Matilde Cañelles | Inmunóloga

"Mascarillas habrá para rato, pero la Navidad será ya medio normal"

Matilde Cañelles, inmunóloga del CSIC

Matilde Cañelles, inmunóloga del CSIC / M. G.

La inmunología es aún un arcano y la pandemia le está dando grandes avances. Es una de las enseñanzas de Matilde Cañelles, bióloga, especialista en Inmunología en el CSIC, organismo en el que también hace labores de comunicación científica. La irrupción de la pandemia le creó una sensación de responsabilidad. La proliferación de información ha sido frenética. Esta investigadora sospecha que la sociedad deberá mantener medidas de protección por el virus aún un tiempo.

–¿Cuál es el secreto de este virus que ha paralizado el mundo?

–La gran letalidad entre la población de más de 65 años. También está la transmisión por aerosoles, que es raro; pero pensábamos que la transmisión era fundamentalmente por las gotículas de la tos, el estornudo... Además, el periodo de incubación es muy largo; doce días puede estar un hospedador contagiando sin saberlo.

–¿Qué ha aprendido de esta pandemia que no enseñen los manuales?

–En inmunología se han dado pasos agigantados en el conocimiento del sistema de los niños y sobre todo de las personas mayores.

–Cuente, por favor.

–Hasta ahora los resultados se basaban en estudios con ratones, un animal con un sistema inmune desarrollado desde que nace. Además, con ratones jóvenes, que equivalen a una población humana de entre 18 y 40 años. Del resto no sabíamos nada.

–¿Y qué van sabiendo?

–Que hay una parte del sistema inmune en la población con más de 65 años que, una vez desatada, es difícil de atajar. Es la conocida tormenta de citoquinas. Es un área en la que se debe trabajar.

–¿Cree que ha podido gestionarse mejor la pandemia?

–Sin duda. Los errores fundamentales se han debido a las inercias. Tardamos mucho en concienciarnos de que era una guerra que no podíamos afrontar con las medidas anteriores. Ha pasado también en otros países.

–Al fin llegan buenas noticias de las residencias después de pasar por ellas la campaña de vacunación.

–Empieza a verse, sí; ya está confirmado que las vacunas bajan drásticamente los casos, las hospitalizaciones y las muertes.

–¿Por qué va tan lenta la distribución de las vacunas?

–La mezcla de que los laboratorios han incumplido los contratos con la dificultad de producir las primeras vacunas. La Comisión Europea instauró una política unificada en la compra que creo que ha sido buena, pues pretende agilizar el proceso y que los países con menos capacidad tengan acceso. El problema es que no es una especialidad de esa institución negociar contratos con las empresas. Se ha hecho un poco tarde, mientras otros países estaban cerrando ya los contratos. Las farmacéuticas tampoco han cumplido con lo firmado.

–¿Tan difícil es hacer estas vacunas?

–Están basadas en técnicas a las que no estaban habituadas las empresas que tradicionalmente las producían. Las instalaciones han tenido que crearse desde la nada.

–¿Son todas complicadas?

–La de Janssen tiene una alta capacidad de producción y la de Novavax emplea una técnica más tradicional. Las previsiones de suministro han aumentado un montón. El proceso de vacunación se acelerará a partir de abril.

–¿Cuántas dosis calcula para los próximos meses?

–Es difícil encontrar esa información. En algunos sitios dicen que con Janssen hay unos compromisos y en otros sitios dicen otra cosa. No se ha publicado el contrato.

–¿No es eso raro?

–Están sujetos a la confidencialidad. El poder de gestión de estas empresas es muy grande, saben hacerlo bien. Las administraciones van con desventaja. Ha sido el problema de Europa.

–Las vacunas no sólo han resultado eficaces para reducir las muertes y la enfermedad grave en los ensayos sino que lo están siendo efectivamente en la vida real. ¿Algún dato sobre la inmunidad esterilizante, la que impide la transmisión pese a las vacunas?

–Hay un artículo no revisado por pares, por la comunidad científica... pero estamos a la espera. De las otras vacunas no se sabe nada aún. Se sabrá mejor cuando haya vacunaciones masivas.

–¿Qué opina del llamado pasaporte de vacunación?

–Yo lo llamaría certificado. Y no se va a aplicar para viajar sino para otras cosas, para un nivel más interno. Me gustaría que se aprobase lo antes posible.

–¿Y el documento que permita a los ciudadanos volver a su condición de viajeros?

–Como ciudadana comprendo que la economía está tocada y que hay países que viven del turismo, pero como inmunóloga sólo puedo decir que faltan datos.

–¿Como qué?

–Está el problema que hablamos antes, que no se sabe si la persona vacunada sigue transmitiendo el virus. Normalmente las vacunas de administración intramuscular no son esterilizantes. Después está que la eficacia vacunal no es del cien por cien y, en la población de más de 50 años, una eficacia del 95% deja una cola importante de gente desprotegida. También están los niños, que pueden transmitir el virus y enfermar, y no sabemos cuándo van a llegar sus vacunas.

–Las autoridades de salud pública de EEUU han dado vía libre para relajar restricciones entre la población vacunada…

–Y, por lo que estoy leyendo, los científicos estadounidenses están preocupados.

–¿Cuándo calcula que llegará la inmunidad comunitaria, ese teórico 70% de población inmunizada?

–Es difícil de decir. Cada país irá a su paso, aunque Europa parece más a la par. Si tengo que dar una fecha, diría que al final del verano.

–Es el objetivo marcado hace meses por la Comisión Europea.

–Ahora hay que ver si somos capaces de asumir la llegada de tantas dosis a la vez, si podemos organizar la logística.

–La OMS lamenta que la mayoría de las vacunas se ponga en una minoría de países. ¿En qué medida la vacunación debe llegar a todo el planeta para acabar ya?

–Es fundamental. Pueden quedar bolsas de población donde surjan y se extiendan variantes del virus que no podamos controlar y que obliguen a vacunarnos cada dos por tres. La meta es vacunar al 70% en todo el planeta.

–¿Será necesaria una tercera dosis de recuerdo?

–Es difícil saberlo aún. Posiblemente sí, principalmente debido a las variantes. Otra opción es que las defensas generadas por la vacuna o por la infección no duren mucho y tengamos que vacunarnos cada año. Hay también la posibilidad de una inmunidad duradera. Está abierto.

–Hay virólogos que restan importancia a las consecuencias de las nuevas variantes, a su presunta capacidad para hacerse invisibles ante la respuesta inmune. Insisten en que nuestras defensas tienen otros elementos más allá de los anticuerpos, que es lo que detectan las pruebas. ¿Qué opina?

–Es pronto para saberse. Los coronavirus mutan mucho y cabe la posibilidad de que puedan evadir las defensas. La clave está en Manaos (Brasil), donde parece haberse dado un gran número de reinfecciones. Ese dato apunta a que la variante brasileña puede escapar a la respuesta inmune adquirida. Ese ensayo se está reestudiando, su resultado será definitivo.

–¿Cuándo podremos guardar las mascarillas en un cajón hasta la siguiente epidemia?

–Creo que un tiempo. Está la falta de vacunación entre los niños, que quizá no se frene la transmisión pese a las vacunas... Mascarillas tendremos para rato, pero, si no surge ningún imprevisto, creo que la Navidad podrá ser ya medio normal. Con mascarillas, pero más normal que la anterior.

–¿Cuántas muertes diarias causadas por una enfermedad puede soportar una sociedad?

–No le sabría decir. Habría que preguntarle a un sociólogo.

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