Noche de revanchas en el Camp Nou
Liga de campeones
Varios duelos personales condimentan el Barcelona-Inter de la vuelta de las semifinales de la 'Champions'.
Son 22 hombres que se juegan el pase a una gran final, sí, pero el Barcelona-Inter de este miércoles incluye además una serie de duelos condimentados por ansias de revancha en lo personal.
El más claro es el del camerunés Samuel Eto'o y el sueco Zlatan Ibrahimovic. Un año atrás, la semifinal de la Liga de Campeones habría sido muy diferente, ya que Eto'o jugaba en el Barcelona y el gigante Ibra en el Inter. Eto'o sabe que ahora no puede aspirar al aplauso y el reconocimiento del Camp Nou, ése que recibió en el choque de la fase de grupos, cuando el Barcelona se impuso por 2-0. Hay demasiado en juego como para pensar en florituras de relaciones públicas por parte de un jugador que se fue del club con la convicción de que no se le agradeció lo mucho que aportó. Ni hablar en el caso de que el camerunés sacuda las redes: los 98.000 espectadores en el Camp Nou difícilmente recordarán que alguna vez disfrutaron de sus goles.
La situación de Ibrahimovic es diferente. El sueco nunca ganó la Liga de Campeones, viene de una temporada en el Barça que no es mala, pero tampoco buena y, si existe una oportunidad para que el público se entregue a él, ésa es ésta, convirtiéndose en héroe ante su ex club.
"¡No seas vigilante (delator), la concha de tu madre!", le gritó Gabriel Milito a su hermano, Diego, en marzo de 2003. Se enfrentaban en uno de los grandes clásicos del fútbol argentino, el que mide a los dos equipos de Avellaneda, Independiente y Racing. Diego le había hecho notar al árbitro que su hermano, que acababa de cometer una dura falta, ya tenía una tarjeta amarilla. Los Milito no estuvieron lejos de terminar a golpes. "Me dio tanta vergüenza que quería desaparecer", recordó tiempo después Mirta, la madre del defensa y el delantero, que aún sueñan con que Diego Maradona los lleve a ambos al Mundial de Sudáfrica 2010.
Vergüenza no es lo que siente Leo Messi, en absoluto. Pero sí tiene un cosquilleo interno, cierta ansiedad. "Está picado", aseguró la prensa local acerca del mejor jugador del mundo, que tras su exhibición del 6 de abril ante el Arsenal con cuatro goles lleva cuatro partidos sin anotar. "Al Arsenal ya le metió cuatro, ya veremos cuántos le caen al Inter", pronosticó, optimista, Carlos Rexach, el hombre que forzó la firma del primer contrato del argentino -en una servilleta- una década atrás. El argentino tiene además la oportunidad de tomarse revancha de su particular estadística ante José Mourinho, a cuyos equipos enfrentó seis veces y en ninguna pudo anotar.
El duelo no será personal, aunque tantas sean las diferencias y sólo el amor por la buena ropa los una. Pero Mourinho y el entrenador del Barcelona, Josep Guardiola, sí mantendrán un pulso de estilos futbolísticos, un mano a mano táctico.
Y queda el duelo indirecto, ése que el holandés Wesley Sneijder quiere librar con el Real Madrid. El mediocampista del Inter, que estará en el partido tras entrenarse sin problemas, tiene la final a un paso. Y no es una final cualquiera, es una final en el Santiago Bernabéu, el estadio del Real Madrid, el club que hace unos meses se deshizo de él. Inmejorable oportunidad para responder al desprecio con goles.
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