Tribuna Económica

¿Qué ha recomendado la OCDE?

Cuando la situación económica es tan adversa, cualquier noticia que aparezca en los medios que apunten a una relajación de los ajustes que se están llevando a cabo, suele tener un gran eco.

Hace unos días, la OCDE publicó un informe sobre el estado de la economía europea. El informe fue presentado por el secretario general de esa organización y la prensa resaltó, especialmente, una especie de mea culpa que criticaba la dureza de los ajustes fiscales llevados a cabo, apuntando a esos ajustes como los que han contribuido a una recesión tan prolongada y profunda. El organismo, además, defendía en esa declaración la necesidad de relajar los plazos del ajuste fiscal.

Esta prolongación de plazos, ha sido defendida por muchos economistas desde el inicio de la crisis. Adicionalmente, el organismo también señalaba que es necesario estimular la inversión para que el pobre crecimiento económico previsto, se acelere. Un crecimiento del 1,6% para este año y de 1,7% para el próximo, no son suficientes para el relanzamiento de la economía europea.

Pero tanto el relajamiento del ajuste fiscal, como el estímulo a la inversión, no son un llamamiento general para que todos los países de la UE se lancen a reducir los impuestos o a incrementar el gasto público. Esto sería una irresponsabilidad. Lo que la OCDE ha señalado concretamente, es que los países que cuenten con espacio de maniobra en el ámbito fiscal, acometan inversiones y, en general, pongan en práctica medidas de estímulo al crecimiento en toda la UE sin poner en riesgo la solvencia fiscal y financiera.

Es cierto que la crisis ha provocado una reducción generalizada de la inversión -variable clave para el crecimiento y el empleo-. Sólo Finlandia, dentro de la eurozona, ha aumentado la inversión en relación con el PIB potencial desde el inicio de la crisis. Hasta la propia Alemania la ha reducido. En el caso de nuestro país, la reducción ha sido de las mayores y equivalente a un -3% del PIB potencial.

Sin embargo, miradas las cifras con detalle, sólo Alemania y, en menor medida Holanda -un país de tamaño intermedio- tienen espacio fiscal suficiente como para relajar de manera significativa sus políticas fiscales. En el resto de países, la relajación tendría que ser muy suave. Vale, se podría contemplar aumentos en los plazos de ajuste, de manera que tanto la reducción del gasto social como el de la inversión, se recuperasen. Pero este ejercicio de ajuste fiscal fino no puede perder de vista que hay países, como Italia o Francia, que llevan cuatro décadas aumentando su deuda pública. O como España, que ha logrado estabilizar la deuda pero que todavía presenta déficit primario, esto es, déficit sin tener en cuenta el servicio financiero de la deuda.

Una relajación ajustada del déficit público, junto a un incremento significativo del gasto en Alemania podría, efectivamente, mejorar la situación. Pero no podemos olvidar que toda intervención pública debe tener una perspectiva intertemporal. Que el gasto que realicemos hoy tenemos que pagarlo mañana; que el pago de pensiones hoy compromete a los contribuyentes mañana, y que para que estas condiciones se cumplan, tenemos que ser capaces de generar un crecimiento sostenido en el futuro.

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