Aún faltan escalones (1-3)

Sevilla-atlético de madrid

El Sevilla inicia el curso con una derrota contra el Atlético de Diego Costa, algo que ya viene siendo habitual. Los blancos tuvieron opciones, pero se hundieron en la recta final.

Francisco José Ortega

Sevilla, 19 de agosto 2013 - 00:55

El Sevilla aún tiene que subir varios escalones de la escalera para convertirse en el equipo sólido que tantas ilusiones ha despertado entre sus aficionados durante el presente verano. Los blancos cayeron ayer contra el Atlético de Madrid de Diego Costa, como ya se viene convirtiendo en algo habitual en los últimos tiempos, y no fueron capaces de confirmar durante noventa minutos completos esas expectativas levantadas. Está claro que el objetivo de acercarse a la cúspide de la otra Liga exige aún mucho trabajo, muchísimo, en el laboratorio.

No sería justo, sin embargo, quedarse sólo con el resultado final, con ese 1-3 tras los goles de Diego Costa y Cebolla Rodríguez en la recta final, que debe estar martilleando las cabezas de muchos sevillistas. Hasta el punto de hacerlos dudar sobre el verdadero potencial de ese nuevo proyecto cargado de caras nuevas. Tantas que hasta un futbolista como Iborra, que había llegado sólo un par de días antes después de un viaje por carretera desde Valencia, gozaba de la camiseta de titular tras la decisión de Unai Emery de alinearlo en un puesto de tanta trascendencia como es el pivote central.

En absoluto es una censura al entrenador semejante apunte, entre otras cosas porque el puesto se había quedado demasiado cojo con la venta de Medel y con la sanción de Cristóforo y tal vez no hubiera otra salida que otorgarle los galones a Iborra, pero el transcurrir del juego se encargaría de demostrar que tal vez fuera precipitado exigirle semejante esfuerzo. Tanto que las molestias musculares acabaron por mandarlo a la caseta de manera precipitada y, junto a la lesión previa de Pareja, imposibilitar de esta forma la opción de refrescar más las líneas ofensivas cuando éstas exigían permutas en busca de mayor velocidad arriba en medio de un calor africano.

Cosas que se deberían ir mejorando con el paso del tiempo, con el trabajo diario en busca de darle cierta coherencia a este grupo de futbolistas que, en muchos casos, aún no sabrán siquiera cuál es el nombre del compañero que está a su lado. Y esto contrasta sobremanera con el hecho de que el Atlético estaba enfrente exactamente con la misma batería de futbolistas que el curso anterior con la excepción de la entrada de Villa por Falcao.

Pese a ese inconveniente, el Sevilla, en el que cabe insistir que había sorprendido la presencia de Iborra por Kondogbia en el equipo inicial, sí ofreció una imagen considerablemente diferente al pasado más inmediato. Para empezar, le planteó el pulso en lo más alto a ese poderoso Atlético a base de buscar los pasillos interiores y de meterle velocidad a su fútbol. El arranque del partido no pudo ser más prometedor en ese sentido, pues los sevillistas iban con todas sus armas en busca del adversario y hasta podrían ponerse por delante en un espectacular cabezazo en plancha de Bacca que se estrelló con el travesaño.

Pero no fue así y el Sevilla se fue alargando después de un par de acciones individuales de sus futbolistas que conducían a la pérdida del balón. La defensa no tenía tiempo de salir desde atrás, mitad por esas imprecisiones, mitad por el miedo que les introducía en el cuerpo las galopadas de Diego Costa, y los delanteros se quedaban demasiado arriba. El Atlético comenzó a sentirse seguro e incluso tenía más tiempo del que le suele gustar a Simeone el balón en su poder.

En ese intervalo del juego llegaría un córner mal defendido, desviado en el primer palo para que Diego Costa rematara a placer. Mazazo para el Sevilla, pero el equipo de Emery no tardaría en recuperarse del mismo. Un robo del balón, de los pocos que hubo en esa zona, hizo posible un trallazo espectacular de Perotti a las cercanías de la escuadra de Courtois. Los blanquirrojos habían respondido al primer golpe, pero entonces comenzarían los inconvenientes físicos, sobre todo cuando el hombro de Pareja dejaba varado al central.

Emery tuvo que recomponer al equipo en el intermedio y lo hizo con Iborra en la zaga y Kondogbia en el centro del campo. Esa permuta no empeoró al Sevilla, entre otras cosas porque Vitolo tuvo una clara ocasión para ponerlo por delante y hasta Marin tendría otra posterior en un disparo lejano. Los locales se acercaban a Courtois, pero recibirían un segundo golpe físico cuando la musculatura de Iborra notó el exagerado esfuerzo y obligó al valenciano a parar por precaución. Con estas temperaturas y dos cambios obligados por lesión en el puesto de defensa central, ya era demasiado para no resentirse. El técnico introdujo a un central, Israel Puerto, en su puesto natural, pero el Sevilla se fue descomponiendo cuando Kondogbia se escoró en exceso hacia el interior derecho.

¿Quiere esto decir que el duelo se hubiera desequilibrado en favor del Atlético? Tampoco era eso, pues el Sevilla no dio un paso atrás y hasta trató de buscar la vía de Gameiro en el lugar del agotado Bacca. El problema es que las baterías de Vitolo y Perotti ya estaban igual de bajas, pero por motivos reglamentarios era imposible hacer más cambios. La última ocasión de ponerse por delante le llegaría a los nervionenses con un acercamiento con bastante calidad de Marko Marin.

La diferencia estuvo en que ésta no entró y no sucedería lo mismo con la que se le presentó a Diego Costa instantes después. Bastó con una pérdida en el centro del campo para que el brasileño le ganara el duelo individual a Fazio y anotara el 1-2. De ese mazazo ya no se iba a recuperar un Sevilla absolutamente fundido en el aspecto físico. Está claro que el Atlético aún está varios escalones por arriba y la cuestión es tratar de escalar la escalera poco a poco. Le queda aún mucho trabajo a Emery para engrasar la máquina, pero las piezas están.

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