2. Marcelino instruye a Coke durante un lance de la primera mitad, cuando no lograba interpretar bien el fútbol de su equipo. Luego mejoró. 3. Kanoute, autor del único gol del partido, es abrazado por Jesús Navas y Gary Medel en una imagen que muestra la alegría del grupo.
Jesús Alba / Sevilla

18 de septiembre 2011 - 05:02

Dimensión de los cuerpos perpendicular a una superficie dada. Una de las definiciones que la Real Academia de la Lengua le da al término profundidad puede, mentalmente, aplicarse al fútbol con total sencillez. Todos los equipos buscan ser profundos en ataque y acortar la profundidad del rival en defensa. Pero cada equipo busca esa profundidad por caminos distintos. Esa "dimensión perpendicular" en fútbol anima a pensar en las bandas, aunque no siempre sea así. El Sevilla tiene una idea, pero en el campo, a veces, le sale otra.

Partiendo de la base de que el equipo de Marcelino -no por Marcelino, porque ya lo hacía tiempo atrás- construye su ataque de delante hacia atrás y no de atrás hacia delante, determinadas piezas acaban siendo fundamentales. Construir el ataque desde delante hacia atrás, que parecerá una incongruencia, significa que el balón busca primero al referente, al delantero, y desde ahí a los hombres que se incorporan en segunda línea. Ese fútbol, en el que las bandas del Sevilla no acababan de encontrar esa buscada profundidad, lo interpreta Kanoute de forma parecida a como en su día lo interpretaba José Mari Bakero en el Dream Team de Cruyff. Pero es, fue para el Sevilla de la primera mitad, una profundidad huérfana.

Después de una semana de debate con Jesús Navas y Perotti en el punto de mira (extremos hacia fuera o extremos hacia dentro), el Sevilla ante la Real Sociedad pudo comprobar el efecto de las dos versiones. Hasta el descanso el ataque fue más previsible para el bien dispuesto equipo de Montanier, un entrenador con ideas interesantes. Con Negredo anulado con relativa facilidad -es un futbolista que sigue ahogándose en el área cuando juega en casa-, la visión periférica de Kanoute sólo alcanzaba a ver las llegadas en segunda línea de Trochowski y Medel, que no por casualidad protagonizaron las únicas ocasiones sevillistas hasta el minuto 40, ambas con la dejada de espaldas -de delante a atrás- del lyones sacando a Mariga y creando el espacio. La tercera ocasión de la primera mitad, de Jesús Navas, fue de similar corte con el apoyo entonces de Negredo.

La otra versión de esta definición de profundidad apareció en la segunda mitad, cuando Marcelino ordenó a los extremos que buscaran más el centro, cuando aparecieron futbolistas que unieron bien las piezas como Rakitic y Manu del Moral, y cuando, en definitiva, la inteligencia futbolística -que es una virtud necesaria pero cada día menos común en este deporte- sirvió para ganarle la batalla a una buena disposición táctica como la que exhibía el contrario. El gol fue el mejor ejemplo de juego interior, con Perotti involucrado fuera de la banda, con Medel incorporándose en segunda línea y con Negredo de pivote (pivotando, para no crear confusión). El acierto en la terminación es una de las cosas que van con Kanoute más que con Navas, igual que el desborde va con éste y no con aquél. El franco-malí ya nunca podrá crecer en eso, pero el palaciego sí debe mejorar lo otro.

Después del gol había que tirar otra vez, puede incluso que más que antes, de inteligencia futbolística y Marcelino consiguió en este periodo del partido dos cosas, o hasta tres, que hasta entonces habían impedido al Sevilla rendir en su plenitud: compromiso hasta el último minuto, juego interior reforzado con Rakitic y Manu, y control del partido. Todo ello a través de una buena interpretación de la profundidad.

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