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Reyes Calvillo y Fermín Cabanillas | Periodistas

“Nos vimos envueltos en una película que ni 007 podía superar”

Los periodistas Reyes Calvillo y Fermín Cabanillas.

Los periodistas Reyes Calvillo y Fermín Cabanillas. / M. G.

En el libro Kabul: huir para vivir (Pábilo Editorial) los periodistas Reyes Calvillo López y Fermín Cabanillas Serrano narran a lo largo de sus 214 páginas la historia real de muchas de las gestiones que se hicieron durante casi dos meses para salvar a la familia de un traductor afgano afincado en Sevilla y traerlos a España, poniéndolos así a salvo de los Talibanes. Pese a lo que pudiera parecer, es un libro con un tremendo carácter optimista, trepidante, que, afortunadamente, se saldó de manera feliz con la llegada a España el Día de la Hispanidad.

–’Kabul: huir para vivir’. Parece el título de una gran producción de Hollywood…

–Desde luego, y que lo que vivimos en persona y luego dio lugar al libro fue algo que parecía de película en muchos sentidos.

–¿Cómo surge la realización del libro?

–Pues porque, a veces, hay motivos para contar finales felices y este era uno de ellos. Fermín y yo nos conocimos el mismo día que la familia llegó a España y ahí, respirando en paz, dijimos que “esto da para un libro”. Además, a Fermín no se le puede negar nada cuando quiere hacerlo.

–El libro mezcla con acierto un diario en el que se relata todo lo ocurrido con una parte novelada. ¿Se puede decir que la realidad supera la ficción?

–No es que se pueda decir, es que a día de hoy todavía nos acordamos de muchas de las cosas que nos pasaron y realmente parece mentira que pudieran pasar. Vemos en película a espías, asesinos, atentados y persecuciones, y muchos de esos ingredientes que parecen salidos de un guión formaron parte de nuestras vidas durante casi dos meses. De pronto, nos vimos envueltos en una película que ni el mejor guión de 007 podía superar, pero era real, y se trataba, ni más ni menos, de intentar salvar la vida a unas personas a miles de kilómetros en mitad del terror talibán.

–La historia de Marwan y su familia es una prueba de la buena utilidad que tienen las redes sociales. Todo se inicia con un tuit.

–Es un ejemplo de que hay muchísimas personas buenas. Yo puse un tuit contando su historia y en pocos minutos todos querían ayudar fuera como fuese. Las redes, bien entendidas, son de las mejores cosas que tenemos.

–Habéis destacado en más de una ocasión que tuvisteis que hacer gala de una gran fortaleza mental, fue necesario separar el trabajo de periodista. ¿Qué fue lo más complicado?

–Sobre todo fue muy difícil superar las frustraciones que nos provocaban los fracasos en las gestiones. Muchas veces incidimos en que todo salió bien porque era algo imposible de conseguir, de modo que no había nada que perder. Pero era muy difícil mantener la calma cuando durante días y días no sabíamos nada de ellos y estábamos convencidos de que los habían matado. Además, la diferencia horaria nos mataba, porque a las tres de la tarde en España era ya casi noche cerrada en Kabul, y otro día se iba acabando sin saber nada de la familia y de si nuestras gestiones habían tenido algún resultado. A partir de entonces sólo quedaba rezar y esperar al día siguiente para seguir trabajando y esperar que no los hubiesen matado y llevásemos días sin saber de ellos por eso.

–¿Cuáles fueron las gestiones más complejas?

–Las emocionales, sin duda. Saber gestionar esa tensión, esa desesperación de Karwan... Y la espera, sobre todo. Los trámites burocráticos fueron difíciles, pero la peor parte fue gestionar lo que sentíamos en esos meses.

–¿Qué fue lo que sintieron cuando el 12 de octubre la familia se bajó del autobús a las puertas del centro de personas refugiadas de Sevilla?

–Hay cosas que no se pueden explicar. Ver a esas personas con vida gracias, en parte, a las gestiones que tú has hecho, es algo que justifica nuestra existencia. Además, entre ellos estaban dos sobrinas de Karwan que tenían entonces seis meses, y que no sabíamos nada de su existencia hasta esa noche. Salvarlas a ellas fue lo mejor que nos pudo pasar, porque ahora, esas niñas, podrán hacer en España la vida que dos mujeres libres quieran en un país desarrollado y con todos sus derechos.

–Pese a lo que pueda parecer, se trata de un libro que ensalza la vida. Optimista, se podría decir.

–Sí, sin duda. Aunque está dedicado a todos los que aún siguen allí. Es una historia de vida que, de momento, va a seguir siendo así porque la familia espera un bebé que será 100 % sevillano y, esperemos, del Betis.

–¿Qué ha sido de la familia una vez que llegaron a España?

–Siguen en el Centro de Refugiados de Sevilla Este. Están adaptándose a su nueva vida, con la idea de echar raíces en España. Quedan muchos trámites por hacer, como conseguir que puedan alquilar una vivienda y homologar sus títulos profesionales para que puedan trabajar aquí. Pero están vivos y juntos, que es lo importante. La mujer de un hermano de Karwan, como hemos dicho, está embarazada de cinco meses, y se le ha buscado la asistencia ginecológica para que se le haga el seguimiento con normalidad, algo que no habían previsto hasta ahora, supongo que por costumbre. La madre de Karwan es cocinera, y nos ha pedido que le busquemos un trabajo. Es maravilloso esto último, porque a pesar de que ella se ha criado en una sociedad patriarcal hasta el límite, quiere trabajar y aportar su esfuerzo a su nuevo estatus de vida. Hay mucho que hacer, y esperamos que el libro, que va a comenzar ya a venderse su segunda edición, ayude a visibilizar la situación de estas personas y de miles que se quedaron en Afganistán en manos de los talibanes.

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