¡Feria, alé! A la caseta hay que volver...
El real vuelve a llenarse en una jornada multitudinaria y marcada por el pase del Betis en la Conference League, que se plasmó en el reparto de centenares de abanicos con el anuncio de la gran final
Un policía local agrede en la Feria a un fotoperiodista de ‘Diario de Sevilla’

Feria empieza por efe, igual que Fiorentina pero también igual que Florencia, felicidad y final, tres conceptos que para el Betis están íntimamente asociados desde la medianoche del jueves al viernes porque en esa ciudad italiana alcanzó ese estado al reescribir su historia y tocar algo que nunca hasta este año habría imaginado: pelear por un título europeo. El viernes de la Feria 2025, por tanto, estaba irremediablemente destinado a tener mucho protagonismo verdiblanco, más allá de que la mitad de las casetas lucen toldos con los colores del Betis, igual que la otra mitad tienen los del Sevilla. Pero el dibujo de las lonas no tiene nada de futbolístico y lo que ocurrió ayer, sí. Lo cual no quita para que en realidad fuese un día normal de fiesta, con muchos sevillistas, muchas personas en general y mucho jolgorio.
Por efe comienzan muchas palabras a las que el Betis les tiene cariño. Como también Francisco, que apocopado es Isco. Y con la a de Abril, cómo no, empieza Alarcón, el apellido de Isco, y Antony y Abde, que metieron los dos goles de la ida y los dos de la vuelta contra el rival italiano. Dirá el lector (si lo hubiera) que esta Feria de Abril está siendo íntegra en mayo. No pasa nada. Mayo se escribe con eme de Manuel, que es el nombre de pila de Pellegrini, el ingeniero-arquitecto-hacedor de milagros de este EuroBetis. Y en cualquier caso siempre quedará el recurso fácil de acudir al hecho de que la Feria se celebra en el real y el Betis, efectivamente, es Real Betis (Balompié).
‘¡Betis, alé! ¡Real Betis Balompié! ¡Tienes que ganar la Copa, a Plaza Nueva hay que volver!’, empezaron a cantar los béticos en 2022 cuando avistaban la final de la Copa del Rey, en la que hicieron bueno el lema y ganaron al Valencia en la Cartuja. Tres años después, los béticos no paran de cantarlo de nuevo desde que el pasado 13 de marzo eliminaron al Vitoria de Guimaraes con un espectacular 0-4 e inauguraron esta racha de felicidad permanente en la Conference League. El “¡Betis, alé!” se ha convertido en una seña de identidad del club de La Palmera y ayer inundó el real en forma de centenares de abanicos de plástico que 38 voluntarios y voluntarias, ataviados con la primera camiseta de esta temporada, repartieron gratuitamente por todo el recinto.
Karla, Carlota y Rocío eran tres de ellas. “Los sevillistas no los cogen. Y si en una pareja hay un bético y otro sevillista, el bético lo coge sólo para dar por saco”, bromeaba la primera. No era su primer día promocionando la marca Betis. Ya estuvieron el miércoles y el jueves regalando abanicos sin ninguna referencia a la final (club precavido vale por dos) y otros objetos. Tras la clasificación en Florencia, la entidad de las trece barras dio por fin salida a los abanicos conmemorativos del Betis-Chelsea del próximo 28 de mayo. “Dame una, hija, que soy bética”, solicitaba una mujer con un niño muy chico en un carrito. “Toma, otro para ti, guapetón”, le susurraba Karla al pequeño, con cara de no enterarse de qué estaba pasando. “La camiseta no la regaláis, ¿no?”, lo intentaba un jinete desde lo alto de un bellísimo ejemplar.
