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Enric González | Periodista

"Prefiero pasarlo mal en Roma o Madrid que bien en Oslo o Múnich"

Enric González.

Enric González. / El Mundo

Las crisis que azotan y azotarán al periodismo no han podido con este contador de historias, un cronista fin de raza que ha tecleado su portátil como corresponsal en Londres, Nueva York, Roma, Jerusalén, París, hoy Buenos Aires... Enric González (Barcelona, 1959) empezó en la Hoja del Lunes con 17 años y la mayor parte de su carrera la ha desarrollado en El País, con una fuga intercalada a El Mundo varios años antes de volver a casa. Historias de Londres, Nueva York y Roma son tres guías oficiosas fabulosas para cualquier viajante.

–¿Pesa más en usted el Enric vernáculo o el González mesetario?

–Sentimentalmente, pesa más lo vernáculo. Pero no soy muy sentimental. Estos días estoy con las obras completas de García Pavón y, de alguna forma, vivo en un lugar tan manchego como Tomelloso.

–Historias de Londres, Roma y Nueva York. Sus incondicionales reclaman otra trilogía, como en La guerra de las galaxias: Jerusalén, París y Buenos Aires.

–La simple idea de escribir un libro me da cansancio. Escucho lo de trilogía y necesito tumbarme en el sofá.

–Un amigo medio sevillano y medio romano dice que la romanità es un intento no logrado de sevillanía.

–Yo diría que son fenómenos simétricos: iguales pero opuestos.

–¿El mejor paseo que ha dado en su vida es uno que cuenta en Historias de Roma de 800 metros?

–Roma es maravillosa. Y ese recorrido en torno al Panteón es una delicia. Pero el mejor paseo de mi vida fue en trineo, durante la noche polar, con una amiga que ahora está hospitalizada.

–Investigó la trama de Banca Catalana en los 80. ¿Por qué nadie puso coto en 30 años al latrocinio de los Pujol?

–Porque cuando se meten las patrias de por medio, se pierden las formas. Por decirlo suave.

–¿Abandonará la frivolidad de la información internacional para escribir cosas serias y trascendentes como crónicas de fútbol?

–No soy tan bueno como para eso.

–¿Alcanzará Messi las cotas de popularidad y folclore de Maradona en la Argentina?

–Hablamos de dos de los mejores futbolistas. Pero sólo Maradona es Maradona.

–Decántese, ahora sí, futbolísticamente: Diego o Leo.

–Leo necesita estar sobrio para hacer lo que Diego hacía cargado hasta el culo de cocaína y alcohol. Si Maradona se hubiera cuidado un poco, no habría ninguna duda.

–Mejor que no acabe ya la Liga con su Espanyol en descenso...

–Puestos a vivir unos tiempos desgraciados, el descenso me parece un complemento adecuado.

–¿Cuál es la principal diferencia de periquito y culé?

–Nosotros somos menos. Y no nos creemos una unidad de destino en lo universal.

–No es de textos kilométricos, como muchos periodistas que se enrollan en internet. ¿Lo bueno si breve, dos veces bueno?

–Dos defectos muy feos son no saber callar a tiempo y no saber largarse a tiempo. Eso vale para el periodismo y para la vida.

–Su padre era abogado y empezó de becario en el Periodismo con... 40 tacos. ¿Qué oficio aprendería usted ahora con 60 castañas?

–El de rentista. Es mi vocación insatisfecha.

–Ussía, Dragó... ¿se ha convertido el columnismo en una profesión amenazada?

–Todas las modalidades del periodismo, incluyendo esa tan rara que usted cita, están muy amenazadas.

–Ha pasado por diferentes medios, ¿dónde, cuándo y por qué sintió más libertad?

–En El País, entre 2003 y 2007, los domingos. En las columnas sobre fútbol italiano, Historias del calcio, ponía lo que me daba la gana.

"Messi necesita estar sobrio para hacer lo que Maradona hacía cargado hasta el culo de cocaína y alcohol"

–¿De dónde le viene el alma de culo inquieto?

–Hay gente a la que le gusta quedarse. A mí me gusta irme. Quizá la muerte de mi hija agravó esa tendencia.

–"El periodismo es un puto oficio. En cuanto el periodista empieza a mirarse el ombligo y a pensar en su papel en la sociedad… por favor, cuanto menos piense, mejor". Dijo eso en Jot Down hace años. ¿No ve peor el gremio con tanta firmitis y marquitis personal?

–Firma y marca dan dinero. El periodismo no suele darlo.

–Afirma Francisco Correal, pluma reputada de esta casa, que no ha dado una noticia en su vida, salvo una de una fuente de su pueblo. ¿Las exclusivas están sobrevaloradas?

–Lo importante es contar las cosas bien. Si encima eres el primero en contarlas, mejor.

–¿Será esta crisis coronavírica la puntilla definitiva para el periodismo?

–No creo. Quien sobreviva con dignidad será más fuerte.

–Su verbo favorito es zascandilear. Eso es un lujo en las redacciones actuales...

–Siempre lo fue. Pero antes, en las redacciones, había más gente y más ruido. Y el zascandil se notaba menos.

–Ha viajado muchísimo y residido en algunas de las principales ciudades del mundo. ¿Ha creado el Estado de Bienestar la necesidad de viajar a Berlín, Kuala Lumpur o Las Vegas y de no hacerlo eres más infeliz que jugando al dominó con los amigos?

–El Estado de Bienestar no tiene la culpa. Igual que la industria del tabaco nos incitó a fumar, la industria turística nos incita a correr por ahí como pollos sin cabeza. Yo prefiero el dominó.

–¿El coronavirus en Argentina se vive como un segundo corralito?

–No, son desgracias distintas. Aunque, según vayan las cosas, podríamos llegar a combinarlas.

–Si hoy pudiera hablar con Pedro Sánchez, ¿qué consejo le daría?

–Bastante desgracia tiene el hombre. Que al menos en eso esté tranquilo: no voy a hablar con él.

–Conoce bien los dos escenarios: ¿por qué siempre da la sensación de que España e Italia son los países más desastres del mundo?

–Maneras de vivir. Con todo, prefiero pasarlo mal en Roma o en Madrid que pasarlo bien (disculpe el oxímoron) en Oslo o en Múnich.

–De teletrabajo nos lleva varias décadas de adelanto. ¿Alguna recomendación?

–Una silla cómoda. Y guardar en el congelador las copas para el Martini.

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