El viento vira en noches como ésta (1-0)

Copa del Rey: Betis-Athletic · la crónica

El Betis aprovecha el reencuentro de Rubén Castro con el gol para ponerse por delante en la eliminatoria con el Athletic. La ocasión fallada por Cedrick sirvió para cambiar la cara, en positivo, de los locales.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Francisco José Ortega / Sevilla

08 de enero 2014 - 19:24

Triunfo revitalizante para el Betis en su lucha por recobrar esa autoestima que los hombres de Juan Carlos Garrido tienen por los suelos. Un solitario gol de Rubén Castro, otro que necesitaba esa inyección de moral directa a la vena, coloca a los verdiblancos por delante en esta eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey. Habrá quien piense, sin embargo, que esto tal vez sea lo de menos, que en las actuales circunstancias quizá no sean convenientes las distracciones, pero en el fútbol siempre es mucho mejor ganar que perder, sean las circunstancias que sean. Entre otras cosas porque en noches como las de este miércoles suele virar el aire y todo lo que hasta entonces era negativo, incluidas las ocasiones del rival que se convierten en gol, desde ese día adoptan un cariz positivo y se estrellan en el poste.

Está claro que fue un solo partido y que habrá que esperar a una continuidad en los hechos para establecer conclusiones a más largo plazo. Pero no está mal este triunfo para que la moral se vaya fortaleciendo y se mire hacia Osasuna como si se tratara de un rival con el que se puede pelear de tú a tú y no como la versión 2.0 del Bayern Múnich de Jupp Heynckes, es decir, el Bayern de Pep Guardiola. Puede ser una exageración, pero así se veía por parte de muchos béticos ese decisivo partido del próximo domingo en el Benito Villamarín, sobre todo después de comprobar el nivel que ofreció su equipo en Valladolid, mas ahora, seguro, todos piensan en que un triunfo es más que factible para iniciar la segunda vuelta con la sensación de que la recuperación es posible.

Eso, precisamente eso, fue lo que consiguió el Betis con este triunfo en el primer asalto copero contra el Athletic. No es lo mismo que todo se vea desde una perspectiva más negra que el betún que el horizonte se pueda otear con cierta sensación de esperanza, que, además, dicen que es verde en su color. Seguro que en la cabeza de Rubén Castro y compañía algo más o menos parecido circularía en la noche de ayer después de reencontrarse con el triunfo ante un equipo de la Primera División, algo que no acontecía desde la victoria contra el Villarreal. Aquel día los almanaques establecían que se databa el 29 de septiembre de 2013 y ya han pasado días, semanas y meses desde entonces.

Paradójicamente, este triunfo que puede ser revitalizador por parte de los verdiblancos iba a llegar en el día menos esperado. Su entrenador, Juan Carlos Garrido, demostraba con la mera confección de la alineación que estaba pensando mucho más en la Liga y sólo repetían en el once inicial respecto al empate de Valladolid Verdú y Rubén Castro, quizá los dos hombres a los que más falto de partidos vea el entrenador valenciano para que cojan el ritmo adecuado de competición. Igual por ello eran ambos titulares, el resto de los elegidos eran completamente distintos, aunque la verdad es que, salvo en casos puntuales, como con los dos centrales, las distancias entre uno y otro futbolistas tampoco son demasiadas y hasta no se sabe muy bien quién es mejor en cada pareja que se pueda establecer. Por ejemplo, entre Juanfran y Chica, por empezar con el lateral derecho, con quién se quedarían la mayoría de los béticos, o entre Nacho y Dídac. Los dos titulares de este miércoles rindieron mucho más que sus predecesores en el último partido liguero, sin duda ninguna de ello.

Con esa tropa, con Chuli y Cedrick en las dos bandas y una inédita pareja de medios integrada por Nono y Salva Sevilla, con Verdú por delante, Garrido mandó a los suyos a competir. Ernesto Valverde, cierto es, también rotaba en el Athletic y hasta colocaba a Beñat como titular en el campo en el que triunfó como futbolista. También estaban el joven Morán en el eje de operaciones y Kike Sola como delantero, pero el resto tampoco variaba mucho de lo habitual en el conjunto bilbaíno que tan buen campeonato liguero está protagonizando.

Y tras este repaso de los actores, hay que convenir que los visitantes salieron mandando en el partido. El Athletic tenía el dominio del juego y del balón, entre otras cosas porque Garrido había establecido que así fuera, que sus hombres se replegaran atrás para tratar de salir con velocidad a través del trío integrado por Chuli, Rubén Castro y Cedrick. Era la idea de partida y se cumplía, aunque el cuadro vasco pudo hacer daño muy pronto en un par de lanzamientos de córner que no se convirtieron en el primer tanto por muy poco. El Betis, entonces, sufría y tenía muchas dificultades para salir de atrás con la pelota. Incluso la regaló en alguna ocasión, como la de Cedrick a Ibai Gómez, en zonas de muchísimo peligro.

Afortunadamente para los verdiblancos, todo quedaría en los sustos y poco a poco pudieron ir dando un pasito para adelante hasta que también hallaron algún error del rival para poder ponerse por delante. El más claro fue un pase atrás de Susaeta que capturó Rubén Castro para darle un gol sin guardameta a Cedrick. Éste falló lastimosamente, pero fue el primer aviso antes de que Juanfran pusiera un centro lateral perfecto para que Rubén Castro se reencontrara con lo que mejor sabe hacer, marcar goles.

El Betis se había ido al descanso con ventaja en el marcador y eso pareció ejercer como un perfecto lavado de cerebro para sus integrantes. El arranque del segundo periodo fue incluso prometedor, con dos aproximaciones que pudieron acabar en gol a través de Chuli, aunque es verdad que después Kike Sola también coqueteó con la igualada en no menos de tres ocasiones clarísimas. Pero ahí se vio claro que el viento había virado a favor de este Betis y más que lo pudo hacer al final del todo cuando Balenziaga cabeceó contra su propio poste. ¿Habrá sido el punto de inflexión? ¿Y por qué no?

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