El Fiscal

¿El fin de las bullas en la Semana Santa de Sevilla?

  • El mundo del futuro estará marcado por las relaciones personales sin contacto físico y con una creciente preocupación por la higiene, lo que obligará a cambios en las grandes celebraciones

Bulla de Semana Santa ante el paso del Señor de las Penas

Bulla de Semana Santa ante el paso del Señor de las Penas / Antonio Pizarro (Sevilla)

Es Domingo de Resurrección. Ha terminado la Semana Santa del vacío. Nadie nunca había vivido una experiencia igual en los últimos cien años. Tras veinticinco cuestionándonos un modelo de fiesta primero masificado (años noventa) y que después se volvió inseguro (a partir de 2000), ha llegado el momento de preguntarnos si el coronavirus ha terminado con las bullas tal como las hemos conocido tradicionalmente. A lo Daniel Bell en los años sesenta, que se preguntó por el fin de las ideologías, cabría analizar en clave cofradiera si la pandemia que nos mantiene confinados ha acabado con la Semana Santa que hemos conocido hasta ahora.

La carrera oficial

La Semana Santa ha llegado a nuestros días más videovigilada que nunca. En 2020 no se han podido probar los drones para aumentar el control, sobre todo en la Madrugada. Pero la carrera oficial ha seguido siendo un verdadero avispero que resulta muy difícil de defender estos días. El problema del hacinamiento (literal) en la carrera es patente e incompatible con los nuevos tiempos. Será complicado mantener su actual esquema en un mundo que exige distancia e higiene.

El público en la calle

Con las bullas ocurre lo mismo. O la vacuna llega rápido, o habrá que apostar por numerosos aforamientos, lo que sin duda enfriará el ambiente. Ya se ha visto lo importantes que son los planes de prevención. Primero queda salir de la pandemia, después volver a la vida cotidiana y posteriormente plantearnos cómo serán nuestras concentraciones multitudinarias (o no) a partir de ahora. En octubre tendremos la primera gran prueba con el traslado del Gran Poder a las periferias. Ahora todo es implanteable por exigencias del guión, pero no debemos ni ser pesimistas por vocación ni tampoco abonarnos a esquemas frívolos y banales. Las dos posturas son peligrosas.

La Plaza de la Campana sin público el pasado Viernes de Dolores La Plaza de la Campana sin público el pasado Viernes de Dolores

La Plaza de la Campana sin público el pasado Viernes de Dolores / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

El Consejo ha parasitado

Se necesita un Consejo mucho más proactivo, que ejerza un liderazgo entre las cofradías más allá de nombrar pregoneros y cartelistas y organizar los horarios. Una crisis como la que vivimos es una oportunidad para demostrar la utilidad de la institución. Se ha visto al Consejo demasiado enrocado en posiciones propias de años pretéritos. En el mejor de los casos, las hermandades han actuado por su cuenta. Maruja Vilches está asumiendo el proyecto Fraternitas casi a título particular, porque el Polígono Sur no puede quedar desatendido. El mismo Jueves Santo lanzó un SOS porque literalmente había hambre. Se puede y se debe exigir más al Consejo, mucho más. Hay herramientas e ideas para asumir ese liderazgo. ¿Por qué no se hace? Pareciera que hubieran puesto el cartel de cerrado en la puerta (virtual). O que sólo les preocupara ahora mismo defender el dinero recaudado de la carrera oficial que no ha existido, cuando el presidente de Málaga, por poner sólo un ejemplo, ya ha dejado clara su posición y apuesta por la devolución del dinero. ¿Acaso el Consejo se cree al margen de la Ley? ¿Pretende usar de escudo a los hermanos mayores y hacerlos a todos responsables para no devolver los euros a los abonados? De momento, en general, el balance es triste y llamativamente muy pobre. Creemos que la institución tiene una magnífica fuerza para hacer muchas cosas, más allá de una cuenta de twitter donde recomendar vídeos.

Nuevos hábitos

El vacío nos ha descubierto nuevos hábitos como el de la colocación de flores, ramos y mensajes en las puertas de los templos, tanto por particulares como por agentes de la Policía. Hay casos en los que se han formado verdaderos jardines o paneles de exvotos. Han recordado demasiado a las manifestaciones tras la muerte de personajes conocidos, o al lugar donde mueren varias personas en accidente de tráfico. Todo ha evocado cierto estilo funerario. De tanatorio. Lógico en una sociedad que tiene un concepto espectacularizado de la muerte. Una sociedad donde parece que no cabe el simple y enriquecedor silencio, el recogimiento ni la vivencia interior. En algunos casos ha habido cierta cuota de protagonismo (postureo se llama). En cualquier caso cabría preguntarse si todos los que fueron a colocar tantas flores no debían estar confinados.

