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rafael contreras. presidente y fundador de carbures

"Somos un proyecto industrial, para dinero rápido que vayan a otro sitio"

  • El creador de la empresa tecnológica gaditana cuenta la experiencia tras los años turbulentos en los que la especulación casi acaba con la compañía

Carbures es una historia apasionante para una narración del mundo empresarial. Nacida de la nada en un laboratorio universitario, creciendo hasta lo absurdo en el mercado de los inversores del dinero rápido y renanciendo como lo que quiso ser al principio: fabricar algo nuevo, venderlo a clientes y abrirse a la posibilidad de ser financiado por terceros que ganen dinero con un proyecto tecnológico-industrial. La singularidad es que nació en Cádiz, la gran zona industrial desindustrializada.

-Carbures no nace en un garaje, pero casi. En la Universidad como un grupo de investigación.

-Es el resultado del empeño de un catedrático, Manolo Galán, que quería demostrar que desde la Universidad de Cádiz era posible crear transferencia de tecnología y riqueza. Ahora trabajan 450 personas para Carbures en Andalucía y cerca de un millar en todo el mundo y facturamos unos 80 millones.

-Usted se subió al carro.

-Tenía una idea y trabajamos juntos. Partimos de un modelo de financiación de friends, family and fools (amigos, familia y tontos). Luego llegó el capital riesgo con Invercaria y Univen.

-¿Su primer cliente?

-Fue Airbus Military. Un contrato de seis millones de las antiguas pesetas. En poco tiempo, casi de la nada, teníamos una empresa que facturaba millones, no muchos, pero millones ya de euros. Entonces Galán dice he demostrado lo que quería y me deja solo.

-El vértigo.

-Había que seguir unas pautas que parecían de libro. Habíamos sido un grupo universitario de investigación, entrado en el mundo mercantil y en 2010 lo normal era salir a Bolsa e internacionalizar.

-Y salieron.

-Era imprescindible. Si teníamos a Airbus en Europa había que buscar a Boeing en América. Se lo dije a un primo mío que vivía en Cataluña. ¿Te interesa? Él alucinaba. Cogimos un coche y empezamos por Texas y nos fuimos al Midwest y seguimos viajando, buscando dónde ubicarnos.

-Debió de ser apasionante. Una Ruta 66 mercantil.

-Es que ni te dabas cuenta. Ibas a tal velocidad... Partíamos de algo muy pequeño en Cádiz y ahora recorríamos Estados Unidos.

-Mientras, en Madrid, fichan a José María Tarragó, un clásico industrial catalán. ¿Por qué a él?

-Carbures empezaba a ser algo muy serio. Tarragó venía de una empresa industrial familiar y su experiencia para movernos en este mundo nos pareció interesante. Estuvo dos de los más de 15 años que tiene la empresa.

-Lo entiendo. Se abren contactos, la gente se vuelve un poco loca con la compañía...

-A veces las cosas parecen complicadas, pero son muy sencillas. ¿Qué vendíamos nosotros? Hacíamos piezas aeronáuticas y de automoción que reducían peso. Reducir un kilo de peso en un avión puede rebajar el coste en combustible en 350.000 euros anuales. Para una compañía aérea el 25% de su gasto es combustible. En automoción ayuda a reducir emisiones de CO2. La fibra de carbono es más resistente que el acero. Era y es muy atractivo. Y sí, el mercado financiero se volvió loco y nosotros no conocíamos ese mundo. Quizá también nos volvimos un poco locos.

-Hubo gente que ganó mucho.

-Pero yo eso no lo controlaba. Era dinero que orbitaba alrededor de la empresa, pero no aportaba nada dentro de ella. Llegamos a alcanzar un valor desmesurado. Salimos con la acción a 1,07 y alcanzamos los 40 [hoy los títulos abrirán la sesión en 0,56 euros tras subir ayer un 3,7%]. Quien tenía 50.000 euros sacó dos millones. Era el mercado, no nosotros.

-También puede ser que crecieran demasiado rápido.

