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Jim Sheridan: “Lo que hoy se llama entretenimiento a mí me aburre muchísimo”

El director de ‘Mi pie izquierdo’ y ‘En el nombre del padre’ recibe el homenaje del Festival de Sevilla y presenta su película ‘Recreación de un asesinato’.

‘Todos los lados de la cama’: el derecho a la comedia

El cineasta Jim Sheridan, fotografiado ayer bajo el Puente de Triana. / José Ángel García

El cineasta irlandés Jim Sheridan (Dublín, 1949) cree que el público actual se ha habituado a las fantasías imposibles de los superhéroes y ha perdido el interés por los confictos humanos y los desafíos reales que depara el día a día. “Cuando ves tanto Spider-Man y tanto Superman te divorcias del sistema de creencias que tenías, entras en un mundo distinto”, opina el director de Mi pie izquierdo (1989) y En el nombre del padre (1993). “Cuando en las historias que te cuentan la gente vuela y tiene superpoderes, ¿para qué vas a ver un drama?”, sostiene el creador.

Sheridan visitó el Festival de Sevilla para recoger el Giraldillo de Honor y presentar Recreación de un asesinato, que dirige junto a David Merriman y que, inspirado en los 12 hombres sin piedad de Lumet, imagina el debate de un jurado ante la figura real del periodista Ian Bailey, principal sospechoso del crimen que acabó con la vida de Sophie Toscan Du Plantier.

“Quiero apoyar todos los festivales, las proyecciones en pantalla grande, porque nos estamos quedando sin camino en el cine”, afirma el ganador del Oso de Oro en Berlín por En el nombre del padre y seis veces candidato al Oscar por sus trabajos como director y guionista. En un encuentro con la prensa que el dublinés describió con humor como “el sermón de un cura”, Sheridan concluyó que hoy los hombres “no van a las salas, no van a la iglesia, tienen un mando a distancia en la mano”, dijo sobre un panorama ante el que no podía aportar certezas meditadas sino “respuestas emocionales”. Y su percepción es que a las superproducciones “todo el mundo las llama entretenimiento, pero yo me aburro como una ostra. Esas películas están deshumanizando el sistema. Hollywood no quiere estrellas, quiere personas con uniforme, que salven el mundo una y otra vez, como le gusta a Marvel. Y no tiene sentido que la entrada para un proyecto que ha costado 300 millones cueste lo mismo que para una película más modesta, 15 euros. Habría que ofrecer distintos precios”.

El veterano considera que “cuando pasamos de los 24 fotogramas al digital no nos dimos cuenta del cambio que eso iba a suponer”, se perdió una percepción artesanal del cine. “Hoy el estudio puede estar supervisando en directo el rodaje de una película que se está rodando en Belfast, y antes todo era distinto: tenías que esperar al día siguiente a que revelaran el negativo para comprobar lo que habías hecho”, prosiguió. Las urgencias, el tiempo limitado del que disponemos, ha alterado el modo en que los espectadores se acercan al audiovisual. “No hago cine para que alguien pare mi película a la mitad, aunque después yo mismo le doy al pause cuando estoy viendo algo en las plataformas. No logro entender todo esto”.

“La gente no va ya a las salas, no va a la iglesia, tiene un mando a distancia en la mano”

Para Sheridan, “si quieres hacer una película en los EEUU tiene que ser una película individualista, cualquier asunto colectivo del planeta Tierra no les interesa”, observa un director que prepara un filme sobre “leones marinos y cambio climático”. Porque, ahora, el autor que reivindicó sus orígenes irlandeses en El prado piensa que hay que “hacerse preguntas” a escala global, “más allá de las raíces, de la nación de la que procedamos”.

Sobre su perspectiva de los intérpretes, el director que descubrió el potencial de Daniel Day-Lewis y le ayudó a conseguir su primer Oscar por Mi pie izquierdo, declaró que “es un misterio, no sé qué debe tener un actor, porque cada uno es diferente. Lo único que necesitan a veces es ser guapos y encantadores, otras veces necesitan estar heridos”, argumentó, antes de hablar de “la capacidad de comunicación” y el “poder contar la verdad. Si tú intentas sonreír, no sé cuántos músculos se activan al hacerlo. Y si tu cerebro te dice que sonrías, es difícil hacerlo y parecer una persona relajada. Normalmente la técnica elimina la parte del alma, pero Daniel”, apunta sobre el protagonista de En el nombre del padre y The Boxer, “posee una combinación poco frecuente, una técnica extrema y también una honestidad de corazón”.

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