El Fiscal

La hora de parar

  • ¿Por qué se ha tardado tanto en asumir la responsabilidad de dar la mala noticia? No era la hora de sugerir, recomendar o generar falsas expectativas, sino de tomar la decisión más sensata. 

El puente de Triana abarrotado de público un Domingo de Ramos

El puente de Triana abarrotado de público un Domingo de Ramos / A. Pizarro (Sevilla)

Claro que la pérdida es enorme. Pero es el tiempo que nos ha tocado vivir. Y en las crisis es cuando todos, absolutamente todos, nos retratamos. Podemos salir reforzados... o sepultados. A efectos de la Semana Santa hemos tenido mala suerte. Difícilmente había margen suficiente como para que el problema se redujera hasta el punto de permitir una carrera oficial con 33.000 espectadores sentados –en muchos tramos hacinados– y miles de personas deambulando por la calle. "Era una locura", te confesaban algunos responsables en privado con toda la razón. ¿Pero quién asumía el coste de la decisión? He aquí la clave, pese a que muchos ciudadanos creen que hubiera sido lo correcto desde el primer minuto. Pero los políticos van por un lado y la ciudadanía por otro. La Semana Santa, no lo olviden, es un asunto más, pero después hay otros como los bares y los parques abiertos, el transporte, las fronteras, etcétera. 

El papel del alcalde

Juan Espadas, movido más por el corazón que por la cabeza, digámoslo así, ha podido ralentizar la cadena de reacciones de las cofradías. Al afirmar que la Organización Mundial de la Salud tendría que convencerle para que no hubiera Semana Santa, generó una percepción de fuerza que no era tal. Tres días después siguió hablando de la autonomía y la libertad de las hermandades para organizar sus actos, mientras Madrid se aproximaba ya a los dos mil infectados, dos ministros y varios diputados incluidos. El viernes seguía sin querer ofrecer un mensaje más ajustado a la realidad, a pesar de que los comercios echaban las persianas en una imagen insólita. Nadie ha comprendido durante cinco días la estrategia de un alcalde habitualmente prudente,  mesurado y poco amigo de las polémicas, al menos si de sus declaraciones depende. Juan Espadas ha sorprendido estos días a muchos de los que lo tienen en estima. El jueves hasta defendía la libertad de la Esperanza de Triana para realizar un traslado que todos sabemos que es masivo. Por la tarde, la hermandad tomaba la decisión razonable. ¿Tiene algo que ver que el alcalde está saliente y disfruta de esa libertad del pato cojo, como dirían los norteamericanos? ¿Influye que en el PSOE andaluz no hay nadie con autoridad moral para llamarle al orden y menos en asuntos de religiosidad popular que él domina en su partido como pocos? ¿Quizás que el alcalde que amplió la Feria no quería pasar a la historia como el que dejó la ciudad sin una sola cofradía?.

Decisión colegiada

Muy bien, está muy bien eso de que las decisiones sean colegiadas. Es loable tratar de ofrecer una imagen de unidad y todas esas retahílas que se dicen en estos casos. Pero mientras eso ocurre, nadie ha dado entender la verdad: que la cosa pintaba muy fea, que lo de menos eran los pasos en la calle sino la salud pública. Yo me creo lo de querer promover la decisión colegiada y lo de apostar por la unidad, pero siempre y cuando las opiniones que se han ido emitiendo mientras tanto fueran razonables en tales sentidos. Pero es que aquí las partes implicadas se han quedado calladas o han alimentado expectativas. ¿Acaso la teoría de la colegiación no era más que no quedarse ninguno a solas bailando con la más fea? Ay, ay, ay...

¿Una explicación?

