El otro partido. Real Betis-Real Madrid

Las tablas son para Merino

  • El técnico linense sí le ganó la partida esta vez a Zidane, a diferencia de o ocurrido en 1995. El orgullo de los verdiblancos fue el de su entrenador.

Más de 20 años después, Juan Merino se tomó su revancha sobre Zinedine Zidane en su reencuentro en el Benito Villamarín. En aquella primera ocasión, ambos vestían de corto y el francés, casi un desconocido en el fútbol internacional, no le dio la opción al linense de convertirse en su sombra como le había ordenado Lorenzo Serra Ferrer. Un tremendo golpeo de Zidane desde casi el centro del campo sorprendió a Jaro y dejaba la eliminatoria sentenciada para el Girondins, que había vencido 2-0 en la ida. Los verdiblancos, tirando de orgullo, remontaron aquel partido y, aunque no sirvió para seguir en la UEFA, sí enseñó a Zizou lo que le esperaría cada vez que visitara Heliópolis.

Desde entonces, el galo, que en el banquillo exhibe menos elegancia de la que destilaba sobre el césped, nunca se ha ido sonriendo del Villamarín. Una derrota por 3-1, precisamente en el día que se estrenó como goleador del Real Madrid, y cuatro empates, todos ellos por 1-1, acumula con el de ayer el francés, que únicamente como ayudante de Carlo Ancelotti saboreó un triunfo, pero entonces su rol era más que secundario.

Merino guardaba en su memoria lo sucedido hace dos décadas y no se dejó sorprender otra vez. Su Betis, ese mismo que no conoce la derrota en el torneo liguero bajo su mando, salió del vestuario como lo solía hacer él de jugador. Con la quinta y hasta la sexta marcha, con las revoluciones por todo lo alto, con la conexión con la grada propia de las grandes noches... Si todos esos ingredientes no eran suficientes, Cejudo enganchó una volea para el recuerdo, que acabó por encender al Villamarín. Zidane, del que siempre se recordará su genial remate en Glasgow, encontró una réplica desde Puente Genil.Otra muesca más para una noche gris del francés.

En el consejo bético, además de cuchilladas por las ansias de poder, continúa instalado un debate sobre el inquilino del banquillo. Con Juande Ramos como preferido, Merino ha presentado sus credenciales sacando un rendimiento extraordinario a un equipo con excesivas limitaciones. Si las cuitas internas acabaron por enloquecer a Pepe Mel, el linense ha aplicado la lógica para devolver la fe a sus jugadores. Para empezar, ni rastro de los holandeses en las convocatorias; luego, los más frescos, con Fabián a la cabeza, al terreno de juego. Ejercicios de coherencia que no deben engañar a esos hombres de fútbol que habitan en el club verdiblanco cuando sólo faltan cinco días para acabar el plazo de fichajes.

El reparto de puntos alimentó más a la parroquia verdiblanca que a la madridista y así se comprobó con la ovación que recibió el equipo al finalizar el partido. Merino, ese hombre de la casa llamado a recomponer la figura de un herido, le ganó la partida a otro entrenador novato como Zidane. El destino quiso que la primera salida del galo rememorase dos décadas después su aparición en España y, como desde entonces, el galo se llevó de vuelta un saco lleno de dudas. Y es que ayer las tablas sólo favorecían a Juan Merino.

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