El dinero de las sillas y palcos

¡Aló, Paco!

  • El presidente del Consejo se reúne por videoconferencia con los hermanos mayores en diferentes sesiones, pero no revela todavía el plan para devolver los 3,8 millones de euros de la carrera oficial, por lo que nadie se lo podrá estudiar antes de la asamblea convocada en el Alcázar. Sin orden del día con la debida documentación previa, se trata de un nuevo ejemplo de opacidad

El presidente Vélez, en imagen de archivo

El presidente Vélez, en imagen de archivo / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

El Consejo de Cofradías se mueve sorprendentemente en la opacidad desde hace años. La institución está oxidada de nuevo tras unos años en los que dio evidentes avances en la gestión. Pero los tiempos han avanzado muy rápido sin que la entidad haya asumido determinados códigos de transparencia que sí aplican entes públicos y privados. El Consejo mantiene una inquietante inercia a resistirse a una fiscalización de sus cuentas y a publicar datos elementales sobre sus números. No es de recibo que a finales de mayo se celebre una asamblea de importancia capital sin que haya un orden del día ni los hermanos mayores puedan conocer y estudiar con detalle el plan trazado por el Consejo para devolver 3,8 millones de euros a los abonados de sillas y palcos de la inexistente carrera oficial de 2020.

Primero se resistieron a abrir el debate. Y han tardado casi un mes en admitir que se devolverá el dinero “a quien lo necesite”. Oiga, tomaduras de pelo las precisas. Una cosa es que la masa de hermanos mayores sea silenciosa por definición, otra que los abonados no estén todavía agrupados en una entidad, y otra más y muy distinta es que los ciudadanos seamos directamente tontos. Se le devuelve a todos y cada cual en libertad hace lo que considere oportuno. Seguramente muchos lo donen al Consejo, a Cáritas o a la bolsa de caridad de su respectiva cofradía. Pero otros lo empleen en gastos propios de la vida cotidiana. Esta semana vimos cómo entraban en un economato económico de las cofradías varias personas que no procedían precisamente de las zonas marginales de la ciudad ni sus prendas eran de mercadillo. La crisis económica y social ya ha comenzado.

No se trata de marcarle desde fuera la agenda a ningún presidente. ¡Líbrenos Dios que está en San Lorenzo y duerme en la Universidad! Se trata únicamente de analizar los hechos y de valorar las reacciones. En una comunidad de vecinos, por ejemplo, se convoca una junta de propietarios, se les informa de los puntos a tratar y se les ofrece con antelación toda la documentación posible. En la asamblea general de accionistas de cualquier empresa se hace lo mismo. Uno acude a la reunión de propietarios sabiendo, por ejemplo, que se quiere cambiar el ascensor y el gasto presupuestado. ¿Y en el Pleno municipal? Los grupos políticos tienen en su poder desde una semana antes los expedientes que se someten a debate y aprobación si procede. Pero el Consejo sigue abonado al oscurantismo. Y los hermanos mayores tragan. Largan por detrás, dan por amortizado al actual equipo y asienten ante el presidente de turno. En Sevilla todos callan, lo que ya es una forma hablar bien claro.

¿Quién es el 'miura'?

El presidente, ¡gran novedad!, está hablando estos días con los hermanos mayores de cada jornada por videoconferencia. Pero les dice más bien poco, aunque algunos comentarios tienen su gracia. Hay que reconocerlo. A cierto periodista lo califica de ‘miura’ que se le echa encima y al que se ve venir de frente. Vélez dice que él tiene aguante, pero que en su entorno no serían tan pacientes… Lo de ‘miura’ suena a bravura, que es el instinto animal de morir luchando, y a exquisito licor de guindas de Cazalla de la Sierra que le encantaba al siempre recordado Fernando Carrasco. Vamos a dejar en dos la posible lista de significados.

Con la coartada de que no se filtre el plan a la prensa, Vélez conmina a los hermanos mayores a conocer todos los detalles del plan el mismo día de la reunión en el Alcázar. ¡Ni en las cortes franquistas se maniobraba así! Alfonso Guerra ya lo decía: a las sesiones de trabajo hay que ir con los deberes hechos, no con un papel en blanco y un bolígrafo BIC. Sobre todo porque el boli te puede dejar un manchurrón de tinta en la chaqueta del Dustin.

