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Maracaná, un búnker

  • El Gobierno brasileño saca a las calles de Río a 10.000 agentes.

Las autoridades brasileñas movilizaron a un total de 10.000 efectivos para evitar disturbios en las inmediaciones del mítico estadio Maracaná durante la final de la Copa Confederaciones, entre Brasil y España. Es el mayor despliegue de seguridad de la historia deportiva del país sudamericano, que durante la Copa Confederaciones vivió una ola de protestas populares contra la corrupción y los millonarios gastos públicos en el torneo y en el Mundial de fútbol de 2014 y en demanda de más inversiones en salud, educación y transporte público.

Los manifestantes se concentraron en la Plaza Saens Peña, en el barrio de Tijuca, a unos dos kilómetros del estadio, e iniciaron su marcha en medio de los aplausos de personas que se asomaban a los balcones de los edificios.

El esquema de seguridad -formado por policías, agentes de la Fuerza Nacional e integrantes de las Fuerzas Armadas- virtualmente aisló a uno de los estadios de fútbol más famosos del planeta, al cual sólo tuvieron acceso las personas con entradas para el partido y habitantes de edificios vecinos al Maracaná que presentaran un pase suministrado por las autoridades.

El cordón policial fue armado en las primeras horas de la mañana, ante la anunciada decisión de manifestantes vinculados a la organización Comité Popular de la Copa de realizar una protesta delante de la entrada del estadio.

El cerco del Maracaná fue anticipado en una hora, y con ello logró frustrar el intento de miles de manifestantes de superar el límite de la "zona de exclusión".

Muchos manifestantes demandaban la renuncia de José Maria Marin al comando de la entidad y del comité organizador local del Mundial de 2014 (COL). "Queremos su salida por falta de aptitud moral, por su incapacidad administrativa y por ser un cachorro de la dictadura", expresó el líder del grupo, Joao Herminio Marques, en referencia a las denuncias según las cuales Marin -un político vinculado al régimen militar brasileño (1964-85)- fue el autor de la denuncia que llevó al arresto y a la muerte bajo tortura de un respetado periodista brasileño, Vladimir Herzog, en 1975.

"El Gobierno brasileño debe imponer la salida de Marin del COL, (porque), al final, un cachorro de la dictadura no puede conducir el Mundial", sostiene un documento divulgado por los manifestantes.

También se registraron protestas en la ciudad nororiental de Salvador de Bahía, en las inmediaciones del estadio donde se jugó el partido entre Uruguay e Italia por el tercer puesto de la Copa Confederaciones.

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