Torrent sabe que va en serio

Lo llaman principio de realidad, aunque el poeta barcelonés Gil de Biedma ya lo tenía muy advertido: "Que la vida iba en serio uno lo comienza a comprender más tarde". El presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, lo comprendió todo el jueves pasado, su doble visita a las cárceles de Soto del Real y de Estremeras, su tres horas de conversación con Oriol Junqueras y Joaquín Forn, aquellos seis grados bajo cero en la estepa urbana madrileña, el olor del trullo y los 101 días de prisión del líder de ERC son suficientes evidencias para comprender que el Estado va en serio. Los republicanos no darán ni un paso más para agravar la situación de los encarcelados por el juez Pablo Llarena ni para complicar la declaración de las Martas el día 20 ante este instructor del Supremo. El Parlamento catalán ha declarado el tiempo muerto, no habrá intento de investidura ni una nueva performance para contentar a Carles Puigdemont, el fugado que aún no ha comprendido ni el principio de realidad ni que su cómoda residencia en Bruselas es un agravio comparativo para los inquilinos de Soto y Estremeras.

El PDeCAT registró el viernes pasado una propuesta en la Cámara para cambiar la ley durante unos minutos, que es a lo que se dedica Puigdemont y su partido, a proponer tácticas fugaces que terminan por morir en el Constitucional. Quieren modificar la ley para que Puigdemont pueda ser investido en ausencia y para que gobierne desde Bruselas, pero ERC no ha suscrito la propuesta. Los republicanos están hartos de seguir la estela personal de Puigdemont, como mucho aceptarían reconocerle el cargo honorífico, pero nada más.

El juez del Supremo ha llamado a declarar a Marta Rovira, candidata de ERC, y a Marta Pascal, la secretaria general del PdeCAT; lo harán el 20 de febrero, y ninguna de ellas va a votar nada en la Cámara que comprometa su votación. Anna Gabriel, que debe declarar el día 21, está en paradero desconocido. La CUP niega que se haya marchado a Cuba o a Venezuela, pero quien fuese líder de los cupeiros faltó el viernes pasado a la presentación de un libro en Barcelona, a pesar de que se había anunciado su presencia.

La grabación filtrada esta semana de Carme Forcadell ante el Supremo es ejemplo de lo que está ocurriendo, da vergüenza escuchar a la ex presidenta del Parlamento decir: "Yo no declaré nada, señoría". Y que si leyó algo fue porque, precisamente, Torrent lo solicitó.

La decisión tanto de Llarena como la de la sala del Supremo de mantener en prisión a Junqueras y a Forn, a pesar de que el último ha dejado su acta de parlamentario, hace pensar que el juez ha logrado avances en la instrucción para proponer el enjuiciamiento por rebelión, sedición y malversación. El temor al juez se añade a la firmeza del Constitucional, no es el Gobierno, es el Estado quien se ha comprometido contra el intento de golpe de Estado de la Generalitat y contra quienes aún siguen insistiendo.

A Puigdemont y a los fugados les está pasando lo que a los exiliados antifranquistas -éstos sí de verdad- les ocurrió al cabo de las décadas, que habían perdido el sentido de lo que ocurría en España, sus intereses no eran exactamente los mismos que el de los militantes del interior. ERC lo tiene asumido, y trata de convencer a Puigdemont de otro tipo de salida, de una solución que permita a la Generalitat acabar con la intervención y dar por acabada la aplicación del 155. Por eso ha sonado, otra vez, el nombre de Elsa Artadi. La economista, cara visible de la Grossa, es una de las dirigentes más cercanas al ex presidente de la Generalitat, una propuesta que ERC y la CUP verían con buenos ojos, la posible presidenta del próximo Gobierno catalán.

Roger Torrent ha conseguido que los letrados del Parlamento le autoricen este tiempo muerto, el informe considera que los plazos para las próximas elecciones no han comenzado a correr, pero este resultado se ha conseguido después de presionarles tanto que el letrado mayor no firma la resolución, sí el secretario general. Por tanto, la representación de la investidura de Puigdemont se retrasa, el supuesto acuerdo con ERC no es tal y en la Cámara van a esperar a que el Constitucional decida si admite la impugnación de ese pleno. Se trata de ganar tiempo para forzar al PDeCAT a que resuelva el asunto de Puigdemont. Felip Puig, uno de los ex consejeros de Artur Mas, reunió hace días en un restaurante de Barcelona a medio centenar de cargos de la Generalitat, inquietos ya por los retrasos en la formación del Gobierno.