Las lentejas de Vélez

La futura asamblea del Alcázar tiene mucho de las lentejas de Vélez. Allí mismo se abrirá la olla y el que quiera que las tome y el que no… ya se sabe. No sabemos si será niño o niña, si será préstamo o sin préstamo. Vélez promete, al parecer, que no se recurrirá a financiación externa. ¡Qué fuerza! Eso querría decir que en la caja del Consejo hay mucho dinero. ¡Pues ponga las sillas y palcos más baratos, presidente! También dice el letrado Vélez que jurídicamente no habría que devolver el dinero. Para eso es abogado. Sí, señor. Y bien curtido que está en frentes difíciles. Este lío del Consejo debería ser una milhoja de nata comparada con alguna panda de indomables con la que se ha fajado Vélez en los juzgados. Si un abogado veterano dice que no hay razón jurídica para devolver el dinero a los abonados, ¡que no lo devuelva! Porque el dinero no es suyo, es de las hermandades, ¿o no?.

Esta semana, por cierto, nos hemos enterado de que el Imserso devuelve el dinero de los viajes que habían sido contratados y que han sido cancelados. ¡Han tenido más suerte que los abonados de las sillas! Y también estos días ha habido colegios que han hecho transferencias de hasta 300 euros por alumno a los padres por los gastos no realizados: transporte, comedor y actividades extraescolares. Lógico y sentido común, ¿no? ¿Y qué me dicen de la resolución de la Junta de Andalucía sobre la Semana Santa avanzada por este periódico? Las procesiones no son un espectáculo, ha respondido un jefe de servicio a una denuncia de Facua. Ea, pues la entidad en defensa de los consumidores le ha hecho si saberlo un regalazo al Consejo para que pueda luchar por la exención del IVA del 21% que se le cobró a todos los abonados. ¡Siempre pagando el pato los abonados! Cua, cua 

Y, por cierto, una actividad como la de la carrera oficial que se desarrolla en suelo público debería estar más expuesta a l fiscalización, ¿no creen?. El estadillo de cuentas que se presentó a finales del curso pasado, vendido como la primera muestra de transparencia económica de la historia de la institución, era sencillamente una cuchufleta a la inteligencia de los hermanos mayores. ¿Por qué tanto ocultismo? La Reina de Inglaterra informa hasta de las botellas de ginebra que compra, el Rey de España da cuenta detallada de los regalos institucionales y monseñor Asenjo publica todos sus números. ¿De verdad se le exigirá a los hermanos mayores que se pronuncien con su voto sobre la marcha acerca de un plan valorado en 3,8 millones de euros que, además, puede generar en responsabilidades o, cuando menos, abrir vías especiales de financiación con el correspondiente coste en intereses? ¿Hay alguien le parece esto serio? Al menos el presidente está convocado por turnos a los hermanos mayores por videoconferencia. Eso está muy bien, pero es una medida insuficiente. Todavía le queda por dirigirse a los hermanos mayores de algunas jornadas. Hay quien llama a estas sesiones ¡Aló, Paco!. Algunos hermanos mayores se ríen, pero ninguno de momento exige el expediente del plan antes de el asamblea. ¿Nadie le pone el cascabel al gato? Miau.

Si tan pobres son las cofradías que pasan por la carrera oficial, cabría preguntarse cómo subsisten cientos de hermandades de la provincia sin subvención. Sacan cofradías, contratan bandas y hacen obras de caridad. Hay que recordar que en la diócesis de Sevilla hay en total más de 600 corporaciones. ¿De verdad la subvención se dedica a obras sociales? Por favor, que algunos conocemos las cofradías por dentro. Nunca un Consejo perdió tanto crédito en tan poco tiempo. Han tenido dos oportunidades de oro para ser grandes gestores: el IVA y el dinero de las sillas. Y han apostado por la opacidad en tiempos de transparencia. La institución tiene que ir como la Andalucía del PSOE: hacia una segunda modernización.