Dos formas de ver la vida
El derbi sevillano: gran angular
El Betis gestó sus derbis más sonados nada más ascender y el mejor Sevilla visitante es el que va a Heliópolis.
Béticos y sevillistas tienen dos formas de ver el fútbol, y por tanto la vida: ya saben, el balompié es lo más importante de las cosas no importantes. Pero ambas aficiones comparten más de lo que creen. Sólo tienen que pararse a pensar un poco para percibirlo. Y en las vísperas de otro duelo, unos y otros coinciden en otra percepción añadida: cierta pesadumbre, temor incluso. El anfitrión es un pésimo local en esta Liga (5 puntos de 21 posibles) y el visitante tiene aún menos motivos para henchir su pecho (4 de 21). No obstante, el seguidor que quiera agarrarse a la historia para revitalizar sus sensaciones está de enhorabuena.
Desde el prisma bético, un guiño desde la hemeroteca: muchos, casi todos los derbis más gozosos, llegaron nada más ascender. El más recordado por los que peinan canas es aquel de la Liga 58-59, cuando la inauguración oficial del Ramón Sánchez-Pizjuán (2-4). Un tesoro guardado con siete llaves en lo más profundo de la memoria bética por lo que supuso, tras quince años de travesía desértica, incluso por ese desierto sin oasis posible de la Tercera.
Y qué decir de aquel Betis-Sevilla de la 79-80, la temporada de la vuelta de los campeones de la primera Copa del Rey tras su inopinado año en Segunda. Aquel 4-0 fue la última goleada bética en un derbi liguero en Heliópolis.
Partidos señalaítos para el bético joven: la doble victoria, 0-1 en Nervión y 2-1 en el Villamarín, de aquel 1995, después de que Serra dejara en tres los años de purgatorio en Segunda. Aquella Liga en la que un recién ascendido quedó tercero pero no fue a la Champions porque entonces sólo dos iban a las estrellas.
El último derbi venturoso del Betis en su retorno a Primera fue el de Beñat, mayo de 2012. Aquellas dos faltas directas que remontaron el gol de Negredo. Lo recuerdan hasta los más pequeños béticos. Y Mel, que lo recordó ayer.
El sevillista que quiera esperanzarse tampoco lo tiene difícil: viajar al sur de la ciudad supone la visita favorita, para los de Nervión, entre los clásicos de Primera. El Sevilla ha ganado 13 veces allí en Primera. Más veces lo hizo en Barcelona ante el Espanyol (17) o en Bilbao ante el Athletic (16), pero a estas dos ciudades viajó bastante más. Al Betis lo ha visitado en 44 ocasiones, al Espanyol en 67 y al Athletic en 71. El porcentaje de triunfos, pues, sonríe a los derbis: un 29,5% ante el 25,4% de los viajes a la Ciudad Condal y el 22,5% de los desplazamientos al Bocho.
Un vistazo más abajo, hacia otros clubes habituales en Primera, revela que sólo en un caso los sevillistas mejoran ligeramente con respecto a los derbis su promedio de victorias como visitante: ante el Málaga, CD antes y CF ahora. Treinta veces jugó en la Costa del Sol y ganó nueve: 30%.
Un matemático puede argüir que, en otros casos, los sevillistas lucen un pleno de victorias. Y es cierto: 100% ante el Extremadura. Una visita a Almendralejo y una victoria...
En este siglo que nos alumbra, la cosecha sevillista es aún más copiosa en Heliópolis: desde la 2000-01, sólo dos derrotas (la última hace nueve años), 6 empates y 5 victorias, incluidas una copera y otra continental.
La historia y sus asideros, según la lente al uso. Verde, o roja.
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