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Fútbol en las venas y el apellido

  • Cala, cuyo padre jugó en el filial, se siente un privilegiado al estar en Rota y mira al futuro con humildad

Aprender más fútbol del que ya lleva dentro. Ésa es la intención y el empeño que tiene Cala durante su aventura con el primer equipo en Costa Ballena. Sevillista casi desde la cuna, este central que recibe los mimos de los técnicos nervionenses no se deja impresionar por compartir trabajo con los que hasta hace poco eran sus ídolos. "No puedo verlos desde un punto de vista de aficionado, porque estaría todo el tiempo pidiéndoles fotos y autógrafos", afirma. A sus 18 años, transmite responsabilidad, la de haber firmado este verano su primer contrato profesional por cuatro temporadas. Ahora debe devolver tanta confianza depositada, pero con calma.

El discurso de Juan Torres Ruiz, Cala, (Lebrija, 26-11-89) rezuma fútbol y sevillismo por todos lados. "Yo llevo aquí ocho años. Llegué en el segundo año de alevines, el último año que estuvo en Segunda. ¿Con Caparrós?". Sí, la temporada 2000-01, la del ascenso que abrió el ciclo de los éxitos. "Ahí llegué yo".

Su nombre futbolístico, Cala, le viene de su padre, Juan Torres Cala, que llegó a jugar en el Sevilla Atlético junto a Ruda o Maraver, según recuerda su hijo. También es secretario técnico del Antoniano, club que refundó en 1992 junto a Antonio Calvo, tras la fusión obligada con la Lebrijana por cuestiones económicas. "Yo soy muy sevillista desde chico por mi padrino Jesús Sánchez. Mi padre tira más para el Barça, y también es sevillista. Pero yo tiro más contra la Lebrijana que contra el Betis".

Su primer mentor en el Sevilla fue, como en tantas otras ocasiones, Pablo Blanco. "Cuando el Antoniano jugó con el Sevilla, en alevines, le gusté mucho por mi desparpajo y por cómo hablaba dentro del campo". Pero han sido muchos los técnicos que han ido puliendo a este central, con proyección hacia el medio centro, que destaca por su colocación, su sentido táctico y su juego aéreo. "Empecé de delantero y en infantiles Antonio Leyva me dijo que yo acabaría de central, si quería ser alguien en el fútbol. Mariano Pulido ya me puso ahí. Y Ramón Tejada, como sabía que tenía cualidades para hacer fútbol de ataque y contaba con los centrales Moisés y Bernardo, me ponía a mí ahí. Pero mi puesto es de central, con la ventaja de que no lo hago mal en el medio".

Ese desparpajo en el campo que gustó a Blanco lo aprendió oliendo a linimento. "El central tiene que hablar, porque hablar dentro del campo es fundamental. Llevo metido en el vestuario del Antoniano desde los dos años y he aprendido mucho de la gente y de mi padre, que fue lateral derecho del filial".

Antonio Leyva le dio un consejo que ahora está teniendo frutos, y él se lo agradece. "Me marcó mucho Antonio Leyva, un entrenador que va por derecho. De Pulido cogí muchas cosas, de Chesco, de Ramón Tejada, que nos ha hecho campeones de Copa. Con Jiménez llevo tres años entrenando y se aprende muchísimo. Te imprime un carácter tremendo. La presión que te pueden meter cuarenta mil aficionados te la mete él solo. Cuando tienes el balón y la pierdes sólo temes su grito, no a los cuarenta mil aficionados. Te entrena muy bien para cuando estés en el campo".

En eso está ahora, preparándose para su futuro a corto plazo, pero no se engríe por el gran paso dado. "Me siento muy afortunado por venir a la pretemporada, para mí es lo más grande que me ha pasado hasta ahora. Me siento muy valorado. Mi sueño desde chico siempre ha sido jugar en Primera División y, más concretamente, en el Sevilla. Pero mis retos son a corto plazo. Me voy marcando metas y todo lo que venga será bueno, y si no, a seguir trabajando en el filial. Debutar en el Sánchez-Pizjuán sería lo más grande, ante cuarenta y pico mil aficionados, con tu equipo de siempre".

Su irrupción, no por esperada, ha sido menos fulgurante. Debut con el Sevilla Atlético, el campeonato de la Copa del Rey con los juveniles y la llamada para la pretemporada con el primer equipo. ¿Siente presión por ello? "Los encargados de meterme la presión son el míster, Jiménez, Monchi y Víctor Orta, que está en la secretaría técnica, y la gente del club. Y a mí todavía no me han transmitido presión, me han dicho que aprenda mucho, que siga trabajando igual, que sea igual de humilde y que siga así. Yo vengo aquí a trabajar y a aprender de todo el mundo, del cuerpo técnico, de los jugadores, de los utilleros, de todo el mundo".

En su aprendizaje se sorprende de la enorme profesionalidad que hay en el entorno del primer equipo: "Me llama la atención cómo se cuidan, cómo trabajan los fisios hasta las doce y media de la noche dando masajes, cómo cuidan su herramienta de trabajo. Lo profesional que es cada uno dentro y fuera del campo". Ahora está ilusionado con la posibilidad de ir a Moscú con el primer equipo. Más adelante, sabe que su papel estará en el Sevilla Atlético. Para despuntar en el primer equipo, aún hay tiempo.

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