El fútbol como paliativo para un triste domingo

Desde mi córner

Sevilla y Betis se juegan gran parte del presente y casi todo el futuro en Anoeta y en Heliópolis

Domingo de órdago a la grande para el fútbol según Sevilla y que empieza a la hora de comer para seguir en una sobremesa de alta tensión al final de la Palmera. Están ambos envueltos en una dinámica alta con el Sevilla viendo que el anhelado título liguero podría convertirse en opción y con el Betis dispuesto a no dejarse apear de esa zona que da derecho a visar el pasaporte con el que circular por el fútbol del Viejo Continente.

Cronológicamente nos estalla en la cara un apasionante Real Sociedad-Sevilla, indiscutiblemente sugestivo. Está la Real viviendo días de vino y rosas, ya que tiene muy fresco el título copero, con Imanol Alguacil erigido en el personaje más querido en la actualidad easonense. La Copa ganada a sus enemigos más encarnizados se une a su situación en la tabla, con la quinta plaza momentáneamente asida en dura competencia con el Betis y el Villarreal.

Y a San Sebastián acude el Sevilla de otro guipuzcoano ilustre, ese Julen Lopetegui que tiene al equipo como un prototipo de fórmula y con las aspiraciones indudablemente fundadas. Un triunfo sevillista en Anoeta tendría un efecto fantástico de cara al futuro a la vez que favorecería los intereses de su vecino de toda la vida. Y ese vecino de toda la vida recibe en Heliópolis a un Valencia lleno de dudas y que se mantiene más por su potencial pasado que por su feble presente.

Sin embargo, ese dubitativo Valencia tiene muy buenos registros en feudo bético y eso da que pensar. No era este Valencia el que tanto amargó la vida bética, ni el Betis es como aquellos, pero de lo que no cabe la menor duda es de que el triunfo es de obligado cumplimiento para las huestes de Manuel Pellegrini. Hoy debería ser domingo de Feria con cartel de lujo en la Maestranza, pero a falta de pan buenas son las tortas que esta tarde nos ofrece la Liga sin solución de continuidad.

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