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La hora de la confirmación

  • El Sevilla busca ratificar la grata mejoría ofrecida ante el Lyon frente a un Alavés que llega como equipo revelación Ganso puede irrumpir pese a la anunciada continuidad del once

Nuevo partido con temperaturas por encima de los 30 grados, por ese caprichoso horario deudo del exprimidor televisivo que es la LFP, y nueva ocasión para ver la evolución del Sevilla de Jorge Sampaoli. Tras la exhibición de juego ofensivo ofrecida en la segunda parte ante el Olympique Lyonnais, llega la hora de la confirmación ante un rival, a priori, propicio. Un recién ascendido, el Alavés, se presenta como el contrincante ideal para soltar amarras en la Liga, aunque llega como emboscado equipo revelación.

El partido tiene sus aristas. La primera es el horario. No parece que en este veranillo de San Miguel sea lo más idóneo jugar un partido de alta competición a las cuatro de la tarde, pero así está montado el negocio de la Liga española, que justifica sus arbitrarios horarios por la necesidad de que los que pagan, léase, los operadores televisivos, saquen el máximo rédito a la inversión realizada, precisamente la que permite que los clubes españoles mantengan un alto nivel de competitividad. Es lo que hay y puede que al Alavés, acostumbrado al clima suave del Cantábrico en estas fechas, pague más el esfuerzo bajo el sol que un Sevilla más hecho a jugar y a entrenar a esta hora de la siesta. Pero no se debe olvidar que el martes pasado realizó un derroche de energía importante ante un equipo que si se caracteriza por algo es precisamente por la fortaleza física.

La segunda arista tiene que ver con esta última circunstancia. La Champions suele dejar resaca y los equipos que la juegan deben saber convivir con ella. Se trata de una resaca tanto física como mental, pues igual que el graderío del Sánchez-Pizjuán no se mostrará hoy tan entusiasta como el martes pasado, es comprensible que los jugadores que salten al campo no tengan el mismo prurito ganador, ese cosquilleo que deja en las barrigas el soniquete de las rutilantes estrellas europeas.

Lo de la resaca no es asunto baladí en tanto que Sampaoli ha anunciado la esperada continuidad en el once inicial. El entrenador argentino aún no ha podido repetir equipo, entre el salpicado de bajas en las distintas líneas y la búsqueda de la fórmula ideal con la que plasmar su cacareada idea de juego ofensivo. Y ya dijo en la previa que, dado que ha habido varios días de descanso desde el martes y que tras la cita de hoy llega el segundo parón liguero, no es el día para hacer rotaciones. Eso sí, puede haber algún retoque obligado, sobre todo por el estado físico de uno de los titulares ante el Lyon. Franco Vázquez recibió un fuerte golpe en el cuádriceps y ya venía dando muestras de un inesperado bajón de forma. En teoría, podría tener descanso, aunque el técnico sevillista lo incluyó entre los 18 elegidos para el partido. Si lo hizo para tenerlo como revulsivo en el banquillo sólo lo sabe él. Lo cierto es que, por las palabras cariñosas dedicadas a Ganso, explicando que puede tener sitio en la punta del rombo de la medular por detrás de los dos delanteros, el brasileño podría tener su tercera titularidad liguera.

Al margen de ese pequeño matiz en el once, el Sevilla debe darle continuidad a esa imagen de equipo con determinación, intensidad y dinamismo que desarboló al Lyon en la segunda mitad, con un sinfín de ocasiones y llegadas como para haber cobrado una renta mucho mayor.

Sucede que el Alavés no llega como convidado de piedra a Nervión. El equipo de Mauricio Pellegrino ha arrancado de forma sorprendente, revelándose como una escuadra bien ajustada que ya mostró sus credenciales nada menos que en el Camp Nou. El empate en el Calderón y el susto que dio en Mestalla refuerzan la idea de que no será una tarde plácida, a poco que se apliquen con todo su interés N'Zonzi, Nasri y compañía. El Sevilla está en un momento idóneo para tomar la velocidad de crucero antes de este segundo parón. Es la hora de la confirmación y no cabe un paso atrás, por mucho que el Alavés no llegue con ganas de siesta.

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