Así es más fácil creer (1-0)
El Sevilla saca adelante el partido ante la Real Sociedad gracias al acierto ante el gol, cómo no, de Kanoute. Los blancos acabaron con su puerta a cero y eso es bastante inusual.
El Sevilla de Marcelino no acaba de jugar bien, tampoco lo hace mal, cierto es, pero mientras sí, mientras no, llena su granero de puntos. Ya tiene 7 en las tres jornadas que se llevan contabilizadas después de que un solitario gol de Kanoute le sirviera para derrotar a una Real Sociedad bien ordenada, aunque algo cándida. Los blancos, además, pueden pellizcarse incluso para creer que estuvieron más de noventa minutos, es decir, un partido entero, sin encajar ni un solo tanto por parte del adversario.
No es ésta una mala noticia para un equipo con tantos problemas a la hora de saber conjugar el juego hacia arriba con el menos agradable, con el que tiene que ver con los conceptos defensivos. Porque este Sevilla no tiene tan mala defensa como algunos pregonan, pero sí cuenta con el hándicap de poner en liza a demasiados hombres con escasa tendencia a arremangarse en las tareas más ingratas. ¿Quiere esto decir que sus futbolistas no sudan la camiseta, que no son buenos profesionales? En absoluto, correr sí corren lo indecible, el problema es que muchas veces lo hacen hacia arriba sin tener en cuenta que deben dosificarse también para impedir que sus zagueros se vean desprotegidos cuando el rival tiene el balón en su poder.
Pero Marcelino ya se ha encargado de pregonar que eliminar esos hábitos exige más tiempo y que es cuestión de prolongar los buenos momentos durante más tiempo en los partidos. Ayer su equipo le dio la razón en este sentido, ya que el Sevilla, con independencia de que la Real Sociedad también tiene que contar con alguna opción de hacer gol, faltaría más, estuvo más centrado a la hora de protegerse y permitió muy pocos acercamientos hasta Javi Varas. Como es complicado que con tanto arsenal arriba no llegue el momento de festejar con la hinchada algún gol, pues acabar con la puerta propia a cero es sinónimo de triunfo.
Son axiomas bastante simplistas, es cierto, pero el fútbol, a veces, exige precisamente eso, que no se lo compliquen a los protagonistas directos. Los futbolistas entienden mejor los mensajes cortos y tal vez por ello Marcelino ande empeñado en no marearlos con un esquema diferente sobre el campo. El dibujo volvió a ser dogma de fe y con la recuperación de Kanoute el Sevilla se dispuso con cuatro delanteros, sí con cuatro, porque Jesús Navas y Perotti, una vez más, lo volvieron a ser para acompañar arriba a Negredo y al propio Kanoute. La ocupación de las zonas, por tanto, no era la mejor, como casi siempre, pero los locales sí supieron sobreponerse a un inicio dubitativo para imponerse sobre el campo a una Real Sociedad que también está en fase de construcción. Como casi todos los equipos a estas alturas.
El primer susto para los blancos llegaba a los 40 segundos, pero Escudé supo cruzarse en el disparo de los realistas. Eran momentos de duda para el cuadro local y en ello tenían que ver las numerosas imprecisiones a la hora de mover el balón. Pero el Sevilla fue creciendo poco a poco, Trochowski dio el primer aviso con un disparo desde fuera y eso condujo a una fase en la que no se sabía si el dominio correspondía a los hombres de Marcelino o no. En teoría, era así, pues la pelota estaba en su poder más que en el del rival, también trataban de acercarse hasta Bravo, pero sin mucho éxito. Era la viva imagen de este Sevilla tan indefinido, que ni acopia méritos para los elogios ni tampoco deméritos para ser censurado más de la cuenta.
En esa línea se jugó casi todo el primer periodo, pues el último tramo sí dejó atisbar un cambio bastante considerable. Medel, primero, y Jesús Navas, sobre todo el palaciego, debieron marcar el primer tanto antes del intermedio y además las dos opciones llegarían después de jugadas de mérito. Varios toques, desmarques, velocidad y, por qué no decirlo también, escaso acierto, pues cuando Negredo dejó a Jesús Navas de cara y con el balón controlado éste debió batir a Bravo.
Tras el tiempo de reflexión, Marcelino pretendió ganar hombres por dentro y le dio instrucciones a sus extremos para que no jugaran sólo junto a la cal, que irrumpieran por dentro para sorprender al rival. El Sevilla ya mostraba, pues, una mejor cara cuando Medel se decidió a romper líneas, combinó con Negredo y éste le puso un extraordinario pase de cabeza a quien no falla, a un Kanoute igual de eficaz que siempre.
El Sevilla se había puesto por delante y desde entonces dejó atisbar que su fuerte en el presente curso puede ser salir a la contra. Para ello también fue fundamental la clarividencia de Rakitic y la capacidad de Manu del Moral para romper desde atrás. El Sevilla jamás recurrió a los pelotazos para defender su renta y sí apostó por salir, por atacar al rival para alejarlo del área propia. Debió materializar el dos a cero, pero no lo hizo y eso provocó cierta incertidumbre al final. Faltas al borde del área, demasiadas tal vez, algún cabezazo de los donostiarras con cierto peligro... Fue más un peligro temido que real, pues el Sevilla esta vez sí defendió con orden. Y así, mientras Marcelino sigue buscando la fórmula adecuada, los puntos se incrementan en el casillero sevillista. Es la mejor manera para fortalecer los conceptos.
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