El Fiscal

El verdadero poder de las cofradías de Sevilla

Estefanía con el hermano mayor de la Redención, Manuel del Cuvillo

Estefanía con el hermano mayor de la Redención, Manuel del Cuvillo / (Sevilla)

Mucho se cacarea del papel de las cofradías como poder fáctico en la ciudad, como instituciones influyentes en la vida cotidiana e incluso como lastre de la propia Sevilla a la hora de detectar los frenos de su evolución. Son argumentos simplistas, por decirlo suavemente. Esta semana hemos asistido a un verdadero ejemplo del poder de las hermandades, que no es otro que la capacidad para generar cariño, dar compañía y llevar el consuelo a los necesitados. Ese poder no sólo no se ha reducido en estos tiempos, sino que va en aumento y cada día es más conocido. Es el poder que realmente hace distintas e imprescindibles a nuestras cofradías. El poder del hermano mayor o de un oficial de junta de gobierno que se presenta en el hospital con el pañuelo de la Virgen o una potencia del Señor y le mete una inyección de energía al paciente.

El poder de hermanos que acuden a recoger a los más veteranos de la cofradía para que acudan a pasar la tarde en el besamanos de la Virgen. El poder de una llamada en nombre de la hermandad para interesarse por los hermanos más vulnerables en aquellos días de pandemia. El poder de una hermandad que asume todas las gestiones del entierro de un hermano que ha muerto en soledad. Ese poder no hay tumulto que lo derribe ni circunstancias, modas pasajeras o laicismos majaderos que lo laminen. Esta semana hubo un hermano mayor, Manuel del Cuvillo, que llevó un pañuelo de la Virgen del Rocío a Estefanía, hermana de la Redención a la espera de un trasplante. “Estaba rezándole a la foto que tengo de la Virgen cuando en ese mismo momento me avisaron que iba a ser trasplantada”. Todo, absolutamente todo, se vuelve accesorio, complementario y secundario, ante el testimonio que le da sentido a todo... a absolutamente todo.