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Ángel Gómez de Ágreda | Coronel del Ejército del Aire

“Nadie nos regala la libertad. Depende del esfuerzo de cada uno”

Ángel Gómez de Ágreda, coronel del Ejército del Aire.

Ángel Gómez de Ágreda, coronel del Ejército del Aire. / M. G.

Ángel Gómez de Ágreda (Salamanca, 1965) es coronel del Ejército del Aire en activo y piloto de transporte. A lo largo de su carrera militar ha participado en misiones en la antigua Yugoslavia, Afganistán y Senegal. Ha sido jefe de cooperación del Mando Conjunto de Ciberdefensa y representante español en el Centro de Excelencia de Cooperación en Ciberseguridad de la OTAN. Actualmente es doctorando en Ingeniería en la Universidad Politécnica de Madrid y es autor de Mundo Orwell, manual de superviviencia para un mundo hiperconectado (Ariel, 2019).

-¿La pandemia de coronavirus nos ha hecho renunciar a la privacidad a cambio de seguridad?

–La situación actual ha cambiado la perspectiva de la sociedad respecto la importancia relativa de la privacidad frente a la seguridad. Pero es una percepción engañosa porque es muy cortoplacista. La historia nos demuestra que las medidas que se toman para este tipo de crisis se prolongan cuando acaba la emergencia, como pasa con la Patriot Act de EEUU aprobada tras el 11-S y que sigue en vigor.

–Es un debate que ya existía en relación con el terrorismo.

–La comprensión de lo digital ha ido por oleadas. Primero fueron los particulares que estaban más metidos en las nuevas tecnologías. Después vinieron algunas empresas y hace unos años los estados ya se dieron cuenta de la importancia del ciberespacio y pretenden trasladar la soberanía que ejercen en el mundo físico al digital. El problema es que mientras que las calles son de titularidad pública, las infraestructuras del ciberespacio son privadas. Y nos encontramos con un problema añadido. Internet no es una red abierta, sino que se basa en redes sociales y buscadores que ejercen de intermediarios entre la información y nosotros.

–¿Es la dictadura del algoritmo?

–Hemos pasado de una red libre a estar sometidos a los algoritmos de las grandes empresas, que son los que determinan qué parte de la red vemos. Incrementa la facilidad de uso pero por otro lado, nos marca el camino que podemos seguir.

–¿Ser analfabeto digital es tan peligroso para el individuo como antes lo era no saber leer ni escribir?

–Completamente. Una parte muy importante de nuestra vida tiene lugar ahora en el mundo digital, y si no te sabes manejar, es como si fueras incapaz de leer y escribir en el mundo físico. Y no sólo en el nivel de personas. Una empresa que no sepa hacer la transformación digital se va a quedar atrás y probablemente va a desaparecer. Lo mismo va a pasar con los estados. Los que no sepan sacar partido a las ventajas de internet, van a estar muy subordinados a los demás.

"El ciberespacio se ha convertido en un campo de batalla. El que dictamine el estándar lo dominará”

–¿El ciberespacio supone incluso un nuevo campo de batalla?

–Es un campo de batalla entre estados muy complejo porque no sólo hay espionaje y ataques informáticos, sino que además hay una lucha tremenda por el dominio tecnológico. El que dictamine el estándar, como por ejemplo en el 5G o en inteligencia artifical, podrá dominar el mercado y eso implica el campo de batalla.

–No son amenzas lejanas. En su libro Mundo Orwell (Ariel, 2019) cita las injerencias extranjeras en el proceso soberanista catalán.

–Se ve en cualquier conflicto, incluso ahora mismo en la crisis del Covid-19, con la propaganda de unos países contra otros o inflar los errores de los demás para minimizar los propios. Es una parte ya integrada en las operaciones tanto militares como de inteligencia, e incluso empresariales. En las fuerzas armadas existe una misión específica dedicada a la lucha contra la desinformación.

–¿Cómo se protege el individuo de a pie?

–Ahora nos intoxican de datos, nos infoxican, por no todos los datos aportan más información. Pueden ser erróneos, fuera de contexto o dados en un momento en el que crean una reacción previsible que no es la normal. Como ciudadanos, lo primero que necesitamos es una mayor educación y una conciencia de que nadie nos va a regalar la libertad y la seguridad, sino que dependen del esfuerzo personal de cada uno. Si no te implicas en buscar referencias de lo que lees y dejar de contribuir a la desinformación difundiendo noticias que no son ciertas, estás siendo parte del problema y no de la solución. Si no conoces la verdad, no puedes tener libertad.

–Volvemos al rol de los algoritmos. ¿No alimentan nuestras ideas en vez de contrastarlas?

–Los algoritmos intentan por defecto reforzar la posición comercial que hay detrás, sea Facebook, Google o lo que sea. Por eso digo que requiere un esfuerzo personal. Si buscamos información de la Covid-, no necesariamente las dos primeras páginas de lo que nos ofrezca Google nos ofrezcan la clave.

–Eso choca con la inmediatez que exigimos al navegar por internet.

–El problema lo hemos introducido nosotros solos con esa necesidad de inmediatez. A lo mejor no es tan urgente que sepamos en dos minutos qué es la enfermedad, sino que podemos dedicarle dos días. Tenemos que intentar satisfacer nuestras necesidades, no las de la empresa que diseñó el algoritmo.

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