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Las prisas de Beto

  • El meta quiere anticipar los plazos de su recuperación para ayudar al equipo, aunque los médicos le piden cautela. No desea perder el sitio en un año clave, pues cumple contrato.

La portería es la demarcación de un equipo de fútbol que tiene menos rotaciones y cambios. Ser portero de un equipo es como un título honorífico y perder el sitio puede acarrear el ostracismo temporal o incluso el exilio definitivo. En el Sevilla ha habido casos recientes en el que el meta titular, por una circunstancia puntual, perdió el puesto y no volvió a recuperarlo, o cuando lo hizo estaba muy condicionado por la presión. Le sucedió a Diego López con Palop, y también a Javi Varas cuando Marcelino lo eligió por delante de Palop y el mítico portero valenciano volvió a recuperar el arco cuando el sevillano sufrió una gastroenteritis en Anoeta, coincidiendo con el debut en el banquillo de Míchel. Tanto uno como otro terminaron haciendo las maletas porque se quedaron sin sitio en Nervión. Beto es perro viejo y sabe que no se puede dormir en los laureles.

El portero internacional portugués se lastimó al cuarto de hora del Sevilla-Valencia, el pasado 23 de agosto. Sufrió una rotura fibrilar de grado II en el bíceps femoral izquierdo. Entonces se le prescribió un mes de baja, que debería cumplir el 23 de septiembre. Sin embargo, la evolución de la lesión ha sido positiva, según las pruebas de imagen que se le hicieron la semana pasada, y podría anticipar los plazos. El cuerpo médico del Sevilla espera que puede jugar antes de lo que pensaron en el momento de su lesión, pero el propio portero está metiendo prisa y quiere acelerar su recuperación, algo que podría ser pernicioso tratándose de una rotura fibrilar.

Beto incluso tiene en mente reaparecer la semana que viene, con motivo del debut europeo del Sevilla ante el Feyenoord, lo cual significaría volver a los terrenos de juegos con una semana de antelación sobre el alta médica prevista. Pero una cosa es recibir el alta médica y otra recuperar el tono físico idóneo para volver a competir. Y ahí es donde los médicos sevillistas están intentando convencer a Beto para que vaya con más calma, porque la cautela debe primar en estos casos.

En un principio, el meta se había fijado el partido ante la Real Sociedad en Nervión, el miércoles 24 de agosto, como la fecha para su vuelta, aunque todo indicaba que sería algo forzado y que el encuentro en el Vicente Calderón, tres días después, respondería de forma más adecuada a los plazos iniciales.

Hasta tal punto está metido en la recuperación que, según desvelaba Marca días atrás, se había ejercido durante el fin de semana pasado de descanso en Portugal. Sin embargo, lo hizo por su propia cuenta y riesgo, sin tener un plan específico supervisado por el cuerpo médico del Sevilla.

Su obsesión por recuperarse es loable porque demuestra su implicación con el equipo y con un vestuario en el que es uno de los pesos pesados, hasta el punto de que ha sido elegido como uno de los capitanes. Pero también desvela cierta inquietud por perder el sitio ante la confianza que dentro del club hay en la irrupción del que será su sustituto tras la lesión de Barbosa, el joven Sergio Rico, quien a sus 21 años tendrá la responsabilidad de defender la portería del Sevilla en los próximos partidos... si Beto no se lo impide.

Las cualidades de Sergio Rico, su tranquilidad, su envergadura (1,94 metros frente a 1,80 de Beto) y su proyección pueden suponer una amenaza para el luso en una campaña clave. El veterano guardameta portugués, a sus 32 años, es consciente de que se juega su continuidad en Nervión, pues cumple contrato en junio de 2015 y, aunque ya ha hubo contactos para afrontar su renovación, de momento no fructificaron. Su protagonismo el curso pasado, sobre todo en Europa, fue enorme, pero la portería es un arma de doble filo que igual encumbra que hunde. Y Beto lo sabe.

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