Deportes

Las cuatro edades de Monchi en el Trofeo Carranza

  • El isleño ofrece un emotivo pregón en el que recorre Cádiz de cabo a rabo y se vanagloria de haber vivido el clásico como aficionado, futbolista, director deportivo y, ahora, presentador

Como aficionado de Fondo Norte; como futbolista en la edición del 91; como director deportivo aquella vez que San Fernando nos echó una mano... y ahora como presentador del Trofeo Carranza. Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi, cerró ayer un ciclo que a todo gaditano le hubiera gustado completar: vivir del Trofeo de los trofeos desde cuatro apasionantes puntos de vista.

El director deportivo del Sevilla dio el pistoletazo de salida a la 55ª edición del cuadrangular tomando el testigo del periodista de Diario de Cádiz Pedro Espinosa, que ayer hizo las veces de presentador del isleño recordándole que “va a contribuir a unir un poco más la historia de Cádiz y San Fernando, porque comparten mar, cielo y casi tierra, hasta el punto que pocos son, en uno y otro lado del río Arillo, los que saben dónde está la frontera invisible que las separa”. “Monchi -continuaba Espinosa- presenta este año la pionera Copa de la Paz, la que sin tantas pamplinas de la plaza Mina unió a países en la vieja trimilenaria cuando las cadenas de televisión aún no habían aprendido a contar más allá del uno”.

Acto seguido fue el protagonista de la tarde el que tomó la palabra para iniciar su pregón y preguntarse “¿qué hago yo ahora? Un abanico de posibilidades se han abierto ante mi, opciones a cual de ellas menos indicada. Entre ese ramillete de posibilidades inverosímiles destacan por lo inadecuado y fuera de lugar la opción de improvisar como el bueno de Bertín Osborne o la aún más descabellada de cantar todos juntos el pasodoble de los pepperoni o la muy socorrida solución de tirar de wikipedia y soltar un rollo histórico de una hora y media… pero, como ninguna de ellas me convencía comencé a darle vueltas al coco y se me ocurrió buscar ayuda, colaboradores que pudieran suministrarme información suficiente para conseguir, al menos, un aprobado raspón en el examen al que me someto ante tan nutrido profesorado”.

Monchi decidió entonces entrevistarse “con gaditanos de pro, embajadores internos de Cai”, y el primero en caer fue el puente José León de Carranza: “Le he dado coba diciéndole que no se preocupe, que seguirá siendo el niño bonito de los gaditanos, que como el primero ninguno, y que él es y siempre será el puente. De los muchos datos que he sacado de nuestra conversación me quedo con la inauguración del Trofeo y la famosa tanda de penaltis del 62”. Y después de despedirse del puente, Monchi se dirigió a la playa Victoria, donde “en ese ambiente de gladiador de la Caleta, como diría el bueno de Manolín Gálvez, me he sentado en la orilla dispuesto a empaparme de lo que la playa Victoria me podía aportar. Y claro, hemos hablado de las barbacoas, un hervidero de gentes unidas por el buen ambiente y sin distinción de clases sociales”, que cada año acompaña al Trofeo Carranza.

El Falla, la Alameda Apodaca y el muelle vieron caminar al isleño hasta las Puertas de Tierra, donde “los cadistas dan rienda suelta a sus instintos más amarillos cuando de celebrar algún hito deportivo de su Cádiz se trata. Allí le he propuesto a las Puertas de Tierra que me hablaran del presente, de esta edición del Trofeo, y así me he enterado de que este año el cartel es puramente nacional. Junto aDeportivo, Valencia ySevilla estará el Cádiz, recién ascendido de división, no de categoría, porque ésa nunca la perdió”.

La última parada del paseo llevó a Monchi hasta el estadio Carranza, “donde he comenzado a bucear dentro de mi, para extraer de mi memoria RAM todo aquello relacionado con el Trofeo. Y he empezado a recordar a ese niño que de pequeño iba con su hermano Manolín y su tío Paco a Fondo Norte”. “He seguido sentado en la grada -proseguía- porque los recuerdos han seguido brotando y así ha aparecido la imagen en la que el niño se convirtió en actor principal, en la edición de 1991. Ahí estaba yo, jugando un Carranza, mi sueño de niño hecho realidad. Pero ahí no queda la cosa, el destino, caprichoso como pocos, quiso que mi bautizo como director deportivo del Sevilla con el Trofeo, fuera ni más ni menos que en mi pueblo, fue en la 50ª edición y además tuvimos la fortuna de ganarla. Pero para cerrar por completo el círculo que forma el aficionado, el jugador y el director deportivo, faltaba algo que jamás pude pensar que llegaría... Gracias por darme la oportunidad de pregonar el Trofeo de los trofeos que de niño yo soñaba con ver”.

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