Cuentan que el retraso del alcalde en coger el toro por los cuernos se debería a que la Junta de Andalucía estaba promoviendo una suspensión de la Semana Santa en todo Andalucía, al menos en las ocho capitales. Al final no fue así. El caso es que la decisión ha sido escenificada por el alcalde, el arzobispo y el presidente del Consejo. Por cierto, se sentaron muy próximos los tres. No guardaron la distancia de seguridad, como sí hicieron los ministros en el consejo extraordinario de ayer. 

El sinsentido

¿De qué servía suspender un ensayo de costaleros si después había un refrigerio en la casa de hermandad, seguían los cultos u otras actividades? El Consejo perdió la oportunidad de ser útil, de haber marcado unas pautas con respecto a estos días de cuaresma, unas indicaciones comunes y restrictivas sobre los cultos, traslados, ensayos de costaleros, etcétera. Cada hermandad ha hecho lo que ha estimado oportuno, con muchas medidas ejemplares y algunos ejemplos no edificantes. Cada una ha ido por su cuenta, con más o menos acierto, pero la institución que agrupa a las cofradías tenía legitimación más que suficiente para, al menos, fijar una hoja de ruta en días de incertidumbre. Ha mantenido un silencio oficial llamativo. Ha tardado mucho en reconocer que, por desgracia, no se daban las circunstancias para que hubiera Semana Santa en la calle. Y recalcamos: no lo ha hecho oficialmente, sino en declaraciones a una prensa que ha sido fundamental para precipitar la solución razonable. El Consejo se parece más cada día a una agencia colaboradora del Arzobispado, del tipo de las Opaeff de la Diputación Provincial, que a un organismo con CIF propio del que no se sabe sacar todo el potencial que tiene. El Consejo, una vez más, ha quedado retratado como un organismo que no sabe estar en su sitio y, sobre todo, es incapaz de hacerse respetar. Y eso que el equipo actual ha acertado en otros asuntos, como la imposición de un plan el Martes Santo o el apoyo a una Madrugada videovigilada y metida en cintura. Pero este toro le ha sobrepasado, como le ocurrió a equipos anteriores. 

El dinero

El horror es que el Consejo de Cofradías ya ha ingresado la primera parte de la subvención a las cofradías. ¡Cuánta rapidez! Las primeras noticias del coronavirus están fechadas en enero, no se olvide. Una hermandad de dos pasos, que son la mayoría, recibió 17.000 euros con fecha del pasado 3 de marzo. El resto de la subvención, hasta casi 36.000 euros, será ingresado en julio. Por mucho que el reglamento dicte que se no se devuelve el dinero en caso de lluvia u otros motivos, las organizaciones en defensa de los consumidores consideran “papel mojado” un texto normativo que, por cierto, ha sido modificado sin transparencia alguna en varias ocasiones. Ojo, porque puede haber problemas por esta vía a poco que se organicen los abonados o alguien sepa representar sus intereses. Las aportaciones por las sillas y palcos no son donativos, sobre todo porque el pago ha estado sujeto al 21% de IVA por primera vez. Esto puede generar serios problemas a la institución a medio plazo.

Más de dinero

“Salvemos las papeletas”, rogaba un mayordomo esta semana. Muchas hermandades han seguido estos años la costumbre de cobrar la papeleta a los hermanos que hacen la estación de penitencia. Tengan en cuenta que una cofradía populosa, de 1.800 nazarenos, ingresa cerca de 60.000 euros. Si los pasos no salen a la calle, las hermandades pierden una fuente de ingresos capital para sus fines. El Consejo ya ha recaudado el cien por cien de la carrera oficial, pero muchas cofradías estaban en pleno reparto o lo comenzaban a partir de mañana. La Hermandad de la Estrella anunció que devolvería el importe de las papeletas si se produjera la suspensión de la salida, como finalmente ha ocurrido. Pasión pagará a todos los proveedores aunque no salga para que no sufran perjuicios. ¿Lo ven? Cada hermandad es celosa de su autonomía. Pero eso no quitaba para que el Consejo diera unas indicaciones. Se mojara, dijeron algo. Demasiados días callados. 

