El Sevilla ha dejado aparcada la euforia que ha desatado su triunfal retorno a la Liga de Campeones, cinco años después de su última participación, y ya sólo piensa en el Celta de Vigo, su próximo rival en la Liga.

Con la resaca de las buenas sensaciones que dejó la goleada al Borussia Mönchengladbach (3-0), y tras convertirse en líder del grupo más complicado de la Liga de Campeones, los nervionenses volvieron este miércoles al trabajo con la alegría de la victoria, pero ya centrados en sumar su primer triunfo en la Liga. El Sevilla, que no ha ganado tras las tres primeras jornadas -dos empates (Málaga y Levante) y una derrota (Atlético de Madrid)-, se entrenó a puerta cerrada con la idea de dar continuidad en la competición nacional al camino emprendido ante el Gladbach, que demostró haber perdido mucho potencial respecto a la pasada campaña, cuando fue eliminado por los sevillistas en la Liga Europa.

Sin tiempo para saborear el feliz reencuentro con la Champions, Unai Emery dispuso una sesión en la Ciudad Deportiva sevillista en la que dividió en dos grupos a su plantilla, para preparar en profundidad el choque del domingo (12:00) ante el Celta, también en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Así, el entrenador guipuzcoano decidió que los jugadores que fueron titulares frente al Borussia Mönchengladbach, salvo Krychowiak y Banega, realizaran al principio unas series de rondos con el balón en uno de los campos. Al faltar efectivos, participaron en esos ejercicios jóvenes canteranos del Sevilla Atlético. Mientras, el resto de la plantilla trabajó en el gimnasio durante 40 minutos antes de seguir posteriormente con el entrenamiento sobre el terreno de juego.

El Sevilla tendrá jornada de descanso este jueves, tras lo que el viernes por la mañana proseguirá la preparación de la visita del Celta, también a puerta cerrada.