Una vez dejada constancia de que el antepenúltimo día de Feria hubo muchos béticos que fueron allí a su doble celebración (la de su equipo y la de la Feria en sí misma), hay que insistir en que también hubo muchos sevillistas, porque la Feria es la Feria y ya tendrán tiempo de volver a preocuparse por su equipo cuando juegue esta tarde contra el Celta. Así que entre los béticos que fueron porque el Betis les ha regalado la Feria de su vida; los sevillistas que también fueron porque sí; y los turistas, que nunca fallan como buena plaga que son, el real volvió a llenarse de personas felices y seguramente otras no tan contentas que buscaban un paréntesis en sus preocupaciones
En la caseta Los Volaores, en el número 1 de la calle Pepe Luis Vázquez, se celebró uno de tantos reencuentros de amigos béticos y sevillistas. Son de San Diego, una populosa barriada del distrito Norte (antes Macarena) al final de la avenida de Pino Montano. En su juventud, hace ya demasiado tiempo, esta pandilla que adoptó el nombre grupal de Nío (mejor no explicar el porqué) también tuvo su propio derbi en la liga de futbito del barrio: los Cosmos contra los Queen. El primer equipo era un homenaje al club de Nueva York que reunió a Pelé y Beckenbauer y el segundo, a la legendaria banda de Freddie Mercury. Esa rivalidad sí que era caliente y polémica, incluso más allá de los partidos, que salvo excepciones solían acabar a favor de los Cosmos. Todavía hoy en día sigue fresco en la memoria de todos lo que pasaba cuando los jugadores más talentosos de los Queen eran tocados y fichados por los Cosmos.
“Ya era hora de que ellos también tuvieran un jueves de Feria como el que tuvimos nosotros el año del Schalke 04”, se resignaba Jose, precisamente uno de los que vistieron las dos camisetas en el campito que se levantó a finales de los años 80 entre los bloques marrones y los azules de la barriada. En sus palabras se notaba claramente la nostalgia de aquel 27 de abril de 2006 y del gol de Puerta que valió una final de la Copa de la UEFA, la primera de siete, y el principio de la época más gloriosa del club. “A ver si tenéis suerte y el Chelsea no saca ningún córner”, añadía Jesús David con ironía. Los dos goles de la Fiorentina llegaron de sendos saques de esquina, de ahí el comentario. Aunque detrás de los aparentes buenos deseos se escondía la realidad que marca la rivalidad futbolera en esta bendita ciudad: los dos fueron el jueves más de la Fiorentina que David de Gea y el próximo 28 de mayo serán tan del Chelsea que parecerá que han nacido a la vera misma de Stamford Bridge.
“Nada, hombre, ustedes tranquilos que seguro que os salváis, siempre hay tres equipos más malos para bajar”, le respondía José Carlos, excanterano de los Cosmos que después no pudo dar el salto al primer equipo y se conformó con militar en los Queen. Huelga decir que aquí también vale la máxima de antes y que este antiguo delantero (no goleador, todo hay que decirlo) será más del Celta que Iago Aspas este sábado a las cuatro y cuarto de la tarde. Como Eduardo, maño de nacimiento y sevillano y bético de adopción, o Antonio, verdiblanco furibundo, que sonreía mientras recibía un cariñoso beso de Jesús David. La Feria es el mejor analgésico del mundo para curar viejas e inútiles rencillas.
Ala hora de ese intercambio de cortesías, sobre las cinco, el real ya empezaba a ser una jungla de seres humanos, caballos y carruajes. Los autobuses soltaban pasajeros como si todo el mundo hubiese decidido pasar la tarde en Los Remedios, los puentes sobre el Guadalquivir eran un atasco interminable y Asunción se saturaba con riadas y riadas de visitantes. También estaba a tope la avenida de María Luisa. En el semáforo del Costurero de la Reina, a punto de pasar al lado del río, un policía local frenaba a duras penas a quienes tenían demasiada prisa por cruzar. “Un momento, por favor. One moment, please”, suplicaba con un impecable dominio del inglés porque, cómo no, allí estaba la omnipresente excursión de guiris encabezada por el que parece que va a un safari y no a la fiesta grande de la ciudad que visita. El problema es que un joven muy enchaquetado pero también muy enganchado a los auriculares, nativo él, no se enteró y a punto estuvo de ser atropellado. “Lo que hay que hacer es quitarse los cascos”, le espetó el agente, aunque tampoco le oyó. Una vez evitada la tragedia, todos cruzaron ya hacia el otro barrio de la alegría.
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