-Puede que en el mercado europeo se pueda percibir así, pero no en el americano. Es tecnología, un mercado que funciona a una velocidad de dos dígitos por la sencilla razón de que si no estás ahí, otro estará.

-Durante ese tiempo de crecimiento adquirieron muchas empresas. ¿Con qué fin? Muchas de ellas no han resultado rentables.

-Fueron adquisiciones estratégicas. Podía ser de maquinaria para patentes, para entrar en el mercado del oil & gas o hacernos con competencia... Cada adquisición perseguía alcanzar un posicionamiento geoestratégico clave.

-Gowex, una firma que vendía humo en el mundo de las telecomunicaciones, dio al traste con esa locura de dinero rápido.

-Sin Gowex no hubiera pasado lo que pasó. Ni a nosotros ni a todo el mercado alternativo. Parecía que todos éramos Gowex. Pero nosotros sí hacíamos cosas. Existían las piezas y los clientes. Claro que estábamos sobrevalorados, pero el proyecto era real. Lo sigue siendo.

-Fue caer desde lo más alto.

-48 horas antes de la suspensión en el mercado yo estaba dando una conferencia organizada por PwC, entonces nuestro auditor, ante más de un centenar de empresarios catalanes en Barcelona. Todo eran palmaditas y asombro por lo que habíamos conseguido. Era una especie de gurú. Luego todo estalló. Me pasé tres días sin dormir, perdí 13 kilos. Un socio, que luego vimos que tuvo una importante responsabilidad en todo lo que nos pasó, que quiso pelear por el poder en la empresa, me metió en un despacho y me pidió que me fuera para ponerse él. No querían echarme de una empresa, querían echarme de mi casa.

-También está en todo manual anglosajón del emprendedor. Si creces mucho, querrán quedarse con tu compañía.

-Efectivamente, pero jamás piensas que te vaya a pasar a ti. Pero tras esos días terribles en los que pensé en marcharme, decidí que no, que me quedaría a pelear por algo que se había levantado de la nada en un despacho de la Universidad. Me sentía responsable de mil familias que no son como el dinero del mercado rápido. Esos trabajadores existen y cada día van a trabajar a Carbures. Y también me sentía responsable de los pequeños accionistas que habían puesto sus ahorros en la compañía. Esos que ahora se han agrupado y disponen del 18,15% de Carbures.

-En la junta de accionistas de la pasada semana volvió a haber turbulencias. Algunos minoritarios se rebelaron contra el nuevo inversor, Black Toro.

-Quienes se rebelaron no son socios minoritarios, es gente con muchos millones. No son mayoritarios, pero querían hacerse con el control de la empresa.

-Es el accionariado catalán, el capital que atrajo Tarragó.

-Así es. Y tienen un 13% de la compañía. No pueden tener la misma representación que quien tiene el 49%. No se puede pretender controlar una compañía sin invertir en ella. Los verdaderos minoritarios no los apoyaron. Black Toro tiene la representación adecuada al capital que ha aportado. Si ellos quieren tener más representación, lo que tienen que hacer es poner más capital. Black Toro ha enjugado la deuda en 55 millones, aporta estabilidad y garantía de futuro.

-Black Toro fulminó a Tarragó.

-Con Tarragó como consejero delegado, en 2015, habíamos tenido nuestros peores resultados. Black Toro dijo lo normal es sustituirle.

-Y ahora la gente próxima a Tarragó les acusa de ponerse sueldazos, haber disparado un 3.000% los incentivos y tener dos millones en stock options.

-Tarragó ha fraguado una serie de alianzas locales que generan ruido. Pese a todo ese fuego de artificio, el resultado objetivo es el que es.

-Lo dice porque por primera vez Carbures ha arrojado beneficios.

-Somos una firma industrial que despegó en aeronáutica, el sector más exigente y con mayores barreras de entrada. Ahora se empiezan a ver resultados, con un Ebitda positivo hasta junio. Hacemos piezas, tenemos clientes. Esto empieza a dar dinero real. Si alguien quiere dinero rápido, que vaya a otro sitio. Hemos aprendido la lección.

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