Gran concentración de público ante el primer paso de la Hiniesta un Domingo de Ramos Gran concentración de público ante el primer paso de la Hiniesta un Domingo de Ramos

Gran concentración de público ante el primer paso de la Hiniesta un Domingo de Ramos / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

Hermanos mayores

Hemos visto a algunos hermanos mayores en directo, incluso haciendo declaraciones desde los mismos templos. Las iglesias tienen sistemas de seguridad, alarmas y otras medidas de videovigilancia. Nadie tiene que estar arriesgando su salud ni la de los demás para vigilar las imágenes en el que hubiera sido su día de salida. Algunos han actuado más movidos por el corazón que por la (escasa) cabeza. No hay que hacer nada raro, sólo quedarse en casa y aprovechar los medios de hoy, que son muchos, para llevar ciertos testimonios a los hermanos. Nada más. Ha sobrado cierto histrionismo.

El triunfo del ‘streaming’

Muchos sacerdotes han estado rápidos en la organización de las retransmisiones de las misas por streaming. La jerarquía eclesiástica ha tenido buenos reflejos, un avance por el que se debe continuar apostando. Ha sido de momento uno de los efectos positivos de estos días. Se han multiplicado las retransmisiones que mantienen a cientos de personas en contacto con sus parroquias y hermandades. De los hermosos días de septenario macareno al comienzo del confinamiento pasamos a los numerosos ejemplos que hemos tenido a lo largo de la Semana Santa, sin olvidar las dos grandes comparecencias del Papa: la bendición urbi et orbi y el rezo del vía crucis.

El arzobispo Asenjo

Monseñor Asenjo ha presidido los principales cultos en la capilla del Palacio Arzobispal y en la Capilla Real, asistido por don Luis Rueda. Poco antes de la Semana Santa dejó claro en un incontestable mensaje que no están los tiempos para inventar procesiones, sino para atender a los pobres en la fortísima crisis económica que se avecina. La atención debe estar centrada en esta finalidad. Todo lo demás despista y desconcentra del objetivo fundamental. Aunque sea por una mera cuestión de imagen, se deben evitar los debates apresurados de procesiones extraordinarias y otras manifestaciones públicas, o demostraremos no haber aprendido absolutamente nada. Por cierto, monseñor debe presentar su renuncia en octubre. Pero no sabemos cómo afectará a los planes del nuncio apostólico en España todo cuanto está ocurriendo. No descarten una prórroga, que por otra parte no sería nada extraña. Don Juan José no tiene especial interés en alargar su pontificado, pero también es disciplinado y entendería que las circunstancias no es que hayan sobrevenido a la diócesis que pastorea sino al mundo entero. Causas de fuerza mayor se llaman. Todo es posible.

La Basílica de la Macarena el pasado Jueves Santo La Basílica de la Macarena el pasado Jueves Santo

La Basílica de la Macarena el pasado Jueves Santo / Antonio Pizarro (Sevilla)

Teléfonos móviles

A falta de poder hacer fotos y más fotos y de grabar más y más chicotás en lugar de vivir las cosas en directo y con naturalidad, la cofradía de WthasApp ha tenido una actividad frenética toda la semana. En muchas ocasiones, cuando el diablo se aburre echa mano del teléfono inteligente. En otros casos se han remitido algunos mensajes y fotografías de gran interés. Ha habido de todo, desde los reiterativos audios del ya famoso Angelito pronunciando arengas y exaltaciones tras el “¡Cofrades a la calle!” que lo lanzó a la fama en la Semana de Pasión, hasta las fotografías y vídeos de la Semana Santa del ayer, como un interesante reportaje emitido por TVE en 1985. Por otra parte, las fotografías de capataces con el terno negro de rigor y las copas de balón bien cargadas de destilados han estado absolutamente fuera de lugar por la sencilla razón de que llevaban la medalla de la hermandad. De no haberla lucido, nada que objetar. Eran muy libres, faltaría más, pero hay que dejar al margen las señas de identidad corporativas. Es fácil de entender.

Difícil de imaginar

Ahora mismo resulta difícil imaginarnos en una marea de gente en torno a un paso, en un templo abarrotado de nazarenos con la cera encendida, en uno de los muy transitados cruces de la carrera oficial, sentados en una silla de la calle Sierpes al paso de una cofradía con los penitentes de tres en tres y con público que se desplaza entre los nazarenos y los que están sentados, o apretados en un palco de la plaza de seis sillas cuando realmente caben cuatro. Sí, resulta muy complicado revivir todo cuanto hemos vivido años atrás en función de lo que ocurre hoy. Quizás, como asevera José Luis Trujillo, lo peor haya sido que el coronavirus nos ha privado de todas las reuniones de familiares y amigos que se organizan antes o después de salir una cofradía. Las imágenes estarán siempre esperando nuestras oraciones en los altares.

El futuro

¿Iremos al numerus clausus y a una reducción importante de la carrera oficial? Hay cosas que no podrán seguir igual, empezando por la ausencia de regulación en el reglamento del Consejo de los derechos de los abonados a recuperar su dinero si no hay Semana Santa. Porque en la ley que protege a los consumidores sí está el asunto claro. En 2000 aprendimos que la Semana Santa era vulnerable. En 2020 sabemos que absolutamente todo es muy frágil. Estábamos debatiendo sobre los recorridos de la Madrugada cuando empezaron a morir mil españoles al día.

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