Deportes

Historias del rugby de antes

  • Con el derbi como telón de fondo, Carlos Benito, ex tercera del Ciencias, y Josemi Villaú, ex segunda del Universidad de Sevilla, comparten sus experiencias y su pasión por el oval

El pretexto de la cita, el derbi del sábado (17:00) entre el Ciencias y el Helvetia -equipo resultante del CAR y el Mairena, y éste a su vez heredero del Universidad de Sevilla-, pronto se va al garete y la conversación deriva en historias de rugby. Rivales antaño en el campo, hoy conversan sobre el oval con una pasión que emboba. Carlos Benito (13/09/73) y José Miguel Villáu (30/10/71) van con prisa y hablan con pausa, están cómodos tras ventilarse una infusión y un café, quién lo diría en dos tipos que frisan los dos metros y superan los 100 kilos. Que ellos hablen y los demás disfruten.

"Coincidimos en el CAR unos meses por la desaparición del Aljarafe y luego varios nos fuimos al Universidad de Sevilla", recuerda Villaú. "Estuve en el CAR hasta los 19 años y me cambié al Ciencias. Mi hijo se ríe cuando me ve en una foto en el Sadus, con el equipo de Sevilla que ganó un Nacional universitario, y Manolito Herrera nos vistió del Uni", bromea Benito.

Coincidieron en la andaluza y en la española, pero matiza el que fuera número ocho científico: "La diferencia es que él jugó 40 partidos internacionales y yo, cuatro. Los dos estábamos contra Holanda en Mallorca. Yo viajé el viernes y Josemi, el sábado. Sólo llevé zapatos y botas, olvidé los botines, y lo llamé para que fuera a casa de mis padres a recogerlos porque yo iba con el chándal y zapatos…".

Aquel rugby o éste, ¿cuál es mejor? "Cada vez es más un juego de ajedrez, de posicionamiento, con muchas fases para encontrar huecos. Hay un desgaste mayor", apunta el ex segunda del Uni. "Evoluciona. Ahora son más fuertes y las defensas están más organizadas. Aunque esté en la segunda categoría, no creo que el Ciencias sea peor que El Salvador, el Quesos o la Santboiana, pero ellos tienen seis profesionales, un apertura que mete 20 puntos y un ocho que revienta al chavalito que intentas sacar de abajo", dice el ex directivo del hoy Fundación Cajasol.

El valor pedagógico entra en escena. Jacobo, hijo de Carlos, está en la cantera científica: "¿Por qué el rugby y no el tenis? Es un deporte de equipo. ¿Por qué el rugby y no el fútbol? Por el corte de los padres, de los educadores, del arbitraje y del respeto a unas normas. Juegan 15, todo está muy ordenadito y eso se basa en la disciplina y el orden, valores que aportan a mi hijo. ¿Pero quiero que sea profesional? No".

Abunda en esta idea el actual tesorero del Helvetia: "El mío no está jugando aún, supongo que lo hará. Yo, encantado, como si probara con el balonmano. Está con el futbito en el cole y no me agradaría que fuera más allá por lo que dice Carlos, en la banda hay cualquier cosa menos un educador". "En mi casa está prohibido que juegue al fútbol", zanja el científico, quien añade otro plus: "La cantidad de amigos que haces. Conozco a gente en Nueva Zelanda, en Argentina, en Inglaterra".

Un señor en el campo. Así hablaban de Villaú. ¿Qué opina uno de sus adversarios? "Tenía una capacidad de concentración y sacrificio por encima de los demás. Y un sentimiento de trabajar para un colectivo. Cuando alguien pega un guantazo o protesta al árbitro, mira por él mismo. Este tío no ha hecho eso en la vida. A él no se le cruzaban los cables en los 80 minutos. Yo no lo viví, pero Antonio Palomo fue a verlo a Francia, en la segunda parte lo cambiaron y todo el estadio estaba de pie aplaudiéndolo. Palomo lloraba como una madre porque lo había entrenado y porque es su amigo. Esto lo define". "Tienes el café -era infusión- pagado", replica Villaú.

Benito era más "de contacto pero no marrullero", dice el aún espigado Josemi -ahora le da mucho a la bici con Carlos Venegas, amigo de ambos, y se ha embarcado en el mundo del parapente-. "En el rugby hay tíos duros, pero no cobardes, que sería el que te ve con las manos pilladas, te endiña y pide el cambio", expone Villaú, mientras Benito cita algunos sanguinarios de aquella etapa que jugaban en Valladolid o en Sant Boi.

La charla oscila hacia las delanteras... "El otro día le dije a Venegas que tras 20 años jugando me he dado cuenta de que la primera línea marca la diferencia", afirma Benito. "Yannick, un amigo de cuando jugué en Mont de Marsan", relata Villaú, "me dice que lo que cuesta pasta en Francia es el tres y el cinco, un pilar de 1,90 y 150 kilos, y un segunda de 2,04 y 125 kilos... así el ocho puede tener menos técnica, la segunda línea está más tranquila...".

Toma la palabra el científico para lanzar una loa a los primeras líneas: "Son tíos extremadamente fuertes, normalmente callados y sacrificados. Así es el perfil humano de ese puesto. En un vestuario tienes un tío con 34 años, hecho un animal de ir al gimnasio, que todo el partido se dedica a sacrificarse por ti y que toca tres balones en 80 minutos; tú lo ves con 25 años y piensas hay que ver la que se está dando ese tío por mí. Los hace ser personas especiales".

Hasta los 35 tacos aguantó Villaú y Benito colgó las botas dos años antes: "Josemi me dijo que cuando me retirara no apareciera por un entrenamiento en cuatro años porque siempre falta uno y de repente te ves en Gecho. Luego volví al segundo equipo, me rompí el bíceps y se acabó el rugby". El universitario admite que "aún se me van las piernas en la grada, donde se ve todo muy fácil".

¿Y los derbis...? "Ellos eran mejores al principio y poco a poco fuimos mejorando y los partidos estaban más reñidos. Llegamos a ser subcampeones de liga", rememora Josemi. Carlos, zorro en el arte de la guasa -y muy aficionado al carnaval de Cádiz-, se la tira a su interlocutor: "Íbamos perdiendo una final de la FAR contra vosotros, el árbitro dio ocho minutos de alargue y metí un ensayo para remontar en el 88...". "El resultado no lo sé, pero pitaba Chicharro, eso seguro", replica Villaú antes de despedirse y citarse con Benito el sábado en el campo de la Cartuja. Eso sí, como meros aficionados.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios