A esta cuaresma fría, imposible de meter en calor, sólo le faltaba ya para empeorar el mazazo de la muerte de don Otto Moeckel, una institución en el barrio del Arenal, un faro y guía para las nuevas generaciones de baratilleros, un ejemplo de amor profundo por una hermandad. Una vez me dijo que ser cofrade era la forma de ser católico en Sevilla. Solo esa reflexión encierra un hermoso discurso de defensa de las hermandades como instrumentos útiles para vivir la fe frente a quienes las han despreciado en tantas ocasiones hasta en el mismo seno de la Iglesia. Otto Moeckel siempre quiso cofrades serios y formados, jamás promovió enfoques banales ni frívolos de las hermandades. Fue hijo único y como ha sido un cofrade único. Luto en Arenal por quien lo fue todo en el Baratillo y tantas cosas más allá de la calle SAdriano.