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Maduro se tambalea... y el sanchismo sufre

Con Trump decidido a tumbar al régimen venezolano, los vínculos del dictador con Zapatero, hombre de confianza de Sánchez, tienen consecuencias para el Gobierno

José Luis Rodríguez Zapatero, en Cartagena de Indias en 2024 / Ricardo Maldonado Rozo / Efe

19 de octubre 2025 - 06:05

Días complicados para Nicolás Maduro. Días complicados por tanto para José Luis Rodríguez Zapatero… y para Pedro Sánchez. Se acumulan las noticias preocupantes para el presidente no electo venezolano, que teme que Donald Trump esté buscando su derrocamiento. Esas maniobras, que nadie duda que existen y sólo se especula sobre si Trump utilizará la fuerza, la amenaza o la diplomacia, afecta directamente al sanchismo.

Zapatero ha sido desde hace años importante colaborador y asesor de Maduro, lo sigue siendo, y en los últimos años Zapatero es hombre de la máxima confianza de Pedro Sánchez. Lo que afecta al primero afectará inevitablemente al segundo, a Pedro Sánchez. Zapatero es su negociador con Puigdemont, y promotor del acercamiento del Gobierno español hacia China con decisiones comerciales que han causado preocupación en Estados Unidos y en la UE.

Para el ex presidente del Gobierno, Venezuela y China son países con los que realiza productivos negocios, de los que se han beneficiado incluso sus hijas a través de la empresa de comunicación creada por ellas, que ya hacen negocio con los dos países. A Pedro Sánchez le afectan, por tanto, de lleno las decisiones que hoy se toman en la Casa Blanca y el Departamento de Estado, donde hoy se promueven iniciativas que van contra la línea de flotación del régimen madurista.

Con la excusa de que Maduro preside un narcogobierno que tiene entre sus principales objetivos el mercado estadounidense, Donald Trump ha enviado a aguas caribeñas cercanas a Venezuela una flota de buques que atacan a cualquier barco sospechoso formar parte del entramado del narcotráfico.

Con el apoyo de drones y aviones F- 35, en los últimos días han abatido a seis barcos venezolanos, que los estadounidenses consideran narcolanchas, muriendo casi todos sus tripulantes.

No satisfecho, Trump ha autorizado a la CIA a actuar sobre el terreno, con el argumento de que quiere acabar con el tráfico de droga a Estados Unidos procedente de Venezuela. La autorización es un eufemismo: no hay ciudadano estadounidense, que no conozca que Estados Unidos tiene agentes de la CIA y otras agencias de información en todos los países del mundo, sobre todo aquellos que pueden causar problemas de seguridad, con especial atención a los de Latinoamérica, con importantes regímenes populistas de izquierda, aunque últimamente se advierten signos de cambio de ciclo.

En los países democráticos, la CIA trabaja abiertamente, su delegación está acreditada en las embajadas aunque se complementa con agentes que no se identifican como miembros de servicios de información. Por tanto, que el Gobierno de Trump haya advertido que la CIA trabajará en Venezuela significa que Trump va a por todas, porque sus agentes ya actuaban en ese país sin ningún género de duda. Lo que pretende ahora el presidente americano es lanzar un mensaje claro a Maduro de que se acabó la impunidad: la flota de buques se mantienen en donde terminan las aguas territoriales venezolanas, vigilantes y atacando a cualquier lancha sospechosa. De paso Trump envía un mensaje al Ejército y a los cuerpos de seguridad chavista: Trump puede acabar con Maduro cuando quiera. No con embargos ni decisiones políticas: atacando con la excusa de luchar contra el narcotráfico.

ZP y dos dictaduras de libro

El periódico Miami Herald, de gran influencia en el mundo “hispano” residente en Estados Unidos fundamentalmente el cubano, dominicano y venezolano que se exilió en esa ciudad, publica una noticia que se da por indiscutible pues el citado periódico cuenta con muy buenas fuentes de información: Delcy Rodríguez se ha ofrecido a Estados Unidos para presidir un gobierno de transición hacia la democracia. La noticia no puede ser más alarmante para Zapatero.

Delcy, vicepresidenta del Gobierno, la mujer más influyente de Venezuela –se dice que más poderosa que el propio Maduro– y la persona más próxima a Zapatero en el Gobierno venezolano, da la impresión de haber comprendido antes que nadie que las amenazas de Trump hay que tomárselas en serio.

El presidente de Estados Unidos, un ególatra desmedido al que irrita profundamente que dentro y fuera de Estados Unidos no se le considere un gran patriota y estadista, como cree merecer, está dedicando gran parte de su gestión de gobierno a tomar decisiones internacionales que hasta ahora han sido exitosas.

Presume Trump de haber logrado ocho acuerdos de paz, el último el de Gaza. Que se tambalea, porque Hamas no ha entregado las armas y está actuando de forma implacable contra los que considera colaboradores de los israelíes. Trump hace tiempo que tiene el foco puesto en Venezuela y Maduro, y nada le provocaría más satisfacción que apuntar en su carné de logros internacionales la demolición del régimen de Maduro, acabar con la dictadura y con un Gobierno que no ha ganado las elecciones, sino que se ha impuesto por la fuerza y sin entregar los datos sobre el recuento de papeletas que, según la oposición, dan a Edmundo González y María Corina Machado el triunfo con un resultado aplastante.

Hoy, González está exiliado en España gracias a la intervención, y la “recomendación” de Zapatero para garantizar su seguridad y la de su familia, y Machado vive escondida para no ser detenida por la Policía de Maduro. El Gobierno de España no ha reconocido oficialmente al Gobierno de Maduro, pero tampoco lo ha condenado como correspondería hacerlo a cualquier país democrático.

Respecto a Venezuela, Sánchez está muy condicionado por su estrecha relación con Zapatero, y si cae Maduro, se abre un futuro plagado de interrogantes.

El más importante para Zapatero y Sánchez, saber cuál puede ser el papel de Delcy Rodríguez, la principal valedora, amiga y colaboradora de Zapatero, socia también en algunos de sus negocios, según se afirma en los círculos empresariales y políticos venezolanos. La incógnita es si, ante el desafío de Trump, opta por un alejamiento gradual del chavismo para sobrevivir políticamente.

Siempre se ha dicho que si se acaba con Maduro, se iría al exilio acompañado de sus principales colaboradores, la principal Delcy, para disfrutar de la fortuna que han amasado en sus años de Gobierno y que, vía Qatar y Turquía, guardan en Rusia. Fortuna lograda según sus opositores gracia al narcotráfico, pero también al oro que han acumulado de las minas que los hermanos Rodríguez explotan y controlan.

Estas noticias no sólo importan a Venezuela, también en el resto de Latinoamérica y en el escenario internacional en general, donde es sabido que Donald Trump no se conforma con las medias tintas. No parará hasta acabar con el gobierno de Maduro. Y eso, indefectiblemente, afectará a José Luis Rodríguez Zapatero.

Si Zapatero se debilita, ante Pedro Sánchez se presenta un panorama muy delicado. Para nadie es un secreto su dependencia de ZP y cómo, obligado por ZP, ha establecido polémicas alianzas con China y Venezuela entre otros países.

Sánchez tendría que dar explicaciones sobre políticas internacionales condicionadas por un Zapatero que hace negocios defendiendo los intereses de dos dictaduras de libro. 

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