"Una celda con televisor siempre será una celda"

Otro ensayo o una novela. Es la disyuntiva en la que está Mercedes Gallizo (Zaragoza, 1952) después de escribir Penas y personas (Debate). La obra tiene como hilo conductor las diez mil cartas que los ocho años (2004-2011) que fue directora general de Instituciones Penitenciarias recibió de presos de las 81 prisiones españolas. Ocupó el cargo en el gobierno de Zapatero y ha vuelto a su puesto de funcionaria en el Ayuntamiento de Zaragoza. En su despacho de la calle Alcalá veía todos los días el busto de Concepción Arenal que su predecesora en el cargo Victoria Kent mandó hacer con grilletes y cadenas de los presos.

-¿Cuándo fue a la cárcel por primera vez?

-Siendo diputada autonómica en las Cortes de Aragón organicé como presidenta de la comisión de Derechos Humanos una visita a las prisiones en 1999. La primera cárcel a la que entré en mi vida fue la vieja cárcel de Zaragoza, que ya está cerrada.

-¿Qué futuro tiene un país donde el 15% de su población reclusa tiene menos de 25 años?

-Ese dato nos dice que hay personas particularmente vulnerables que tienen más posibilidades de fracaso. Por eso hay que hacer políticas de previsión porque la mayor parte de los jóvenes que llegan a la cárcel están relacionados con el consumo de droga, con ambientes desestructurados y con marginalidad. Hay que abrir los ojos y no fijarse sólo en las consecuencias, atajar las raíces, preguntarnos qué podríamos haber hecho como sociedad, como institución.

-"Los ladrones son pobres", dice Ian McEwan en su última novela, Operación Dulce.

-Hay ladrones pobres y ladrones ricos. Los que están en la cárcel son los pobres. Lo lógico es que robe el que no tiene nada, pero no necesariamente es así. Hay gente que tiene mucho y quiere tener más.

-¿Qué es más noticia, que el PSOE pusiera televisores en las celdas o que el PP las quitara?

-No los puso el PSOE. Fue una decisión que yo tomé como directora general para corregir una situación de desigualdad entre las personas que podían conseguir un televisor y las que no. No se trata de poner o quitar televisores. Lo que es absurdo es que estén comprados y guardados en un almacén para dar la imagen de que una celda con televisión es algo diferente de una celda. Siempre será una celda, con ducha, retrete o televisión.

-¿Le pidieron permiso para rodar Celda 211?

-Se hizo en una cárcel que ya no estaba en uso, la de Segovia o Zamora.

-¿Ha visto a Malamadre?

-Es un estereotipo propio de otra época.

-Se han cumplido 50 años de la fuga del Lute, que terminó Derecho en la cárcel. ¿Hay más casos?

-La gente que está en la cárcel tiene carencias formativas esenciales, pero la que tiene una formación básica o muchos años de condena puede que estudie una carrera. En mi etapa había mil y pico presos matriculados en la UNED, estudiaban Derecho la mayoría, Psicología, Sociología. Muchos tienen la sensación de que no han sido bien defendidos.

-Un recluso se quejaba de tener menos derechos que "Farruquito, De Juana Chaos o Julián Muñoz"...

-Es una sensación que tiene mucha gente en la cárcel, que el que tiene recursos o tiene amigos va a ser tratado de forma especial.

-Larra: "Aquí yace media España, murió de la otra media". ¿No hay media España pendiente de que la otra media entre en prisión?

-Lo que sí existe es la sensación de que hay mucha gente que transgrede la ley y no tiene consecuencias penales. Eso provoca irritación y un gran resentimiento social. No se mide con el mismo rasero al que comete un delito contra la propiedad de tres mil euros que al que obtiene tres millones de beneficios de forma irregular; al que roba una cartera con intimidación que al que utiliza el poder que tiene sobre las personas y sus bienes.

-Un preso, en otra carta, repasa su larga condena y la compara con la etarra que pagó con 19 años de cárcel sus 19 crímenes. ¿Se adelanta a la anulación de la doctrina Parot?

-Es independiente de esa doctrina. En España hay un límite máximo de condena.

-¿Visitó las 81 cárceles?

-En los dos primeros años de mandato, las recorrí todas, para ver lo que funcionaba bien y mal.

-Diez mil cartas en ocho años. Correos debería homenajear a los presos...

-Todas escritas, porque en las prisiones no hay acceso a internet ni al correo electrónico. Eso les da un valor literario, expresivo.

-¿No le escribían los presos etarras?

-Sí, pero no las quise reflejar. Hablan de una problemática específica, minoritaria. Cartas la mayoría muy extensas, panfletos reivindicativos con las mismas consignas.

-En 2009 llegó a haber 77.000 presos en España. Soria y Teruel juntas...

-Estábamos a la cabeza de nuestro entorno. Y sin embargo España es un país con unos niveles de delincuencia muy por debajo de la media. Es muy chocante.

-¿Da morbo ver a un rico en la cárcel?

-Como todo lo que es excepcional.

-En La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe dice que un hombre de derechas se hace de izquierdas al entrar en la cárcel...

-Depende de su sensibilidad. Hay gente acostumbrada a vivir en una burbuja y en la cárcel se dan cuenta de la terrible desigualdad que marca a muchas personas desde la infancia. Hay gente que se blinda y piensa que la cárcel sólo es para los desechos de la sociedad.

-En las cárceles hay muchas menos mujeres...

-Un 7%.

-¿Bendita desigualdad?

-La mujer comete menos delitos y delitos menos graves. Tiene que ver con el papel que juega en la sociedad y su escala de valores.

-¿La cárcel más moderna?

-Todas las que se hicieron a partir del 92. Responden a un mismo modelo, espacio para actividades culturales, talleres y deportes.

-¿La peor?

-Hay algunas muy viejitas que tenían que estar cerradas. Cuando fui a Martutene, en San Sebastián, salí desolada y dije que esa prisión había que cerrarla. Todavía está abierta porque para cerrar una prisión hay que abrir otra y la gente pone más dificultades.