En las manos de Osasuna (0-0)
Un Sevilla lastrado por la elección de piezas y los vicios de un sistema por encajar fue incapaz de tomar nunca el timón ante un rival limitado · Ni los cambios sirvieron y el equipo hasta agradeció el pitido final.
Con una estirada junto a un palo de Javi Varas, minuto 93, terminó un partido que debe servirle a Marcelino para continuar sacando conclusiones, malos hábitos, vicios y demás evidencias que puso ayer su equipo sobre el tapete del Reyno de Navarra. El Sevilla sacó un punto de un campo tradicionalmente difícil, no tanto en los últimos años, y debe hasta darse con un canto en los dientes, porque Osasuna no es que fuera mejor, pero sí al menos metió un gol entre los tres palos, que fue anulado por la buena vista del auxiliar, e hizo trabajar al portero visitante. El meta de Pino Montano ya había salvado a su equipo antes de ese minuto final, en un providencial mano a mano con Nino que hubiese destapado la caja de los truenos en el Reyno de Navarra. Y ya se sabe que cuando un portero es tan protagonista es porque los que juegan por delante no lo están haciendo bien, por mucho que el rival no sea un dechado de virtudes. Osasuna, con cuatro pinceladas, sacó las vergüenzas al Sevilla y puso de manifiesto que a Marcelino le queda mucho trabajo.
El asturiano no sólo cumplió su promesa de que iba a hacer varios cambios, sino que incluso puede que se excediera y por ahí empezó a regalar dos de los tres puntos en juego. Ya sorprendió ver a Fazio en lugar de Medel, muy cargado de partidos y con algunos fallos en Villarreal que estaban en la retina del técnico, pero más raro se hizo ver a Armenteros formando línea de ataque con Manu del Moral, Negredo y Jesús Navas. Con un cambio por línea, puesto que Cáceres entró como central diestro desplazando a la izquierda a Spahic, el Sevilla no sólo no encontró el molde que busca su técnico, sino que se desdibujó mucho más. Toda la primera mitad fue un quiero y no puedo y, dejando al margen los arranques de rebeldía de Jesús Navas, que alzó la voz más de una vez para intentar cambiar el rumbo de aquello, el Sevilla estuvo al pairo de Osasuna. Y al final incluso agradeció el pitido final de Del Cerro Grande, porque el contrario se había venido arriba ante la pasividad de un equipo que ni reaccionó con los cambios y el ingreso de jugadores con mucho más peso específico que algunos titulares.
Bien es cierto que los rojillos no es que pusieran cerco a la meta de Javi Varas, salvo en algún arreón final. Hicieron lo que saben. Apretar cuando sale el rival para cogerlo en plena transición, presionar arriba en cada saque de banda, disputar cada balón dividido para sacar ventaja del rebote... Y así, sin hacer mucho nuevo por estos lares fueron poniendo en problemas a Javi Varas. El de Pino Montano anduvo rápido bien pronto, pues ya en el minuto 9 Fazio demostró su candidez al despejar con su cabeza un bombeado saque de banda a la corona del área. Repelió Javi Varas el remate de Cejudo y aún debió esmerarse en otro rechazo cobrado por Puñal a la salida del córner. Lo dicho, segundas jugadas y acciones de estrategia.
Pero lo más preocupante no era que Osasuna amagara con un fútbol de sobras conocido, sino que nadie en el Sevilla fuera capaz de bajar la pelota, templar y mandar. Entre otras cosas porque el equipo, a la hora de realizar el ataque estático, se parte clarísimamente en dos: cinco atacantes y cinco defensas. La retaguardia intenta hacer circular el balón de banda a banda, con Fazio pivotando en medio sin querer llamar la atención más de la cuenta. Y el resto del equipo, es decir, Trochowski, Jesús Navas, Armenteros, Manu del Moral y Negredo, primero, y Rakitic, Perotti y Kanoute más tarde, se ubica en sus posiciones de partida esperando que a alguien lo ilumine la inspiración. Si a eso se unían las constantes imprecisiones de Manu, en una zona clave como es la de los tres cuartos, y Armenteros en sus intentos de ofrecerse en la izquierda, pues apaga y vámonos.
Sólo Jesús Navas desde la derecha intentó hacer algo distinto. Bien sorprender al meta Andrés Fernández desde lejos; bien ir de verdad en la presión y forzar un córner, con posterior centro-chut muy intencionado; bien una arrancada con fuerza pero sin acompañamiento... Y al final de la primera parte hubo un atisbo de cambio. Manu y Armenteros mutaron sus puestos en un par de ocasiones para intentar acabar con ese fútbol de posiciones, con ese futbolín en el que nadie se atreve a saltarse el guión, aunque el guión dibujado por Marcelino en la charla previa sería distinto.
Ese espejismo aún duraría una fase esperanzadora al inicio del segundo periodo. Negredo, otra vez, intentaba hacer virar aquello con cambios de orientación y caídas a las bandas. E incluso en el minuto 53 hubo una jugada elaborada, porque el mensaje de Marcelino en el descanso aún estaba fresco. Zurdazo de Negredo hacia la otra banda, irrupción, por fin, de Manu desde la izquierda buscando a Jesús Navas y penetración de éste con centro inocuo. Algo era algo, pero todo fue diluyéndose. Volvieron a aparecer los males de siempre y nadie tomaba el mando, ni Rakitic, ni Kanoute... El Sevilla ya ni pisaba tanto terreno contrario. Y así, con Osasuna creyéndoselo, terminó un pleito para repasar el vídeo y sacar muchas conclusiones.
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