Rodrigo Cortés | Director de cine y escritor

“Hay más ‘podcast’ que españoles”

Rodrigo Cortés. Rodrigo Cortés.

Rodrigo Cortés. / José Ángel García

Escrito por

· Juan de la Huerga

periodista

Orensano (Pazos Hermos) criado en Salamanca, Rodrigo Cortés (1973) se adapta al formato de la entrevista sin poner ninguna pega. Y lo clava. Es un cultureta en toda regla, lo mismo se embarca en la dirección de películas (de Buried a El amor en su lugar) que le da por la escritura y el humor surrealista con Los años extraordinarios (Random House). Para que no le falte un perejil cultural, participa en dos podcast con concurrida audiencia.

–Director de cine de éxito y escritor prestigioso. Buenas, señor David Trueba...

–Muy buenas, saludaré a mis hermanos en su nombre.

–Participa en los dos podcast más escuchados de este país. Dígame algo que no haga bien.

–El truco es no hacer en público las cosas que no sepas y, si es posible, no confesarlas. Si lo logras, da la impresión de que eres una especie de genio del Renacimiento, pero todo es por descarte.

–Nombre de héroe patrio, apellido de conquistador y acaba siendo cultureta. ¿Es el patito feo de la familia?

–A veces me llaman Gonzalo, que también es de conquistador. Desde luego estoy más cerca del patito feo que del cisne y siempre he sentido más simpatías por el primero que por el segundo.

Los años extraordinarios desprende surrealismo. Decía Cela que el humor es la coraza con la que uno se defiende de la vida.

–Y el absurdo es la manera que tenemos de ser realistas, así que estaría muy de acuerdo. El humor no siempre es divertido, pero sí necesariamente inteligente y es lo que nos hace, en definitiva, humanos.

–Este libro lo llega a coger José Luis Cuerda y hace un peliculón o podría ser un serial en La Codorniz.

–No creo que sea adaptable por presupuesto, tamaño y porque exigiría como ocho actores para el personaje principal, que cruza el siglo XX entero. Si fuera una película, sería más bien un cruce entre Michel Gondry y Wes Anderson, pero es verdad que en lo literario tiene mucho de espíritu de Cuerda.

–Mezcla realidad con ficción. ¿Su Jaime Fanjul tiene algo de Albert Finney/Ewan McGregor en Big Fish?

–Me gusta ese ejemplo porque hay una forma de esquivar la realidad y abordar, sin embargo, la verdad; se pueden contar las cosas del modo en que no sucedieron para explicar mucho mejor cómo sucedieron. Pero no mezcla realidad y ficción porque no creo que la realidad exista. En la literatura, en los cines y en los telediarios sólo existe la ficción.

–Los coches funcionan impulsados por el pensamiento. Hoy estarían todos los motores gripados.

–Sí y habría que llamar, como en la novela, a un estudiante de Filosofía para que por lo menos lo arrancara.

–Una España utópica en la que se alternan monarquía y república. ¿Conviene quitarle toneladas de gravedad al debate público o va a soliviantar a los ofendiditos de ambos bandos?

–Conviene no formar parte del debate público. Nada de lo que en la novela se cuenta es una recomendación de ningún tipo ni una lección de ninguna clase.

–Jaime Fanjul no para quieto. Más que del siglo XX parece un turista del XXI.

–No sé si turista, pero es un caminante y ni siquiera en el sentido noble; lo es porque anda y avanza sin propósito ni objetivo, que no es exactamente lo que hacen los turistas, que van marcando casillas. Nuestro personaje anda y ni siquiera se pregunta por qué lo hace.

–¿Qué haría él si se viera encerrado en un ataúd como el protagonista de su película Buried?

–Reservarse la opinión, quejarse lo menos posible y tomarlo como una de las verdades de la vida que no conviene discutir porque simplemente son. Y trataría de salir, eso seguro.

–¿Espuria es su Macondo, su Comala, su Región...?

–Todos los terrenos literarios son ficticios, los que existen y los que no porque ninguno existe. La novela es mi Macondo.

"No creo que la realidad exista; en la literatura, en los cines y en los telediarios sólo existe la ficción"

–Mi padre está preocupado porque en su libro a Salamanca llega la playa y eso supone que Candelario, donde veranea y que está a más de 1.100 metros, quedaría aislado por el agua.

–Es muy probable que los bejarauis sobrevivan porque están justo en la nueva cota marítima y podrán contemplar la playa desde allí.

–Gallego criado en Salamanca y en el Café Novelty luce una estatua de Torrente Ballester. ¿Dónde le pedimos a Mañueco su busto?

–Tengo la doble nacionalidad galaico-salmantina, así que si tengo éxito, soy salmantino en Salamanca y gallego en Galicia, y si fracaso, soy gallego en Salamanca y salmantino en Galicia.

–¿Recurrió a alguna sustancia psicotrópica en el proceso de elaboración o su imaginación da para mucho?

–¡No me he drogado nunca! Pero ni un triste porro adolescente. Así que tengo la impresión de que como parece sugerir no es necesario.

–Del agobio de Buried al surrealismo de Los años extraordinarios. Nadie se va a atrever a encasillarlo.

–Hasta que se den cuenta de que en realidad Buried es una comedia kafkiana sobre lo difícil que resulta darte de baja en una compañía telefónica.

–Dirigió un remake de Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador. ¿Rescatará también el Un, dos, tres con los chistes de Arévalo y La Bombi?

–Lo gracioso es que sería una vuelta a casa porque uno de mis recuerdos bloqueados de adolescencia pasan por ser espectador in situ del Un, dos, tres. Las Hurtado me sacaron y empezaron a quitarme la ropa como parte de una broma. Esas imágenes me perseguirán por siempre como a Penélope Cruz sus primeras pruebas de TVE.

–Hubo un tiempo en que, a las ocho de la tarde, o dabas una conferencia o te la daban. Ahora, o escuchas un podcast o lo grabas.

–Hay más podcast que españoles, es cierto.

–Su reto será que su libro sea el segundo más vendido de España; contra el de Arturo González Campos no hay nada que hacer...

–Arturo es imbatible y en segundo lugar está Juan (Gómez Jurado).

–Y usted bronce.

–Siempre me he sentido cómodo en el bronce.

–Hace diario la sección más breve de la prensa nacional al definir con sátira un vocablo. Me da envidia: puede dejar el trabajo adelantado de seis meses.

–Si tiene el ingenio para adelantar 180 y pico palabras, sí. Más que definir las palabras, las desnuda y, además, sigue la técnica de apretar el polvorón: tratar de decir lo máximo en las menos palabras.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios