Real Betis

Mandi y el tesoro de la unanimidad

  • Discutido en sus principios en Heliópolis, el argelino genera hoy un consenso casi total entre los aficionados béticos

Mandi da un pase ante el rayista Álvaro García.

Mandi da un pase ante el rayista Álvaro García. / Antonio Pizarro

En terreno heliopolitano no guardan un buen recuerdo del ejercicio 2016-17. Si bien Miguel Torrecilla quiso apuntar a los diez primeros puestos antes de empezar, el Betis acabó muy a la deriva en el último tercio de competición. La brújula de Víctor Sánchez del Amo se torció y el equipo no sólo bajó sus prestaciones; llegó a encajar alguna goleada deshonrosa, como ese 4-0 en Butarque. Aquellas penas parecen enterradas año y medio después, con el club inmerso en competición europea y un aspecto renovado.

Sólo tres jugadores del plantel que acabó esa campaña permanecen actualmente a órdenes de Quique Setién: Sanabria, Joaquín y Mandi. El caso del argelino es cuando menos llamativo, pues estaba en el punto de mira en aquel verano de 2017. Sus frecuentes errores en el marcaje o en la salida del balón habían sacado de quicio a gran parte de la grada y parecía tener muchas papeletas para ser traspasado en la particular purga iniciada por Serra Ferrer y sus colaboradores. Al filo del 2019, sin embargo, Mandi es uno de los nombres propios del cuadro verdiblanco.

Su evolución durante el curso pasado fue colosal, pero ha sido en el presente en el que ha obtenido el reconocimiento unánime de la afición bética. Más fuerte y con una avanzada interpretación del juego, es una pieza innegociable para su entrenador, que lo ha utilizado durante 1.936 minutos entre todas las competiciones. “La progresión que ha tenido ha sido la mayor que he visto yo en un futbolista en 40 años que llevo metido en el fútbol”, subrayó Setién en un campus infantil a principios de julio.

Naturalmente, la conexión con el cántabro ha sido decisiva en esa mejoría. El magrebí se mueve como pez en el agua en el circuito verdiblanco. Y el esquema de tres centrales beneficia su iniciativa con la pelota. Recostado cerca del flanco derecho, Mandi tiene perfectamente interiorizada la hoja de ruta: sabe cuándo conducir, cuándo pasar y también dónde ofrecerse para liberar a un compañero. Y de ahí su altísima cuota de participación: en la Liga promedia 89,1 intervenciones en el juego por cada 90 minutos. Se siente consagrado bajo el mando de Setién. Y eso se palpa en los números.

Sus estadísticas de pase también llaman la atención, pues es el jugador del campeonato español que más entregas buenas (1.248) ha realizado, algunas más que el barcelonista Rakitic. Y si bien esa condición es una consecuencia directa del estilo del Betis, Aïssa la porta con un valor añadido: más de un 69% de sus pases son hacia adelante, un porcentaje mayor al de otros zagueros heliopolitanos. Sidnei, por ejemplo, sólo busca a un compañero más avanzado en el 58% de sus desplazamientos.

El impacto del argelino en el desarrollo del juego bético está más que probado, aunque en lo que va de temporada, además, ha protagonizado un puñado de acciones concretas que han significado puntos para los suyos. En la tercera jornada, la del derbi, encontró la cabeza de Joaquín con un centro trazado con compás desde el pico del área. En la sexta, en Gerona, se lanzó como un guepardo para interrumpir un tiro a bocajarro de Doumbia cuando el costamarfileño ya se frotaba las manos. Y en la penúltima, en Cornellà-El Prat, expolió un gol de un modo similar a Borja Iglesias, estando el gallego ya mano a mano con Pau López. Las tres veces, la victoria acabó en las alforjas del Betis.

Todo parece producto de la confianza. Aunque aún arrastra algún despiste eventual, Mandi ha dejado atrás las críticas de su primer año en España. No es que su prestigio haya cambiado, es que a día de hoy muy pocos seguidores béticos discuten su titularidad. La unanimidad es difícil de medir, pero es evidente que el apellido del central ya genera consenso en el Benito Villamarín.

Su rendimiento en los primeros meses de competición ha reclutado a gran parte de los escépticos. Junto a Bartra, Canales o Guardado, el magrebí forma parte de una espina dorsal cada vez más consistente. Setién, que en su momento no abortó la salida de Pezzella, debe estar contento.

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