Ausencia de liderazgo

Los líderes son los que van por delante, los que se adelantan a los hechos, los que marcan opiniones. Puede haber superiores jerárquicos, pero eso no quita que un representante o cargo medio emita una opinión y marque tendencia. Es muy bonito ser arzobispo, alcalde o presidente del Consejo cuando no hay problemas. Pero en estas situaciones es cuando se aprecian los carismas, los criterios, la capacidad de marcar un camino razonable a los demás. Una hermandad de Dos Hermanas suspendió su estación en la tarde del viernes. El Consejo de Hermandades de esa misma localidad anunció que devolvería el importe de las sillas al no haber Semana Santa en la calle. El que no quiera problemas, el que no desee gestionar coyunturas de este tipo, que no se siente en ciertos sillones. Y, sobre todo, que al menos no confunda.

El mejor por el momento

Quien por el momento está cogiendo mejor las riendas de un asunto tan delicado es el presidente de la Junta de Andalucía. Juan Manuel Moreno, mejor presidente que candidato, ha ofrecido los discursos y ha tomado las medidas más indicadas. Con moderación y sentido institucional, adelantándose incluso al Gobierno de la nación y, por supuesto, siendo más serio que su líder nacional, Pablo Casado, en exceso abonado al discurso político en una coyuntura donde deben primar intereses muy superiores. Pero repetimos: Juanma Moreno destaca por el momento. Está claro que esta crisis, ya lo decíamos, relanzará a unos y dejará retratados a otros. Desde líderes nacionales y regionales hasta a alcaldes y presidentes de otras instituciones y entidades. Se nota que a la gran mayoría le gusta ir a remolque.

El Gran Poder y la Macarena

No ha habido ninguna reacción escandalosa entre los hermanos mayores. Félix Ríos, hermano mayor del Gran Poder, y José Antonio Fernández Cabrero, hermano mayor de la Macarena, han ofrecido testimonios muy serios en las cadenas de televisión nacionales. Por el momento nadie ha dado la nota en las redes sociales. No se ha formado ningún alboroto. Sevilla sin Semana Santa en la calle y no ha pasado absolutamente nada. Por eso da tanta tristeza cuando ofrecemos episodios impropios en asuntos de horarios e itinerarios, peso eso debe ser, como tantas veces, por efecto del estado del bienestar local. 

Política

El PP tardó poco en sacar tajada del asunto. Lógico. Exigió mayor liderazgo del alcalde en la crisis que se viene encima, en una ciudad que sacaba 400 millones de la Semana Santa. A la hora que el principal grupo de la oposición apostaba por pronunciarse sobre el asunto, la firma de hostelería Robles decretaba el cierre de sus negocios por responsabilidad y el Arzobispado suspendía la celebración públicas de las misas y dispensaba a las hermandades de las estaciones de penitencia. Veinticuatro horas antes se había pedido que los templos permanecieran abiertos. La ciudad se preparaba para dos semanas negras inéditas en la historia contemporánea. Los populares calificaban de "tibio" a Espadas, aunque hay que objetar que quizás no era el calificativo más adecuado. Precisamente tibio han estado otros antes que Juan Espadas. 

Efecto bálsamo

La Semana Santa, nunca se olvide, sirve de asidero emocional para la ciudad. Son días de escape, de destensión, de liberación psicológica para miles de personas que se evaden los problemas cotidianos. Lo dijo la pregonera en 2019: “¿Quién ve un telediario en Semana Santa?”. Varios psiquiatras han ponderado el valor añadido que tiene esta fiesta y, por supuesto, la Feria. La Semana Santa es inaplazable, pero la Feria siempre se podría salvar con un acuerdo entre los grupos políticos para salvar las restricciones de la ordenanza. Hemos perdido una fiesta muy importante, pero tenemos la tranquilidad de haber hecho lo razonable. Olvidaremos pronto las incompetencias. Perdonaremos los errores y las confusiones, claro que sí. Hay un interés supremo como es la salud pública. 

