El derbi vuelve a ser 'clásico'
El derbi sevillano. El otro partido.
Mercado acentúa con su gol el claro sabor sudamericano del duelo más igualado de los últimos años. Estrada lleva la polémica a la calle.
Del dicho al hecho hay mucho trecho, o no tanto. Al partido de barrio que previó Sampaoli, queriendo explicar qué profundo significado social tienen estos encuentros, le dio forma definitiva Poyet con su inyección de garra. Fue el partido de rivalidad sevillana más igualado de los últimos años. Pudo el corazón con la cabeza. El sentimiento obturó el fútbol. Tarjetas, tanganas y polémica a falta de creatividad y exhibición artística. El derbi fue más futbolero que futbolístico. Ganó el Sevilla y el Betis lamentó el grave error de Estrada Fernández al anular un gol legal de Álex Alegría que hubiera sido la inmediata réplica al tanto de Mercado. De las Ramblas a Núñez pasando por Plasencia. El catalán lleva a la calle, haciendo honor a su primer apellido, el pique de la máxima rivalidad. Hagan juego, empieza el derbi callejero.
En esta vuelta a su versión más clásica, Mercado le dio sabor de clásico bonaerense. La banda sangre que lució en el Monumental de Núñez le dio ese punto de hambre cainita en el extraño remate con que despistó a Adán. Bruno se olvidó del balón que había envenenado Nasri y el ex defensa de River se dirigió a la platea de Fondo para cantar con rabia el único tanto del partido. El único tanto que subió al marcador. Ejemplificó a la perfección su tanto el sabor sudamericano de un duelo que exhalaba olor a mate desde ambos vestuarios.
Por idearios, ganó Poyet, entiéndase bien. El Betis volvió a competir en el Ramón Sánchez-Pizjuán después de años sin comparecer en Nervión. El uruguayo ha revitalizado un duelo que amenazaba ruina de tanta preeminencia sevillista, aunque su equipo apenas le hizo daño al eterno rival, más allá de la dureza de algunas entradas, de la habilidad de Petros para sacar amarillas y de ese gol que no subió al marcador. Sampaoli perdió la batalla de las ideas y ganó la del fútbol. Siguió sin plasmar el juego que anhela. Las ideas que proclama no se consolidaron tanto como lo está su filosofía amateurista. Su propuesta fue superior, en teoría, pero quedó trabada en las piernas de los verdiblancos y en la falta de verticalidad de los blanquirrojos. En la Liga el marcador es inamovible, en la calle, no tanto.
La emoción del derbi estuvo presente desde horas antes hasta la explosión final del sevillismo, expectante ante la incertidumbre del marcador. La puesta en escena volvió a ser espectacular. Eso sí es un clásico. Pero los cánticos hirientes se hicieron esperar. Los nervios casi atenazan las gargantas, no así el verbo de los técnicos, que se soltaron ante la prensa. Ganó el Sevilla gracias a un gol a balón parado de Mercado... Una vez más, la felicidad va por barrios. Igual que la rabia.
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