Unos sorbos y el pijama (2-0)

Copa del Rey: Sevilla-Logroñés · La Crónica

El Sevilla resuelve el trámite ante el Logroñés con una lúdica primera parte y los goles de Immobile y Reyes.

Foto: Antonio Pizarro
Juan Antonio Solís

Sevilla, 15 de diciembre 2015 - 20:47

Plácida y lúdica clasificación a los octavos de final de la Copa la que ha disfrutado el Sevilla, con otra cómoda victoria por 2-0 en la vuelta ante el Logroñés, ahora Unión Deportiva, para un global de 5-0 en la eliminatoria.

La placidez se presuponía por la sideral diferencia de potencial entre un equipo de rango en Europa y otro que mora en la zona alta del Grupo I de Segunda B. Pero el cariz lúdico de ambos partidos, tanto el de La Rioja como el de ayer, era más incierto, obedecía más a la voluntad de la tropa de Unai Emery. Y el batallón de reservas se lo ha tomado con la vergüenza torera que esperaba el aficionado. Divirtiéndose y divirtiendo.

Ayer, como hace un par de semanas, desde el respeto que se exige al enemigo por muy de Segunda B que sea, el Sevilla hizo lo que debía, resolver el trámite con una primera parte trufada de jugadas vistosas que aplaudieron con denuedo los fieles que se animaron a acudir a la grada. Y con dos goles, de Immobile y Reyes, que no reflejaron el caudal ofensivo que desplegaron los blancos hasta el descanso.

También Unai Emery hizo lo que debía y el delegado de equipo, Juan Martagón, entregó al colegiado, el extremeño Gil Manzano, un papel con una alineación que diferirá en un cien por cien a la que el ex central dará a Clos Gómez en el Benito Villamarín el próximo sábado, a eso de las siete y pico de la tarde. Ni uno solo de los que serán titulares en el derbi lo fue ayer. De hecho, sólo Kolodziejczak, que soltó piernas en la última media hora, y Llorente, que jugó 20 minutitos, tienen visos de saltar a la hierba heliopolitana de salida.

Y ese equipo compuesto de suplentes y de meritorios del filial cargó la libreta de Emery de apuntes positivos. A saber.

Kakuta siguió la estela de Escudero y demuestra que se quiere subir al carro. El talentoso mediapunta francés vivió su primera titularidad en Nervión después de permanecer en la semiclandestinidad desde aquella extraña marcha al vestuario del Ciudad de Valencia, ante el Levante. Y junto a Reyes e Iborra, aprovechó la movilidad y el trabajo de Immobile para crear constante peligro en esa primera mitad de plena intensidad.

El Logroñés quiso salir a apretar la salida de balón del Sevilla. Los tres mediapuntas, Álvaro González, Arnedo y Alegre, lejos de replegarse y echar una mano a los pivotes, incluso invitaban a uno de ellos, Ba, a sumarse a la ofensiva sin la pelota. Contando al único punta, Míchel, eran cinco las piezas riojanas que se embarcaban en la aventura de robar una pelota cerca de la portería sevillista.

Esa osadía encontró pronta respuesta con un juego al primer toque, preciso y a los espacios adecuados. El central Diego González aprovechó su capacidad para salir con la pelota por ambos perfiles, Cristóforo aportó criterio y N'Zonzi, esta vez sí, dejó atrás rivales cuando arrancó su corpachón y escupió la pelota hacia donde más daño hacía. En el minuto 15 abrió uno de esos balones a la derecha, Reyes adelantó a Iborra y éste, descolgado a la derecha, sirvió también al primer toque el balón al corazón del área para que Immobile, a quemarropa, sofocara el ímpetu riojano con el primer tanto, su segundo en la eliminatoria y tercero en la temporada.

Si había algún temor de que el napolitano se tomara con desidia el trámite de ayer, después de quedar fuera de la lista en los últimos partidos ante Deportivo, Juventus y Sporting, la duda quedó disipada en cuanto empezó a galopar sin respiro, a una banda y otra, arrastrando a los centrales, ofreciéndose. Por detrás, Reyes marcaba a Kakuta la zona por donde debía maniobrar. En función del utrerano se movía el francés. Y ambos, de exquisita zurda, brindaron jugadas de mucho gusto y fantasía a las que se sumaron los laterales, Coke y Escudero, y hasta Iborra, que recuperó ese papel de llegador que le encomendó cierto día Emery.

Al filo del descanso, y tras media docena de llegadas francas, Reyes hizo el segundo de falta directa. Los pulsos se aplacaron en el intermedio y compareció luego un Sevilla pragmático, que trajo el tedio en sus botas. Hubo ocasiones por pura inercia, pero ya no fue lo mismo. El tono monocorde lo rompió esa absurda tarjeta roja a Iborra en el minuto 83. Los sevillistas, jugadores y no jugadores, empezaron a mirar más allá: a los octavos y, sobre todo, a ese derbi que ya asoma.

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