La parte positiva

No habrá pasos en la calle. Puede que la fiesta se reajuste de alguna forma, que todos valoremos más ciertos detalles, experiencias y pasajes. La crisis del coronavirus puede tener para la Semana Santa un efecto similar al que han tenido para la Madrugada las carreras de pánico. El retorno a cierto sentido de la medida, tal como es más que seguro que ocurrirá con el turismo. Es curioso que el turismo y la Semana Santa hayan vivido sus particulares episodios de exceso con consecuencias evidentes.

¿Y las bandas de música?

Hasta ahora era criterio habitual que la banda cobrara pese a que la cofradía no hiciera su salida por la lluvia. Se entendía que la disponibilidad en exclusiva de la formación musical justificaba el pago, pues la banda que tocaba en Sevilla podía estar tocando en un pueblo de la provincia, por poner un ejemplo. ¿Y si se suspenden las estaciones de penitencia en toda Andalucía, como está ocurriendo? Ya no cabría el pago de esa exclusividad. 

¿Alternativas?

Como el panorama es ya el peor, hay cofradías que ya están estudiando qué hacer el día de la estación de penitencia. Si los templos están abiertos con los pasos montados, se pueden organizar colas de espera absolutamente desaconsejables. Volvemos a lo ya apuntado: no tendría sentido alguno. Hay juntas de gobierno que han puesto sobre la mesa que un grupo reducido de hermanos acompañen a las imágenes en esas horas. Todo debe ser reducido y muy medido.

Sentido del humor

Está muy bien que usemos como bálsamo el sentido del humor. El humor es algo muy serio y ayuda en los momentos más difíciles, siempre que no incurra en ofensas o banalidades gratuitas. Ocurre que estamos asistiendo al uso de túnicas y antifaces para grabar secuencias breves que después son difundidas por los servicios gratuitos de mensajería. Se trata de auténticos mamarrachos, no de payasos. El oficio de payaso ha dado grandes nombres. Y algunos deberían ser conscientes de que no tienen gracia. 

Todos quietos

Es la hora de parar, como hubo un día no precisamente lejano en que fue la hora de meterle la mano a la Madrugada y, por ejemplo, de tomar medidas drásticas como el cierre de los bares. Los sevillanos de 1932 y 1933 lo tuvieron mucho peor que nosotros. Muchísimo peor. No disponían de las tecnologías actuales. No podían participar en los cultos por circuito de streaming ni repartir las papeletas por vía telemática. No pasa absolutamente nada. No hay problema en que los pasos no salgan a la calle. No es ningún drama por mucho que nos guste la Semana Santa, que nos gusta. La suspensión puede llevarnos a cierta melancolía, a un sentimiento de nostalgia, pero los dramas son otros en la sociedad de hoy. Recuerden que las imágenes están todo el año a la espera de oraciones en sus altares. También lo están en los azulejos para atendernos a deshoras. Y que la Semana Santa más auténtica habita en el interior, tanto en la memoria como en el fuero interno de cada sevillano. El 5 de abril es Domingo de Ramos aunque no haya pasos ni trompetería. Sevilla es una ciudad alegre y cómoda para vivir. Luce el sol muchos días. Lo mas importante ahora es rezar al Cristo de San Agustín para que proteja a los sevillanos, como hizo en su día, razón por la cual la Corporación municipal bajo mazas sigue acudiendo a dar gracias una vez al año.  

Coda

Aprovechen para reencontrarse con esas marchas del Soria 9 de siempre, quemen incienso en su casa, pongan las películas de toda la vida, lean los libros de Semana Santa que mejor la enseñan. Saquen la parte positiva. No piensen en la Feria porque no está ni mucho menos garantizada. Algún día tendrán que contar que vivieron la Semana Santa de 2020.