En nuestras miserias manda Javier Tebas

El Sevilla-Oviedo volvió a recordarnos la alarmante devaluación de nuestra Liga

David Costas marca a Ejuke en el Sevilla-Oviedo.
David Costas marca a Ejuke en el Sevilla-Oviedo. / Antonio Pizarro

14 de diciembre 2025 - 21:04

QUE el Villarreal, aún aspirante a ganar la Liga, haya descarrilado de la Champions con dos jornadas aún en blanco ya nos susurraba hace unos días al oído que el nivel del campeonato español es cada vez peor. Vamos, que Dani Parejo puede rebañar todavía unos añitos más jugando unos minutos con su parsimonioso trote. De hecho, en el Madrid se tiran de los pelos con no haberle plantado otro contrato a ese prodigioso centrocampista puro llamado Luka Modric. Un filósofo escribió que el diablo minusvaloraba al hombre si pensaba que lo podía hacer aún peor de lo que es. Y Florentino ha minusvalorado nuestro campeonato al pensar que el genial medio croata ya no estaba para seguir siendo el regista con tan pesada camiseta.

Otro exponente de la devaluación del fútbol español holló el terreno de juego del Ramón Sánchez-Pizjuán este domingo. No fue plato de buen gusto, con el hambre que uno suele tener a las dos de la tarde, ver a un histórico como el Oviedo, que tan simpático me cae, además, dando ese paupérrimo nivel. Ni las ridículas prestaciones de Fabio Cardoso y José Ángel Carmona en ese flanco derecho de la defensa sevillista animaron a los carbayones a plantarle cara al quebradizo equipo de Matías Almeyda, que empezó a creer un poco en sí mismo invitado por las propias concesiones, tan groseras, de la descosidísima zaga astur. Increíble la facilidad con que Agoumé dejó solo a Akor ante Aarón.

Muchas veces los buenos equipos traen victorias y a veces, las victorias traen buenos equipos. Y el Sevilla ya sabe que puede llegar a ser bueno con defensa de cinco y la sangre fresca de algún canterano. Pero que no se engañe. Es uno más en una Liga miserable.

“En mi hambre mando yo”, espetó un jornalero andaluz a un mayoral durante una oscura campaña para comprar votos en unas elecciones de 1935. O eso contó el escritor y ministro republicano Salvador de Madariaga. Y en nuestra hambre, nuestra miserable Liga, manda Tebas, que de republicano, al parecer, tiene poco.

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