Liga Europa: sevilla - friburgo · la crónica

Mejor ganar a la espera de 'la tecla' (2-0)

  • El Sevilla encarrila su clasificación para la siguiente fase de la Liga Europa tras derrotar al Friburgo, su teórico máximo rival. El penalti, y expulsión, sobre Bacca sirvió para aclarar un partido bastante gris.

La máquina del Sevilla de Unai Emery sigue sin funcionar de manera convincente, pero mientras esto llega lo mejor es ir sumando triunfos que sirvan, al menos, para que los nervionenses puedan tener toda la confianza en sus propias posibilidades. Eso, como ya viene siendo una norma en la actual Liga Europa, volvió a acontecer este jueves en el Sánchez-Pizjuán, donde los blancos se impusieron con nitidez a un Friburgo que demostró ser bastante inferior a pesar del pedigrí que siempre otorga participar en la Bundesliga alemana. Seis puntos, seis victorias en otros tantos encuentros si se acumulan también las dos eliminatorias previas y lo que es más importante, la clasificación prácticamente encarrilada con sólo dos jornadas de la liguilla contabilizadas.

Con semejante balance, al menos en la competición continental que tanta gloria le ha dado al Sevilla Fútbol Club, los seguidores de la causa nervionense deberían tener motivos más que sobrados para estar satisfechos con los suyos. Pero no es así y la razón es bien sencilla, el equipo no acaba de funcionar como se espera de él, como un motor que suene limpio en todas sus piezas, como una orquesta perfectamente afinada y sincronizada... No, el conjunto de Unai Emery tiene voluntad, eso nadie se lo puede negar, pero la conjunción de todos los elementos sigue sin ser la acertada. En definitiva, y acudiendo a las sentencias del propio entrenador vasco, la tecla adecuada no acaba de ser tocada.

Da la sensación de que el máximo responsable de la parcela deportiva sevillista va variando al equipo en busca de ese momento mágico, para él, en el que todo comience a rodar como desea, como lo tiene en su mente al menos. Como desea él y como lo quieren todos los sevillistas, por supuesto. Este jueves, a la hora de confeccionar el equipo, no se produjeron muchas variantes respecto al once que saltara a Anoeta el pasado sábado. Nada de refrescar, pues, ya que sólo Javi Varas, Perotti y Bacca no habían estado en el equipo que arrancara frente a la Real Sociedad. Eso sí, se produce una variante considerable en lo referente a la disposición, pues salió Cristóforo del once y Rakitic volvió a retrasar su posición muchos metros para darle salida al balón. Volviendo a los deseos expresados por el propio Emery, con Trochowski más centrado, casi cerca del delantero, en este caso Bacca, el objetivo sería tener solidez pero también más posesión del balón.

Sí, para los amantes de esas estadísticas tan absurdas en el fútbol, posesión tendría más el Sevilla, porque el balón casi siempre estaba en los pies de uno de los suyos, pero llega más o menos el minuto 20 del juego y cuando se realiza un ejercicio crítico de lo acontecido la conclusión es que se trata de un fútbol absurdo, casi diluviano. Si antiguamente eran los centrales quienes se echaban el balón unos a otros, ahora quien pulula por allí es Rakitic, con la pérdida que eso supone en zonas de mayor riesgo para el rival, para sobar el balón y darse cuenta de que no tiene posibilidades de pases eficaces en líneas más adelantadas. ¿La solución? Pues otra vez a los zagueros o un balón largo de él, ¡o de los centrales!, en busca de la velocidad de Jairo o Figueiras. Claro que con tantos metros la posibilidad de acierto en la conexión disminuye bastante.

Ése fue el fútbol del Sevilla durante la primera fase del choque contra el Friburgo. Un juego pastoso, lento, aburrido, sin apenas riesgos, entre otras cosas porque los delanteros comprueban cuando acuden hacia atrás para recibir la pelota que ésta jamás les llega y que sólo pueden recibirla en esos pases de quaterback que mete Rakitic o algún central de vez en cuando. Ni Trochowski ni Perotti, tampoco Jairo o Bacca, podían servir de enlaces en ese tramo del litigio.

Todo variaría cuando Rakitic, cabe suponer que por decisión de su banquillo, decidió adelantar varios metros su posición y se situó casi en línea con Trochowski para presionar al Friburgo en su salida. Del 1-4-2-3-1 se pasó a un dibujo más parecido a un 1-4-1-4-1. Más riesgos, es verdad, pues Iborra perdió algún balón con cierto peligro, pero al menos el Sevilla cambió el paso y su fútbol llevó algo más de inquietud a un Friburgo que ya veía cómo todo tenía lugar mucho más cerca de Baumann. ¿Quiere esto decir que Rakitic ya no bajaría más a acarrear el balón desde atrás? En absoluto, se está analizando un partido de fútbol, con elementos en movimiento, no un futbolín en el que los jugadores permanecen fijos en una barra.

Sin que se produjeran ocasiones claras de gol tampoco, el Sevilla había cambiado de estilo y así continuaría tras el intermedio. Figueiras le dio dos sustos de los buenos al Friburgo por su banda, había entrado por Marko Marin por Trochowski, todo era mucho más lógico en definitiva. Y ahí llegó el pase de Rakitic a Bacca que lo cambió todo de manera definitiva. El colombiano fue derribado por Diagne, penalti y expulsión. La jugada no había podido salir mejor para el Sevilla.

El triunfo de los blancos estaba encaminado con 1-0 y diez futbolistas el rival, pero a pesar de ello siguió habiendo una fase de nervios. El Friburgo lo intentó entonces, pero la defensa sevillista se parapetó detrás de un Iborra que ejercía bastante bien de aduanero para no dejar pasar a casi nadie con ventaja. Y ya con Rabello en el terreno de juego, la cosa comenzó a virar de una vez por todas. El Sevilla ya sí tuvo oportunidades claras para hacer el segundo gol, pero las picaditas de Marko Marin, Bacca y el propio Rabello no llegaron a entrar. Hasta que Jairo hizo la jugada de la noche y le dio el segundo tanto a Bacca en bandeja. Los blancos sumaban los tres puntos en juego y siguen dándole pistas a su entrenador para que éste dé con la tecla. A ver...

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