Nadie podía esperar que en la jornada 8 el Betis Baloncesto fuera colista de la LEB Oro. Acostumbrado a perder en ACB, no levanta cabeza tampoco en la segunda categoría del baloncesto nacional y, de momento, ni los fichajes ni los cambios en el banquillo han cambiado la dinámica de un conjunto hecho tarde y mal y cuyo primer damnificado ha sido Javi Carrasco. Bruno Savignani tomó las riendas y, como con el técnico sevillano al frente, los suyos desaprovecharon una buena renta ante el Tizona Burgos para acabar perdiendo. La sexta derrota en siete partidos de un equipo que necesita ganar con urgencia ante la incongruencia de alguno de sus responsables que insisten en el mensaje del ascenso.

De ello puede hablar el Club Ourense Baloncesto (20:00), que tras una temporada complicada en la que fue su vuelta a la LEB Oro ahora ha sabido fichar y, manteniendo un bloque, asentarse de momento en la zona alta con cinco triunfos y dos tropiezos, el último en su anterior encuentro en casa ante un Fuenlabrada (68-80) que tampoco ha arrancado demasiado bien. Un técnico que conoce la liga, jugadores con experiencia y a volar. Todo lo que exige esta competición y que el Betis sigue sin entender tras fichar a Kaspars Berzins para completar una plantilla que cuatro jornadas después vuelve a contar con dos pívots.

Veteranía le sobra al letón, que a sus 38 años regresa a España tras ser fichado hace casi 20 años por el Unicaja para que alternara en la 2004-05 su presencia en el plantel de EBA con los entrenamientos del primer equipo. Sergio Scariolo lo hizo debutar en un partido navideño ante el CB Granada. La presencia con el primer equipo de Berzins fue mínima, apenas un minuto y medio en un encuentro oficial. Pero lleva casi dos décadas jugando en Europa, sobre todo en su país, aunque también en el Fuenlabrada, Cáceres o en el Obradoiro, con el que en la 2013-14 firmó 9,3 puntos y cuatro rebote en ACB.

Internacional letón durante casi una década, que nadie piense que Berzins es la solución a los problemas de un Betis Baloncesto que es colista en solitario de la LEB Oro. Eso no quiere decir que no pueda ganar en Orense, como pudo hacerlo en Logroño o Valladolid o ante el Gipuzkoa y el Tizona en casa porque individualmente cuenta con jugadores capaces de aguantar el pulso al rival, aunque carece de un líder que se eche el equipo a la espalda y tire con puntos del carro.

Ese rol debería ser para Eddy Polanco, pero en el anterior choque se empequeñeció en los momentos de la verdad fallando dos tiros ganadores. Por dentro Ismael Romero debe recuperar su mejor versión y por fuera el conjunto verdiblanco necesita afinar la puntería y mover la pelota en busca siempre del jugador liberado.

Sin embargo, mientras que Jordan Barnes no se entere que el baloncesto es un deporte colectivo el equipo perderá más de lo que ganará con su presencia en la cancha. Ocurre lo mismo en la posición de alero, en la que se echa en falta la intensidad defensiva que podría meterle el todavía lesionado Pablo Almazán, ya que ni Hanzlik ni Dedovic están siendo jugadores que marquen diferencias en uno u otro aro.

Enfrente, el Ourense seguirá sin poder contar con dos de sus jugadores más importantes como el ala-pívot Karamo Jawara y el escolta estadounidense Justin Turner, que se han perdido los últimos choques del cuadro gallego, aunque Félix Alonso cuenta con una amplia plantilla con dos bases nacionales que marcan el ritmo de su equipo y a los que es fundamental parar como Javi López y Sergio Llorente. Por dentro Radic y Gill son las referencias junto a Kacinas, mientras que Samuel Rodríguez es el motor en la cancha y Peter-McNeilly el peligro por fuera.

Pero el punto fuerte del cuadro gallego es la defensa, ya que con 69,2 puntos es el equipo que menos puntos encaja de media. A esta estadística se suma que es el quinto mejor en triples (37,8%), pero sobre todo marca las diferencias con el promedio de 18 asistencias por partido.

Las bajas, a las que une por problemas burocráticos la del chino Bolong Zheng, hacen que el Ourense tenga una rotación más corta, lo que podría aprovechar el conjunto bético para hacer un duelo más físico en el que la profundidad de banquillo pueda ser un factor positivo para un Betis Baloncesto necesitado de un triunfo. De un golpe en la mesa que cambie la dinámica de un equipo al que le urge un triunfo para empezar a creer en sí mismo y que el proyecto eche a andar, aunque sea con un mes y medio de retraso.